Se connecterCelia, al borde del ahogo y afectada por el ligero mareo del alcohol, se sentía muy débil en el abrazo de César. Él rozó con suavidad su lóbulo con la punta de la nariz, y sus labios ardientes se posaron cerca de su cuello. Pero, ese beso no se posó en ella durante mucho tiempo. Al notar que ella intentaba quitarle la máscara, él tomó su mano y murmuró:—¿Me besaste y ahora quieres quitarme la máscara?Celia arrugó el entrecejo.—César Herrera, deja de fingir.—¿Cómo me llamaste?—Dije César…De pronto, unos pasos resonaron desde la sala, acercándose. Celia retiró la mano rápidamente, se separó de su abrazo y se arregló nerviosamente el vestido.—Señor Mendoza, ¿por qué está aquí? —preguntó Miguel, confundido.La forma en que Miguel se dirigió al hombre enmascarado sorprendió a Celia. —¿Señor Mendoza?Miguel miró a César y luego a la perpleja Celia, pensativo. César se ajustó la manga y le sonrió.—Solo buscaba un lugar para descansar y me encontré con la señorita por casualidad. Pare
Celia apareció tomada del brazo de Ben. Llevaba un vestido largo de terciopelo azul marino, con un diseño de lazo en el escote y una cinta de seda en forma de moño que caía desde su nuca hasta la espalda desnuda. La cintura ceñida y la falda bien ajustada delineaban perfectamente sus curvas. Ni siquiera necesitaba joyas deslumbrantes. Con estar allí, ya irradiaba una belleza elegante y llamativa que hacía imposible apartar la vista de ella. Enzo brindaba con los invitados distinguidos mientras les decía:—Bienvenidos al banquete. Mi hija acaba de llegar a Ficus y aún no está familiarizada con la ciudad. En el futuro, en asuntos profesionales, espero que puedan ofrecerle un poco de ayuda. —Señor Rojas, no se preocupe. Quizás en el futuro todos necesitemos la ayuda de sus hijos, ¿cierto?—Claro, claro —respondió Enzo con gran cordialidad. Ben se volvió hacia Celia.—Mi hermanita es muy hermosa. Tendré que vigilarla muy bien para que ningún joven descarado intente ligar con ella. —¿Jó
De regreso, Enzo se rio a carcajadas dentro del auto.—¡Y temía que te intimidaras! ¡Pero manejaste la situación con gran aplomo! —le dijo a Celia muy contento.Ella se aferró a su brazo.—No dejaré que mi papá y mi hermano queden en vergüenza.Enzo hizo un gesto, despreocupado.—A nosotros no nos importa su actitud. No nos afectará.Su actitud detrás de estas palabras era clara: sin importar si ella cometía un error, la respaldarían sin condiciones. Celia bajó la mirada, sintiendo una calidez en su interior. Sus padres y su hermano la amaban mucho, y sinceramente.—Por cierto, el banquete de bienvenida para ti tendrá que ser fastuoso. Ben, te encargo esta tarea, ¿vale? —propuso Enzo.Ben sonrió y aceptó.—Enseguida contactaré con el hotel para hablar del menú.Luego, volvió su mirada hacia Celia.—Si tienes alguna petición especial, no dudes en decírnosla.Celia apretó ligeramente los labios antes de responder.—No tengo ninguna petición especial. Si papá quiere, organiza el banquete
Águila percibió la insinuación en sus palabras y al instante se disgustó.—¿Qué quieres decir con eso? ¿Estás insinuando que soy mezquina?—Bueno, Celia solo dijo la verdad, ¿no? —Sonrió Enzo con frialdad—. Águila, parece que estás muy acostumbrada a recibir regalos. Debes haber acumulado una fortuna, ¿cierto?La expresión de Águila se ensombreció.—No me involucres.—Si no hubieras insistido en el tema de regalos, tampoco lo habría mencionado. —La voz de Enzo era calmada, pero mostraba una perceptible actitud—. Además, cómo críe a mi hija no es asunto tuyo.Celia se mantenía de pie, observando discretamente los cambios en las expresiones de cada persona. Podía sentir que todos en esta familia llevaban una máscara. Aunque compartían lazos de sangre, la atmósfera le resultaba extrañamente indiferente. Ante los intereses, ¿acaso todos los lazos familiares eran frágiles?A diferencia de ella, Ben dio un sorbo de té, ignorando la tensión como si ya hubiera anticipado la situación. El hombr
Por la noche, Celia cenaba con su familia. Nieve no paraba de servirle comida, reservando todos los manjares para ella.—Cariño, come mucho para que crezcas más rápido.Celia sonrió.—Gracias, mamá.Enzo le dio de comer a Nieve en persona.—Nuestra niña ya ha crecido. No te preocupes.Nieve apartó suavemente la cuchara, algo descontenta.—Puedo comer sola. Mi niña está aquí y no quiero…—Claro, claro. —Enzo siempre cedía ante sus deseos.Celia, al ver a Nieve tan feliz como una niña, se volvió hacia Ben.—Ben, ¿cómo está mamá? ¿Ha habido alguna mejora?—A veces está lúcida, pero pronto vuelve a ese estado. Pero, con la medicación, su situación se mantiene estable —respondió Ben.Al escucharlo, Celia bajó la mirada, pensativa.Después de la cena, la empleada doméstica llevó a Celia a su habitación. Estaba meticulosamente decorada al estilo europeo, que Enzo había preparado personalmente para aliviar la añoranza de Nieve por su hija.Celia guardó el equipaje y salió al balcón. La brisa e
Jacob se sorprendió.—¿Un invitado importante del señor Miguel?—Acabo de llegar a Ficus y no quiero llamar demasiado la atención. Cualquier mesa libre me parece bien. —Intervino Celia.Jacob quiso decir algo, pero al final cedió. El gerente los acompañó a una mesa tranquila y cómoda en el salón con una sonrisa de alivio.Mientras tanto, en el reservado de piso arriba, dos guardaespaldas esperaban frente a la puerta. Una camarera subía con unos aperitivos, abrió la puerta y entró. A través del biombo decorado con paisajes, se distinguía la silueta de un hombre sentado en la silla.—La señorita Rocío Herrera obtuvo una foto suya. Al enterarse de que sigue con vida, Macarena probablemente ya no podrá dormir tranquila.La mujer que hablaba a su lado era Nicole, quien había cambiado su peinado. Había dejado crecer su cabello, que antes era corto, pero ahora era largo y liso. Su vestimenta, como siempre, era pulcra y elegante, resaltando un aura de gran competencia. En cuanto al hombre sent







