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Capítulo 270

Penulis: Violeta
Nicolás se puso la camisa.

—No tuve tiempo para meditarlo.

—Claro... Después de todo, parece que… —Dylan tocó el pecho de Nicolás y luego dibujó un corazón con sus manos —. Tu corazón de piedra se ha ablandado por ella…

—Doctor Gómez, ¿estás aquí...? —Celia abrió la puerta justo en ese instante. Se quedó sorprendida por un momento, luego mostró una sonrisa incómoda antes de retirarse. —Disculpen por haber interrumpido. Saldré de aquí enseguida… Lo siento, lo siento…

Dylan, boquiabierto, volvió en sí tras varios segundos. Apartó a Nicolás de un empujón y salió corriendo para alcanzarla, mientras gritaba:

—¡Eh! ¡La cosa no es así!

Ella fue interceptada en el pasillo y Dylan hizo todo lo posible para explicarle lo que había ocurrido. Cuando Nicolás por fin salió de la habitación, se fue con toda prisa.

—¡Hablen ustedes! ¡Me voy ya!

Al verlo irse, ella le hizo una pregunta a Nicolás, sin razón aparente:

—¿Dylan siempre es tan... activo?

—Pues, sí. Es su carácter. —Nicolás la miró—. ¿Me bus
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    Nicolás se puso la camisa.—No tuve tiempo para meditarlo.—Claro... Después de todo, parece que… —Dylan tocó el pecho de Nicolás y luego dibujó un corazón con sus manos —. Tu corazón de piedra se ha ablandado por ella…—Doctor Gómez, ¿estás aquí...? —Celia abrió la puerta justo en ese instante. Se quedó sorprendida por un momento, luego mostró una sonrisa incómoda antes de retirarse. —Disculpen por haber interrumpido. Saldré de aquí enseguida… Lo siento, lo siento…Dylan, boquiabierto, volvió en sí tras varios segundos. Apartó a Nicolás de un empujón y salió corriendo para alcanzarla, mientras gritaba:—¡Eh! ¡La cosa no es así!Ella fue interceptada en el pasillo y Dylan hizo todo lo posible para explicarle lo que había ocurrido. Cuando Nicolás por fin salió de la habitación, se fue con toda prisa.—¡Hablen ustedes! ¡Me voy ya!Al verlo irse, ella le hizo una pregunta a Nicolás, sin razón aparente:—¿Dylan siempre es tan... activo?—Pues, sí. Es su carácter. —Nicolás la miró—. ¿Me bus

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    Ella se sorprendió, volviéndose hacia Nicole, antes de acercarse.—Necesita ir al baño, ¿cierto? El jefe me envió a buscarla.Celia asintió. Se volteó para despedirse de Nicolás antes de irse. Él observó sus figuras alejarse y se quedó pensativo. En ese momento, un hombre salió del baño, deteniéndose a su lado.—Señor. —Lo saludó con respeto.Nicolás recompuso su expresión y le dijo:—Vámonos.***Celia siguió a Nicole al estacionamiento. César ya la esperaba dentro del auto. Al subir, él se inclinó hacia ella, causándole una sensación sofocante. De pronto, sintió algo frío en su cuello: el collar de rubíes estaba en su cuello. En los ojos de César ya brillaba el destello de aprobación.—Sabía que este color te quedaría bien.—¿Cuándo me devolverás el celular? —preguntó.La sonrisa de César se desvaneció. Acariciaba la delicada clavícula de Celia con los dedos.—Tu celular ya está viejo. Te compraré uno nuevo.—Pero todavía me funciona bien.Ella apartó su mano con la suya, pero él la

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    Celia desvió la cara para evitarlo.—Te alegrabas cuando Sira te llamaba así, ¿no?Tal vez porque ella la había mencionado, el agarre de César se relajó un poco. Se inclinó y dio una leve mordida en su hombro. Celia gimió de dolor, forcejeando entre sus brazos.—¡César! ¡Suéltame!Él se separó, bajando la voz.—Prefiero que me llames "cariño".Ella se paralizó unos segundos antes de reír con amargura.—¿En serio te gusta este trato? ¿Acaso antes se lo decía al perro?La expresión de César se tensó un poco al escucharlo. Entonces, varias piezas aparecieron en la pantalla principal. César retiró la mirada, guiándola hacia el sofá.—¿Te gusta algo?—Nada —respondió ella sin entusiasmo.Él sonrió, pero no insistió. El lote siguiente era un collar de rubíes. Los rubíes estaban tallados en formas ovaladas y de cojín, alternando con los diamantes brillantes en forma de marquesa. Brillaban bajo las luces. Su precio inicial era un millón de dólares.César llamó a Nicole.—Ofrezco dos millones.

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    César dejó que ella lo agarrara.—¿No me estás mintiendo?Ella le respondió sin pensarlo dos veces:—No.—¿Quieres ir a una subasta?Celia lo miró confundida.***Al final, ella aceptó. Después de tantos días encerrada en el apartamento, estaba al borde de la locura. Al anochecer, César la llevó a la casa de subastas. Nicole fue a la audiencia, mientras él la condujo a los asientos VIP.En las subastas, las figuras importantes no aparecerían en la sala principal. Los palcos VIP eran suites privadas. Estaban equipadas con pantallas con imágenes sincronizadas de las que había el palco con claridad.—Señor, ¿está acompañado de su esposa hoy?Por coincidencia, César y Celia se encontraron con Jorge y su esposa en el pasillo del segundo piso.Él asintió, sonriendo.—Qué coincidencia.La señora Ruiz posó su mirada en Celia, quien tomaba del brazo a César. No solo era hermosa, sino que también poseía una elegancia natural. Al notar la mirada, Celia también le hizo un gesto con cortesía.En es

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