Él vio la determinación en mis ojos y no pudo sostener la mirada.—Lo haré, te lo prometo. Descansa, volveré más tarde.Con esas palabras vacías, Carlos huyó de la habitación.Me sequé las lágrimas que rodaban y susurré para mis adentros:—Imposible.***Tras la huida de Carlos, Serena entró en mi habitación.Se sentó con elegancia en el sofá más cercano, apoyando la barbilla en su mano:—Laura, qué estrategia tan desesperada. Abortaste para competir por la atención de Carlos, me rindo ante tu crueldad.Aplaudió lentamente.La miré con indiferencia, como si fuera basura insignificante:—Si viniste a presumir, vete. Carlos y yo terminamos. Llévate tu querida basura.Ella parpadeó sorprendida, luego esbozó una sonrisa cargada de significado.Sin decir otra palabra, salió de la habitación.Al día siguiente era el cumpleaños de Ana.Navegando aburrida en Instagram, me topé con la transmisión en vivo del evento.Reconocí el salón, era el mismo donde debía ser mi boda.Decorado en rosa fa
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