Llevaba un traje negro artesanal de alta costura, perfectamente ajustado a su figura. Cada centímetro de la tela gritaba lujo discreto y le quedaba perfecto, marcando sus hombros anchos y su cintura delgada.La luz creaba sombras suaves en su rostro de facciones marcadas. Una cara increíblemente fina, pero tan fría que helaba.Tenía la nariz alta y recta, los labios finos apretados, la línea de la mandíbula tan definida como si la hubieran tallado con un cuchillo. Y especialmente esos ojos, profundos y fríos como un pozo sin fondo en invierno, totalmente sin calor. Con solo una mirada casual, transmitían una presión abrumadora, la indiferencia y autoridad de quien siempre ha estado en la cima.Cualquier persona normal, al enfrentarse a esa mirada, probablemente se hubiera quedado temblando, sin poder hablar.Pero en este momento, esos ojos capaces de congelarlo todo, al verla, se derritieron milagrosamente.Como si la nieve se deshiciera, dejando solo una emoción indescriptible, casi..
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