Si Te Robas Mi Anillo, Te Haré Arrodillarte
Yo soy Isabela Cruz, hija del primer padrino de la Isla Santa Lucía.
Crecí siendo rebelde, y mi padre, temiendo que por un arranque de impulsividad me casara con cualquier don nadie, decidió ordenar mi compromiso con Lucas Marino, heredero de la nueva y poderosa familia Marino.
Aunque es un matrimonio político, al menos quería elegir mi propio anillo.
Por eso asistí a la subasta privada de las familias mafiosas.
Cuando el anillo de joya principal salió a la luz, levanté mi paleta de puja.
Antes de que el martillo cayera, una voz femenina, arrogante y altiva, sonó a mi espalda:
—¿Tú, una campesinita, quieres competir conmigo? ¡Doscientos mil! Si tienes dignidad, lárgate.
El lugar quedó en un silencio repentino, roto solo por el clic sutil de las cámaras.
Me giré y vi a una mujer con un vestido dorado de alta costura.
Sonreía con desdén, como si toda la sala fuese su escenario personal.
Antes de que pudiera responder, el subastador bajó el martillo con prisa.
—¡Adjudicado! ¡Felicidades, señorita Sofía Duarte, por obtener el anillo estelar “Estrella Eterna”!
Fruncí el ceño, sintiendo cómo me ardía el pecho.
—¿Se puede cerrar una puja sin terminarla? Qué falta de reglas tiene este lugar.
Sofía se volvió hacia mí, sus ojos recorriéndome de los pies a la cabeza con una frialdad cortante.
—¿Reglas? —rió con desprecio—. Cariño, yo soy la ahijada favorita de Lucas Marino.
Aquí, yo soy la regla.
No pude evitar reír.
Qué coincidencia tan divina: Lucas es justamente el nombre de mi prometido.
Saqué el teléfono sin dudar.
—Lucas, tu “ahijada” acaba de arrebatarme el anillo de compromiso que quería.
Dime, ¿qué vas a hacer al respecto?