T Y L E R
Era raro cómo la gente actuaba como si ni siquiera te conociera después de que prácticamente se habían enrollado contigo delante de toda la escuela. Sin embargo, aquí estaba la prueba viviente de eso.
Autumn estaba sentada con su pandilla en la cafetería, lo cual estaba bien porque no esperaba que se mudara de repente a mi tranquilo rincón, aunque al menos podía reconocer mi existencia. Era una mierda porque no podía dejar de pensar en ella desde aquel sueño caliente.
Caminé hasta mi casillero después de guardar mi bandeja. Estaba sacando mi libro de matemáticas cuando sentí una presencia. Era Cassandra. Habría pensado que estaba buscando a Castor, cuya casilla estaba solo a unas pocas de la mía, pero ahí estaba ella, de pie con su ajustado uniforme de porrista, apoyada en la que estaba justo a mi lado. Ella m
Traducción de Daniel Barrios. ¡Gracias por su amor y apoyo! Su compra ha dado soporte tanto al autor como al traductor. Por favor, deje una reseña, ya que esto ayudará tanto al autor como al traductor.
A U T U M NEsta mañana había llegado un paquete con veintisiete rosas. Veintisiete rosas por veintisiete meses que llevábamos juntos. Podía ser romántico, eso se lo concedía, sobre todo cuando metía la pata. Como aquella vez que me había engañado con Cassandra, aquella vez que nos había cambiado a los dos para siempre. También había sido romántico, enviándome una caja de chocolate y una carta escrita a mano. Yo había sido una tonta entonces, guardando la caja de chocolate y su carta en la caja de seguridad que mi padre me había regalado una Navidad.Ahora no era una tonta. Tiré las rosas al cubo de la basura sin pensarlo dos veces. Es una pena, porque me encantan las rosas, pero no las que se regalan por culpa y traición. Si mi ama de llaves Alberta se dio cuenta de que las rosas estaban en la papelera de la cocina, no dijo ni
A U T U M N—¿Cuántas veces tengo que decir esto? No la empujamos, señor.¡Dulce madre misericordia! Hablar con el Sr. Lex Huntington, el subdirector, era condenadamente agotador. El tipo podía ser un vicedirector, pero eso no significaba necesariamente que no fuera un completo idiota cuando se trataba de adolescentes conspirando unos contra otros.¿Cómo pudo creer a Rosie Park, por el amor de Dios?—¿Entonces qué sugiere, Srta. Summers? ¿Que la Srta. Lawson se cayó intencionadamente y se rompió la nariz? —El vicedirector Huntington levantó la voz. Había un tono incrédulo en él como si yo acabara de sugerir la cosa más escandalosa. Casi renuncié a explicarle lo que había sucedido, ya que parecía no entender que la gravedad existía y que a veces la gente se cae al suelo
A U T U M NMirando fijamente la puerta de madera que tenía delante, con un libro de Matemáticas en la mano, seguía sin saber por qué demonios el director Bernucci quería verme. Dejé escapar un suspiro, llamé a la puerta y me preparé para girar el pomo.Vi al director Bernucci mirando por la ventana, probablemente viendo el entrenamiento del equipo de fútbol, ya que su despacho daba al campo.—¿Director Bernucci?, —saludé mientras estaba junto a la puerta abierta. Se dio la vuelta y me dedicó una sonrisa al verme. Señaló las dos sillas vacías que tenía delante y dijo:—Señorita Summers, por favor, tome asiento.Me adentré en la gran sala y tomé uno de los asientos mientras él tomaba el suyo. El director Bernucci estaba tan guapo como hace un año, cuando lo había
T Y L E RElla lo había conocido. Había conocido a ese bastardo. Uno al que había deseado ponerle las manos en la garganta, el mismo al que había querido destruir. Me agarré al borde de la mesa con tanta fuerza que mi cuerpo temblaba literalmente; si acaso era por la ira y el resentimiento.¡Cálmate, Tyler! ¡Pronto tendrás tu venganza! Él rogará por tu misericordia. Harás que se arrepienta de haberte abandonado a ti y a mamá. Le harás pagar.Cerré los ojos y respiré profundamente para calmarme. Cuando los volví a abrir, ardían en deseos de venganza.Llevaba toda la vida esperando esto. Por fin llegó el momento.Porque mi silencio no es una debilidad sino el comienzo de mi venganza.A U T U M N—Sigo pensando que es Ellie —Jess tir&oac
A U T U M NAl día siguiente durante la clase de inglés, Mey ocupó el asiento junto a mí en el fondo del aula. Jess nos había llevado a todos a la escuela esa mañana, y nos habíamos reído mucho en el camino a pesar de la carta de amenaza que nos había quitado el sueño la noche anterior.—Bien, clase, voy a distribuir los resultados de sus exámenes. Los que no hayan aprobado, tengan la amabilidad de reunirse conmigo después de clase para programar su nueva prueba. —Joe llevaba una pila de papeles en el brazo y empezó a caminar, repartiendo nuestros resultados.Se detuvo junto a mi mesa unos minutos más tarde y puso el papel sobre ella.—Buen trabajo, señorita Summers. Habría sido un sobresaliente si no fuera por unos pequeños errores en el número tres.Le dediqué una pequeña so
T Y L E RMiré la fotografía de una joven de quince años con el pelo corto y castaño y unos ojos oscuros de color avellana que coincidían con los míos. Shanelle era su nombre. Pensar que esta chica inocente era la hija de aquel bastardo era casi increíble. Parecía tan inocente y angelical, y casi me sentí mal por hacer esto. Pero la venganza era la venganza, y no importaba lo difícil que fuera, todavía tenía que hacerlo.Dejando escapar un profundo suspiro, le di una palmadita en el hombro a Lucas.—Te debo esta, compañero. —Mi amigo se rio.—No te preocupes, amigo. Es una chica bonita, es un placer.A U T U M NMe sentía como una mierda mientras estaba tumbada en mi cama, mirando las cuatro paredes. Aunque odiaba admitirlo, me sentía mal por haber amenazado a Ellie. Deseaba no haber ten
A U T U M N—¡Autumn! ¡Autumn! ¡Para! —Su voz acariciaba mi nombre como antes, pero ahora se sentía como una puñalada en la parte posterior de mis oídos.Cuando estuve segura de que podía hacerme la dura, me di la vuelta para mirarlo. Estaba jadeando. Dobló su cuerpo, poniendo una mano en su rodilla.—¿Por qué no me dijiste que venías?—¿Por qué?, —le espeté—. ¿Para poder avisar a esa zorra y decirle que espere? —Joe se enderezó y me lanzó una mirada de desaprobación.—No es una zorra.—Ah, ¿y ahora eres su abogado? —Puse los ojos en blanco—. Esa no es la impresión que tuve cuando la vi haciéndote sexo oral. —Era bastante impresionante la rapidez con la que hab&iac
A U T U M NNo tenía ni idea de cómo había llegado allí, sentada en las gradas y viendo el fútbol. Un juego que no acababa de entender. Pero aceptaba cualquier cosa que me distrajera: para no recordar que tengo mi corazón adolorido.Les había contado a las chicas lo de Joe. A ninguna de ellas le gustaba mi relación con él, pero tuvieron diferentes reacciones a mis noticias. Jess se había enfadado muchísimo; odiaba que me hubieran hecho daño. Mey no había dado más que un abrazo, mientras que Norma se había limitado a decir que se alegraba de que todo aquello hubiera terminado.—¡Ese chico nuevo está muy bueno!, —dijo Jess mientras nos daba un codazo a Norma y a mí, que estábamos sentadas a su izquierda y a su derecha. Norma entrecerró los ojos y se puso una mano en las cejas para protegerse del sol