David, que le daba palmaditas en la espalda a Samantha, se quedó inmóvil. Samantha estaba pálida por las náuseas. Al escuchar la voz de Gael, se levantó.—¡Uy, sí! Estoy embarazada de tu… No alcanzó a terminar la frase cuando todo se le nubló y se desplomó hacia atrás.—Sam.—Samantha.Los dos hablaron al mismo tiempo. Gael reaccionó por instinto, dio un paso adelante y le sujetó la mano.David, que estaba más cerca, fue más rápido y la tomó en brazos. Gael no le soltaba la mano.—Dámela.—¿Y tú con qué derecho?—Soy su esposo.David rio con desprecio.—¿Y le has dado la atención que un esposo debe dar? ¿El cuidado? ¿El amor?Los dedos de Gael se tensaron. En ese momento, Mariana llegó con el auto.—¡Súbanla rápido!—Si no quieres que se lastime, suéltala.Como Gael no la soltaba, David no podía subirla al auto.Gael miró la cara de Samantha, pálida como el papel. En sus tres años de matrimonio, ella siempre se había mostrado llena de vida. Nunca la había visto tan frágil.Se preguntó
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