Leo se quedó de pie a un lado y murmuró, con desdén:—Tu papá ni siquiera viene por ti. ¿De verdad tienes papá?—Claro que sí —respondió Aurora, con expresión inocente—. Si no tuviera papá, ¿cómo habría nacido?Tenía sentido.Leo asintió, convencido por lo que dijo Aurora.Entonces, había estado equivocado al pensar que ella no tenía papá. La abuela también estaba equivocada. Todos los niños tenían papá.Solo que el papá de Aurora, igual que ella, tenía mala salud.Javier se puso de pie. Al alzar la mirada, vio a Paula, que acababa de entrar al jardín infantil.Llevaba en la mano la bolsa que había tomado del ascensor junto a Daniela. Era evidente que se trataba de ropa que la hija de Daniela ya no quería, y que ahora traía para Aurora.Cuando estaba en la universidad, la mayor afición de Paula era comprar ropa nueva.Cada vez que se compraba un vestido nuevo, se lo mostraba a Javier.Algunos vestidos eran demasiado cortos, demasiado transparentes o demasiado finos, con demasiada piel
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