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Capítulo 3

Penulis: Daisy
—Serena tenía fiebre cuando ayudaba con tu desastre. Tiene que cuidar a Ana sola. Iré a ver si colapsa. Tranquila, hablamos luego.

Salió con prisa, sin notar que mi mano sangraba por los vidrios rotos.

Tanta prisa.

Afuera, relámpagos iluminaban la tormenta, el mensaje de Serena llegó como preví.

Sabía que me dolería pero lo abrí como una tonta.

"Laura, ¿cómo te sientes usar mi anillo usado? Siempre serás una que recoge mis sobras.

Estoy de buen humor. Te diré un secreto. Cuando te operaron de apendicitis, él no estaba con un cliente importante. Estaba conmigo, lo importante era yo."

Envió un audio de Carlos cantando una nana.

"Esta es la canción que cantó para mi hija la noche que te abandonó. Es dulce, ¿no?"

En ese momento, mi corazón se apagó para siempre.

Programé un aborto para el lunes siguiente y empaqué lo esencial y salí de esa casa.

***

La llamada de Carlos llegó la segunda noche después de mi partida.​

No preguntó dónde estaba, no se preocupó por mi salud. Solo dijo:

—Quizás necesites espacio para pensar. Te recojo cuando recapacites.

Colgué con una risa fría.

Como sabía mi embarazo, un amigo mío me recomendó inscribirme temprano en un centro de educación infantil.

No mencioné el aborto, pensé en distraerme un rato.

Pero al entrar en el centro, los vi.

Carlos acompañaba a la hija de Serena a clase con miradas dulces como una familia perfecta.

Me congelé en el lugar.

De repente recordé que cada miércoles salía dos horas antes por reuniones de empresa.

Ese hábito comenzó justo después del nacimiento del bebé de Serena.

Una sospecha terrible creció en mí.

Mientras la recepcionista me servía agua, revisé discretamente el registro de asistencia.

Carlos había inscrito a la niña en el paquete más caro, cada miércoles, la acompañaba a estudiar sin falta.

Perdí todas mis fuerzas.

La recepcionista, ajena a mi emoción, siguió hablando de su sistema de educación infantil y de maternidad.

Ella señaló con orgullo a Carlos en el aula:​

—Ese Sr. López compró la educación infantil y de maternidad, ¡Cliente VIP! La Sra. López está encantada de nuestro centro, después de clase, puede consultar con ella.

—Para Cliente VIP, si compran el fondo de crecimiento infantil, regalamos tazas de oro de parejas.

Sus palabras fueron un bombardeo.

Si Serena era la Sra. López, entonces ¿yo era una maldita amante?

En siete años, Carlos solo me dio regalos esporádicos.

Pero a ella, le reservó centros de maternidad y de su hija.

Recordé la taza idéntica en su escritorio.

Dijo que:

—Solo son regalos de aniversario de la empresa. Deja de ser paranoica.

Ahora entendí por qué el gerente se rió cuando oía y por qué Carlos lo castigó con deducciones salariales.

Salí del centro y terminé frente al centro de maternidad que mencionó la recepcionista.

Al entrar, sonó el celular, era Carlos.

—¿Dónde estás? Te recojo para almorzar. Tengo cupones de un asador que tanto pedías.

Su voz sonaba alegre, claro que era residual de la felicidad en la clase con Ana.

Abrí la boca para responder pero mi vista se clavó en la tele de la pared.
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