Al mediodía siguiente, salí de la habitación envuelta en la ropa que había sido rasgada.Justo entonces vi a Daniela entrando en la habitación de Adrián con un tazón de sopa, con una marca roja aún visible en su cuello.Al verme, sus ojos me escanearon de arriba abajo, y una sonrisa burlona apareció en sus labios.—Sofía, ¿tan apurada? ¿Acaso hizo algo que no debía?Se plantó frente a mí, la barbilla ligeramente alzada.—No me diga que, por ambición, sedujo a un hombre que bien podría ser su padre. Qué ridículo.—¿Hablas de ti misma? —inquirí, mirándola directamente.Daniela resopló.—No pierda el tiempo con insolencias, Sofía. No somos iguales. Yo me casaré con Adrián, mientras que usted no es más que un juguete para la cama.Ajusté mi ropa.¿Un juguete para la cama? En mi vida pasada, Matías sí había contratado a alguien, pagándole después para silenciarla.Pero esta vez era diferente. Si antes había podido quedar embarazada de Adrián, ahora lo lograría con Matías.Mis oj
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