Paula no era consciente de ello.Cada vez que bebía alcohol, su carácter se volvía un poco peor que de costumbre. O, dicho de otro modo, incluso cuando estaba frente a él, se permitía sacar su temperamento de señorita consentida. No fingía docilidad ni intentaba agradarle a propósito y, cuando se animaba, incluso tomaba la iniciativa.Comparada con la Paula de siempre, a Javier le gustaba más esa versión.Cuando estaban juntos, Javier la había llevado un par de veces a bares, donde bebían alcohol de baja graduación.Las luces del bar brillaban ambiguas y seductoras. El rostro de Paula estaba sonrojado, delicado y atractivo, con los ojos empañados de humedad, mirándolo fijamente. De sus labios salían murmullos suaves, casi como si estuviera mimándolo.—Javi, eres el que más me gusta.Cuando no bebía, nunca lo llamaba así.Javier esbozó una sonrisa, estiró el brazo y la atrajo hacia sí, cubriéndola por completo, bloqueando las miradas alrededor que le resultaban incómodas.—A mí también
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