Share

Capítulo 2

Penulis: Adrián Azul

El corazón de Estrella dio un vuelco.

¿Por qué me bajó la menstruación de repente?

Se apresuró a conducir, pero a mitad de la subida su frente ya estaba empapada de sudor frío.

No, el dolor era insoportable.

Detuvo el coche a un lado y, temblando, marcó un número.

—Bea… ¿has vuelto ya? Ven a buscarme, por favor.

—¡Estrellita! ¿Dónde estás? ¿Qué te pasa? —la voz de Beatriz sonaba desesperada.

—En la carretera de la mansión de los Fernández…

La sirena de una ambulancia rompió el silencio de la noche: Beatriz había logrado llamar a emergencias.

Cuando Estrella llegó al hospital ya era la una de la madrugada.

Tras una serie de pruebas, la noticia cayó como un mazazo: había perdido al bebé. Ya tenía seis semanas de embarazo.

Tendida en la cama, una lágrima se deslizó por la comisura de sus ojos.

Pobre criatura… ni siquiera había llegado a verla.

Beatriz, fuera de sí, masculló improperios.

—¡Maldito desgraciado! ¿No sabía que estabas embarazada? ¿Cómo pudo llevarte a la Casa del Lirio y destrozarte así?

Estrella, con ciclos siempre irregulares, jamás había sospechado de un embarazo. El niño debía haberse concebido el mes anterior, cuando acompañó a Lucio a Avalon en un viaje de trabajo. Pasaron tres días juntos y, al volver, él le advirtió que con eso ya había “cubierto la cuota” del mes. Aun así, ese mes volvió a exigir verla.

La puerta se abrió y una doctora entró con un informe en la mano.

—Señora, ha sido muy imprudente. ¿Cómo es posible que, estando embarazada, siguiera tomando anticonceptivos? Este bebé podía haberse salvado.

—¿Anticonceptivos? —repitieron Estrella y Beatriz al unísono, perplejas.

Estrella jamás había tomado nada. ¿Cómo habían llegado a su cuerpo?

La rabia encendió el rostro de Beatriz.

—¡Ese bastardo! Por esa tal Amanda Jiménez te ha estado drogando a escondidas. Si no quería un hijo, solo tenía que decirlo, ¿por qué recurrir a esto para dañarte?

El pecho de Estrella se contrajo con un dolor lacerante.

¿De verdad había sido Lucio?

Después de cada encuentro, los sirvientes le llevaban sopa de arroz o caldo. ¿Estaría ahí escondido el fármaco? En Avalon él no tuvo ocasión de hacerlo… por eso ese mes insistió en verla, para asegurarse de que no sobreviviera ningún hijo.

Sintió cómo toda su energía se le escapaba de golpe.

—Voy a la mansión de los Fernández ahora mismo. ¡Que paguen con sangre por este niño! —Beatriz, temblando de rabia, tomó el celular.

—¡Bea! —la voz frágil de Estrella la detuvo—. No lo hagas.

—¿Cómo que no? ¡Ese hombre mató a tu bebé! ¿Piensas dejarlo así?

Estrella cerró los ojos, tomó aire y, al abrirlos, sus pupilas ya no tenían lágrimas, sino hielo y odio.

—Lucio y yo ya decidimos divorciarnos. No quiero más lazos con él.

Pero te lo juro: averiguaré quién se atrevió a hacerme esto. Y a cada culpable lo haré pagar.

La dureza de su mirada hizo estremecer a Beatriz. Esa era la verdadera Estrella Gutiérrez: aparentemente frágil, pero con más carácter que nadie.

Beatriz dejó el celular y le apretó la mano helada.

—No te preocupes. Vengaremos a tu hijo. Quien haya sido lo pagará muy caro.

***

Esa noche, un trueno la despertó. No pudo volver a dormir. Bajo la luz tenue del velador, los recuerdos la arrastraron a cuando tenía diez años y empezó a seguir a Lucio; a los doce, cuando llegó a Nisa; a cada sacrificio que hizo para permanecer a su lado.

Había compartido todo con él. Y ahora, sin querer, había quedado embarazada… de verdad fue accidental.

Sin darse cuenta, no pudo contener las lágrimas que le brotaron sin aviso. La coraza de orgullo que había mostrado de día se deshizo en la oscuridad.

Su último tesoro de tres años casada con él era el bebé, ¡pero lo había perdido ahora!

Se cubrió el rostro con las manos y lloró desconsoladamente, dejando que el llanto rompiera su coraza. La noche era densa como tinta.

La lluvia se precipitaba con furia; cada gota golpeaba el cristal componiendo una música desesperada.

En otro punto de la ciudad, Lucio Fernández se incorporó bruscamente en la cama, respirando a bocanadas. El sudor le corría por la frente.

Otra vez ese sueño: el mar helado, el peso del agua hundiéndolo hasta la asfixia. Una angustia tan real que todavía lo mantenía temblando.

Caminó hasta el ventanal. Ni la lluvia torrencial podía lavar la sombra que le pesaba en el pecho.

Se sirvió un vaso de whisky y lo apuró de un trago. El ardor no borró la inquietud: algo terrible había sucedido. El pecho le dolía; un mal presentimiento lo carcomía.

Al amanecer, Estrella fue llevada al quirófano.

El olor a desinfectante, las luces blancas, el frío del instrumental metálico…

La doctora frunció el ceño.

—Quedan restos en el útero. Habrá que hacer un legrado. Pero, con su condición genética, es alérgica a cualquier anestesia. No podremos aplicarle nada.

Eso significaba que estaría consciente para cada segundo de aquella tortura.

Estrella asintió. El miedo la hacía temblar. Apretó los dientes y clavó las uñas en sus palmas para no gritar.

Cuando el primer instrumento penetró en su interior, el dolor la desgarró entera, como si todos sus órganos se contrajeran a la vez.

Un gemido sofocado se le escapó. El sudor le corría por la frente.

Las lágrimas se mezclaron con la sangre que chorreaba de su labio mordido.

“Que no olvide nunca quién le causó este sufrimiento. Que recuerde siempre la agonía de perder a mi hijo. A quien haya hecho daño a mi bebé, lo hará pagar.” Ella pensó que jamás los perdonaría.

El dolor llegó en oleadas, como si sus entrañas fueran trituradas. Por fin, la oscuridad la venció y perdió el conocimiento.

A esa misma hora, en la oficina presidencial del Grupo Fernández, Lucio fruncía el ceño ante la pantalla del celular.

Eran ya las diez de la mañana y el celular de Estrella seguía apagado.

¿Desaparecer, justo hoy, cuando habían quedado en firmar los papeles del divorcio?

Un acceso de furia lo llevó a dejar el celular con violencia sobre la mesa. Desde primera hora lo corroía una ansiedad inexplicable. Convencido de que era otra de sus tretas, murmuró para sí:

—Veamos con qué juego me sales esta vez, Estrella.

Lanjutkan membaca buku ini secara gratis
Pindai kode untuk mengunduh Aplikasi

Bab terbaru

  • De Esposa Millonaria a Mujer Libre   Capítulo 100

    —¡El restaurante Le Rendez que más le gusta a Estrellita, sus queridos lirios... todo ha sido manchado por esa tal Amanda! ¡Eres un...!Beatriz soltaba improperios. Carlos se apresuró a taparle la boca.Los guardias se llevaban a Beatriz en arrastre, ella pataleaba como loca, con ganas de volarle los... atributos.Carlos pensó: “Con esa furia, es capaz de hacer un agujero en el universo.”Una vez que se llevaron a Beatriz, el mundo recuperó de pronto la calma.Pero sus palabras resonaron durante mucho tiempo en los oídos de Lucio.Su restaurante favorito era Le Rendez. Él nunca había ido con ella, pero sí había alquilado el lugar completo para una cena con Amanda, haciendo pública su relación.Ahora se daba cuenta... cuánto le debía. Incluso cuando su aborto, no le dio ni un poco de consuelo. Esperaba en el futuro pudiera que...¿En qué estaba pensando?—¡Carlos!La voz de Lucio no era alta, pero tenía una penetrante firmeza.Carlos entró casi de inmediato, con unos pasos rápidos y fi

  • De Esposa Millonaria a Mujer Libre   Capítulo 99

    La sonrisa de Amanda se tensó un instante. Rápidamente recompuso su expresión, mostrando una confusión medida con precisión.—¡Ay, pensé que era algo grande! Esa... empleada de la Mansión Verjel, ¿verdad?El semblante de Lucio se ensombreció aún más.Amanda continuó explicando, sin apresurarse:Dijo que esa empleada era una tía lejana suya, que una vez había ayudado a su madre. El problema esta vez fue solo que había robado más de tres mil dólares a sus jefes, y luego su familia no paraba de ir a llorarle suplicando ayuda.Ella, harta de la situación, solo se lo había comentado de pasada.Si a él le molestaba el asunto, podía devolverle a la mujer. ¡Sin problema!¡Devolverla!La actitud tan convincente de Amanda hizo dudar a Lucio. ¿De verdad no sabía nada de los crímenes de Laura?Conocía a Amanda desde hacía muchos años. Era cierto que era consentida y caprichosa, y que montaba escenas por tonterías con frecuencia.Pero decir que era malintencionada, que podía planear o participar en

  • De Esposa Millonaria a Mujer Libre   Capítulo 98

    Sangre.Un rojo deslumbrante.Las imágenes en la pantalla eran exageradas, como de una mala película de terror.Pero Lucio sabía que todo había sucedido de verdad.Le había sucedido a ella.Apoyó su mano con fuerza sobre el borde del escritorio, cerrándola de golpe. Las venas del dorso se hincharon, como serpientes retorcidas y amenazantes.Los nudillos palidecían por la fuerza.Carlos permanecía de pie unos pasos detrás de él, con la cabeza gacha, pero sin apartar el rabillo del ojo de la tensa espalda de Lucio.El aire se había vuelto tan espeso que costaba trabajo respirar.Solo se escuchaban los leves sonidos ocasionales de la pantalla y la respiración del hombre, que se volvía cada vez más grave.La mirada de Lucio estaba clavada en la pantalla.Lo vio.A ese repulsivo lagarto, arrastrándose viscosamente por el suelo, trepando sobre ella, desplazándose lentamente.Su cuerpo tembló levemente. Cerró los ojos suavemente.Eso fue todo.El corazón de Lucio sintió que una mano invisible

  • De Esposa Millonaria a Mujer Libre   Capítulo 97

    En el suelo, una taza de vidrio yacía hecha añicos.Al verlo entrar de golpe, una expresión de turbación cruzó su rostro. Explicó en voz baja:—Es que... se me cayó sin querer.La tensión en el rostro de Lucio se relajó. Sin decir nada, dio unos pasos y la levantó nuevamente en brazos.—Eres un poco torpe —murmuró, mientras se giraba y se dirigía hacia la planta baja con ella en brazos.Abajo, ya estaba servido un abundante desayuno, una combinación de estilos oriental y occidental.Una empleada le sirvió el caldo. —Señora, el señor insistió en que le preparáramos este caldo especialmente para usted.El rostro de Estrella se ensombreció al instante. No dijo nada.Lucio hizo un gesto con la mano, indicándole a la empleada que se retirara.—Lo que pasó antes no volverá a ocurrir. La gente acá es de confianza, Carlos la seleccionó personalmente. Si hubiera algún problema, yo mismo le arrancaría la cabeza.Carlos: “Tengo razones para sospechar que le das envidia lo bien que me queda la ca

  • De Esposa Millonaria a Mujer Libre   Capítulo 96

    Veinte minutos después, el helicóptero aterrizó con suavidad en la Villa Riverside.Veinte kilómetros apenas separaban del centro de Nisa, rodeada de montañas, ríos cristalinas y vistas despejadas.Para Lucio, que necesitaba regresar a la empresa para ocuparse de asuntos pendientes, también era muy conveniente.Originalmente, había comprado esta montaña años atrás con el plan de desarrollar un resort de lujo.Pero cuando el estado de la salud de su abuelo empeoró, mandó construir esta villa aprovechando el entorno natural.En su interior había jardines bien cuidados con plantas exquisitas, huertos orgánicos e incluso un campo de equitación. Cada rincón respiraba una tranquilidad y lujo propios de un centro de reposo.Lástima que el abuelo, apegado a sus costumbres, nunca se sintió cómodo acá y prefirió quedarse en la Mansión Fernández.Así, esta enorme villa había permanecido vacía.La puerta de la cabina se abrió.Lucio se inclinó y, con sus dedos largos, desabrochó el cinturón de seg

  • De Esposa Millonaria a Mujer Libre   Capítulo 95

    Estrella permaneció en silencio, sus yemas de los dedos rozando suavemente la pantalla sobre la herida de Lucio.Esa sangre... era real. Ese dolor... también lo era.—Al verla en peligro, él sufrió más que nadie —continuó Carlos, con voz grave—. Él estaba bastante lastimado, pero no permitió que se lo dijéramos a usted.¿No permitió que le dijeran? ¿Por qué?La mente de Estrella era un torbellino. ¿Por qué, sabiendo la verdad, había elegido guardar silencio y proteger a Amanda?—Si no fuera porque la Srta. Amanda lo presiona utilizando una deuda de gratitud; el Sr. Fernández jamás volvería a ayudarla.Las palabras de Carlos cayeron como una piedra en el ya agitado lago del corazón de Estrella.—¿Deuda de gratitud? ¿Qué deuda? —preguntó por fin Estrella, con voz áspera. Alzó la vista hacia Carlos, sus ojos llenos de confusión y cuestionamiento.Carlos estaba sopesando si debía hablar o no, cuando llamaron a la puerta dos veces. Rápidamente, guardó la tableta y se situó formalmente a un

Bab Lainnya
Jelajahi dan baca novel bagus secara gratis
Akses gratis ke berbagai novel bagus di aplikasi GoodNovel. Unduh buku yang kamu suka dan baca di mana saja & kapan saja.
Baca buku gratis di Aplikasi
Pindai kode untuk membaca di Aplikasi
DMCA.com Protection Status