—Ya sé, lo sé. Pero hoy nos divorciamos y ya no voy a estar cerca de él. No tengo idea de cuándo va a eliminar lo que le queda, y si algo le pasa, todo mi esfuerzo se habrá ido a la basura.—¿Qué le va a pasar? Con su tía fuera, ahora es el dueño de Grupo Atlas. Es el amo de la ciudad, hace lo que quiere —dijo David con obvio fastidio.Samantha intentó calmarlo.—Ya, ya, no te enojes. De todas formas, ya no voy a tener nada que ver con él. Y como ya estamos en esto, mejor dame algo para que se desintoxique.Respiró hondo y volvió a sentarse para escribir una receta.—Por suerte ya solo queda un diez por ciento de la toxina. Todavía tienes el catalizador que usábamos con Gael, ¿no?—Sí, claro —asintió ella.En realidad no lo tenía, pero no quería preocuparlo. De cualquier manera, solo era un diez por ciento de la toxina, y ya estaba debilitada. Con hierbas normales se iría eliminando poco a poco. No podía pagar los ingredientes que usaba para tratar a Gael. Si no, no habría venido a ped
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