Semua Bab Me fui tres años y ahora es mi jefe: Bab 1 - Bab 10

Paula Méndez jamás imaginó que el directivo que había aterrizado de golpe en la empresa sería, nada menos, que el padre biológico de su hija.Si hubiera sabido que se encontraría con Javier Herrera en ese lugar, dijera lo que dijera, jamás habría entrado a trabajar en esa empresa.Días atrás, en el departamento ya se comentaba con insistencia que llegaría un nuevo líder designado directamente desde arriba.Decían que era el hijo del presidente del grupo, nacido con la vida resuelta desde la cuna.Cualquiera de los datos de su trayectoria bastaba para dejar claro que era alguien completamente fuera del alcance de personas comunes como ellos, alguien imposible de igualar.El hombre que estaba de pie en la sala de reuniones llevaba una mano en el bolsillo. El traje a medida resaltaba su elegancia contenida. Alto y recto, la inmadurez de antaño había sido pulida hasta volverse imponente. A pesar de su juventud, imponía una autoridad abrumadora.En una mano, de dedos largos y bien definidos

Tomó un taxi de regreso a casa. Paula se movió en silencio al asearse y luego se asomó al cuartito para ver a la Señora Méndez y a Aurora, que dormía profundamente.La Señora Méndez frunció el ceño y, en voz muy baja, dijo:—¿Por qué llegaste tan tarde? ¿Tienes hambre? Te preparo comida.Mientras hablaba, ya intentaba incorporarse.Paula se apresuró a presionarla con suavidad para que no se levantara.—Ya comí. Duerme.Solo entonces la Señora Méndez volvió a acostarse.Para no interferir con el trabajo de Paula, la Señora Méndez solía dormir con Aurora, en un cuarto distinto al de ella.Después de la quiebra de la familia Méndez, Paula había alquilado junto a su madre y su hija un departamento viejo y pequeño, algo alejado de la empresa.Paula fue sola a la cocina y preparó un ramen instantáneo. No encendió la luz. Se quedó mirando los mensajes en su celular.En todo el foro interno de la empresa, sin excepción, solo se hablaba de Javier.Incluso su celular parecía estar completamente

Durante la universidad, Raquel fue unas cuantas veces a la Universidad Autónoma a buscar a Javier.Siempre lo hacía usando el nombre de su hermano, Jaime.Fue también en esa época cuando empezó a ver con frecuencia a una mujer que siempre estaba al lado de Javier. Era alta, con curvas marcadas, vestía de forma llamativa y todo en ella resultaba deslumbrante, como un sol ardiente, brillante y provocador.A simple vista, se notaba que había crecido entre lujos.Por boca de Jaime, Raquel supo que aquella mujer se llamaba Paula, la novia de Javier, una estudiante de la Facultad de Artes.Nadie habría imaginado que alguien tan frío, distante y refinado como Javier, con ese aire sereno, terminaría con una mujer que a simple vista, parecía una típica niña rica caprichosa y exagerada.Jaime decía que, al fin y al cabo, Javier era pobre, y que seguramente Paula lo mantenía con dinero.Raquel también se lo creyó.Hasta que, más adelante, en una colaboración, se enteró de que Javier era en realid

Leo molestaba a Aurora jugando con ella, en parte, porque era bonita.Leo le dijo:—Si me perdonas, a partir de ahora, en el jardín yo te protejo. Te prometo que nadie va a meterse contigo.Tenía miedo de que, por este asunto, la mamá de Aurora decidiera cambiarla de jardín.Paula, en efecto, lo había pensado. Pero cambiarla de jardín no garantizaba que no volviera a pasar algo parecido.Con voz suave, le preguntó a su hija:—Aurora, ¿tú qué quieres? ¿Cambiarte de jardín o quedarte?Aurora lo pensó un momento y dijo.—Las profesoras y los demás compañeros son buenos conmigo.Paula tampoco era del todo desinteresada.Después de lo ocurrido, Javier, por culpa y responsabilidad, ejercería presión de forma directa o indirecta. Al menos, mientras Aurora siguiera en ese jardín, no tendría que preocuparse de encontrarse otra vez con un pequeño tirano como Leo.Además, se disculpó, lo que quería decir que no era del todo perdido.En la esquina cercana a su casa, Paula le pidió a Javier que det

—Si tienes tanta capacidad, ve tú misma a hablar con el Señor Herrera para que te cambie de puesto. Ya que estás haciendo prácticas en la secretaría, tienes que seguir las reglas.Raquel salió del lugar. Dar vergüenza también era hacer quedar mal a la secretaría.Javier tenía siete u ocho secretarios. Por supuesto, no todos podían verlo. Una pasante recién graduada como Raquel ni siquiera trabajaba en el mismo piso que su oficina.Tras ser reprendida, Raquel se quedó con un nudo de rabia en el pecho. Con las uñas postizas largas, teclear se le hacía incómodo, así que apartó el teclado a un lado.Sacó el celular y le contó a Jaime, con lujo de detalles, todo lo que acababa de pasar.Jaime estaba tan ocupado que apenas daba abasto y no tenía ánimos para consolarla.—Te pedí comida a domicilio, de ese restaurante que te gusta. También pedí algo para tus compañeros. Compórtate bien y no le causes problemas a Javier.Raquel era demasiado joven y no entendía nada de cómo sobrevivir en el mun