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El Precio De Traicionar A La Reina
El Precio De Traicionar A La Reina
Author: Crystal K

Capítulo 1

Author: Crystal K
El Alfa Riven era mi compañero destinado. Yo había transformado su manada, que estaba al borde del fracaso, en una verdadera potencia. Nuestra victoria debía marcar un nuevo comienzo. En cambio, durante el banquete de celebración, me rechazó por otra loba... una que cargaba con su cachorro.

—¡Esta noche celebramos la gloria de la Manada Blackmoon!

La hoguera rugía. Riven estaba de pie sobre una plataforma elevada, alzando su copa de plata.

Su cara atractiva resplandecía bajo la luz del fuego, mientras sus ojos recorrían a cada miembro de la manada.

—¡Mañana dejaremos este páramo helado y estéril para mudarnos a las tierras fértiles en el corazón de la Alianza!

Un grito festivo estalló entre la multitud. Los miembros de la manada alzaron sus copas y una energía primitiva vibró por todo el campamento.

Yo permanecía en las sombras, observando mi creación. El Alfa que había construido desde la nada.

Cinco años. Había tomado una manada patética de una docena de lobos y los forjé hasta convertirlos en una fuerza digna de las tierras centrales de la Alianza.

Yo hice que esto sucediera. Pero las advertencias de mi padre sobre la traición que conlleva el poder siempre resonaban en mi mente.

Con cada alianza que forjé, con cada estrategia que diseñé, creé una copia oculta, un registro paralelo de pruebas. Lo llamaba mi “seguro de dote”, rogando a la Diosa no tener que usarlo nunca.

Pero sí, aún guardaba un secreto muy cerca de mi corazón. Una vez que estuviéramos en la Alianza, revelaría mi verdadera identidad. Y le ofrecería un trono.

—Entrega las piedras lunares a nuestros guerreros —ordenó Riven con voz potente.

Miré con entusiasmo al Beta, Mark. Mi corazón se aceleró. Piedras lunares. El máximo honor en la manada, reservado para sus más grandes héroes.

Mark sostenía una bandeja de plata cargada con las piedras brillantes y comenzó a repartirlas.

—Por tu valentía en el Valle Ice Bear.

—Por tu trabajo durante la crisis de alimentos.

—Por tus brillantes negociaciones.

Uno por uno, los miembros de la manada recibieron su honor. Mark caminó hacia mí... y luego pasó de largo, entregándole una piedra lunar al lobo que estaba detrás de mí.

Me quedé helada.

—¿Qué? —Estiré la mano y lo detuve—. ¿Dónde está mi piedra lunar?

Mark sostuvo mi mirada; sus ojos eran distantes. Estaban llenos de un asco que me sacudió hasta la médula.

—¿Qué piedra lunar? ¿Qué te da derecho a una?

—¿Qué me da derecho? —No podía creer lo que escuchaba—. Durante los últimos cinco años...

—¿Durante los últimos cinco años, qué? —interrumpió una voz femenina y afilada.

Jenna se acercó contoneándose, con una sonrisa cruel curvando su cara bonita.

—¿Exactamente cómo contribuiste a la manada? —se burló, alargando la palabra con ironía.

Los miembros de la manada a nuestro alrededor comenzaron a susurrar. Sentí cómo sus miradas se volvían extrañas y hostiles.

—¿De qué estás hablando? —Arrugué la frente, confundida.

—¿Que de qué estoy hablando? —Jenna se rio—. ¡Quítate, loba asquerosa!

Sacó un documento de su vestido y me lo estampó en la cara.

—¿Qué es esto? —Lo agarré.

Garabateadas con tinta roja como la sangre sobre el pergamino plateado, había palabras que hicieron pedazos mi mundo: DISOLUCIÓN DE VÍNCULO. Al final estaba la firma clara de Riven.

—¡No! —Alcé la mirada hacia Riven en la plataforma.

Me observaba, con la mirada vacía.

—¡Riven! —Corrí hacia la plataforma—. ¡¿Qué está pasando?!

—¡Alto! —Mark me bloqueó el paso—. ¡No eres digna de acercarte al Alfa!

—¿No soy digna? ¡Soy su compañera destinada!

—¿Compañera? —Jenna soltó una carcajada—. ¿Tú?

Aplaudió dos veces. El cristal mágico en el centro del campamento se iluminó, proyectando una visión enorme.

El cristal mostraba escenas mías. Riéndome con otros Alfas. Dejando que me tomaran por la cintura, me acariciaran la mejilla, incluso que me dieran un beso en la frente.

—¿Qué es esto? —Miré las imágenes, horrorizada.

—¡Esto —dijo Jenna con saña— es tu “trabajo duro” de los últimos cinco años! ¡Vendiste tu cuerpo por su apoyo!

La manada estalló. Jadeos de furia. Rugidos de indignación.

—¡Así que fue así!

—¡Con razón recibimos tanta ayuda de otras manadas!

—¡Loba sucia!

—¡Deshonró a nuestra manada!

Riven bajó lentamente de la plataforma y se paró frente a mí.

—¿Tienes algo que decir? —su voz era gélida.

—¡Tienes que creerme! —Le agarré el brazo—. ¡Estas visiones son falsas! Si no, ¿por qué no lo sentiste a través del vínculo?

—¿Falsas? —Apartó mi mano de un empujón—. Jenna dijo que tienes una droga que puede bloquear temporalmente la conexión entre nosotros. Te juntas con esos todos los días. No parece que te sea difícil conseguirla. Entonces explícalo. ¿Por qué nos ayudó la Manada Shadow? ¿Por qué la Manada Storm nos prestó guerreros? ¿Por qué la Manada Bloodfang compartió sus terrenos de caza?

—¡Por mis estrategias! ¡Por mi diplomacia! —grité desesperada.

—¿Estrategias? ¿Diplomacia? —escupió Riven las palabras—. ¿O fue solo una cama caliente lo que ofreciste?

Levantó la carta de rechazo; el borde plateado brilló bajo la luz del fuego.

—¡Yo, Riven, Alfa de la Manada Blackmoon, por la presente rechazo a Renata como mi compañera!

El borde de la carta me cortó la mejilla. La plata ardió como fuego. La sangre goteó por mi cara.

Una agonía abrasadora desgarró mi alma. El vínculo de compañeros se estaba rompiendo. No podía respirar.

—¡Desde este momento, no eres nada para mí!

Me sujeté la mejilla, soportando el dolor mientras miraba las visiones.

Me paralicé.

En una de las imágenes, el lobo que me sostenía, el que me había salvado de una manada de lobos errantes... tenía el cabello dorado y los ojos tan oscuros y profundos como una noche sin estrellas.

Conocía esa cara. Damien. Mi hermano. El Príncipe Heredero Damien. En un instante, todo encajó.

La frialdad de Riven, las burlas de Jenna, la hostilidad de Mark, la distancia de la manada. Todo era una trampa.

Esperaron este momento, antes de mudarnos a los territorios centrales, para borrarme.

Para que Riven pudiera llevarse toda la gloria él solo. Miré la visión y una risa escapó de mis labios.
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