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Capítulo 2

Penulis: Crystal K
—¿Quieres saber la verdad?

Me limpié la sangre de la mejilla con una calma que resultaba aterradora.

—¿La verdad? —se burló Riven—. ¿Qué cuento vas a inventar ahora?

—Ese lobo del cabello dorado —señalé a Damien en la proyección—. Es mi hermano...

—¿Más historias de fantasía? —me interrumpió Jenna, con los ojos brillando de triunfo—. ¿Así les dices a todos? ¿Cualquier Alfa con el que te metes a la cama es tu hermano?

La manada estalló en carcajadas burlonas.

Cerré los ojos. El recuerdo me golpeó con fuerza. Mi padre, el Rey Alfa, en su trono. Su voz, una sentencia implacable: “Serás un peón político”.

“¡No seré moneda de cambio!”, había gritado yo. “¡Demostraré que tengo valor!”

“¡Basta! Eres una princesa. No tienes opción.”

Esa noche hui de la capital. Llegué a este páramo desolado y oculté mi identidad. Solo quería probar que podía construir algo por mi cuenta, sin la sombra de mi sangre real.

Entonces conocí a Riven, un Alfa desesperado y al borde del fracaso. Cuando sentí que el vínculo del destino encajaba entre nosotros, lo elegí a él. Decidí confiar en la Diosa de la Luna.

Durante cinco años, usé todo mi conocimiento, mis recursos y mis conexiones. Cada estrategia, cada batalla, cada negociación; entregué el alma en ello.

Creí que nuestro vínculo significaba algo. Pensé que él me valoraba. Iba a darle el mundo entero. Presentarlo con mi padre. Una oportunidad al trono mismo.

Y ahora, el futuro que había planeado para nosotros, la sorpresa final... él acababa de reducirlo todo a cenizas.

—¡Ese lobo es mi hermano! —abrí los ojos y grité, con la voz desgarrada—. ¡El Príncipe Heredero Damien!

—¡Jajaja! —Jenna se rio hasta las lágrimas—. ¿El Príncipe Heredero? ¿Ahora resulta que eres una princesa?

—¡Si vas a soñar, al menos hazlo creíble! —se mofó Mark.

La risa de la manada fue una marea inmensa. Se estrelló contra mí, arrastrándome al fondo. Ahogándome.

Riven caminó hacia mí. Por una fracción de segundo, vi algo en sus ojos más allá de su dureza: un destello de inseguridad, de resentimiento.

Odiaba que yo fuera la razón de su éxito. Odiaba la forma en que otros Alphas lo miraban, con un respeto que sabía que estaba dirigido a mí.

Necesitaba probar, no solo al mundo sino a sí mismo, que esta gloria era suya y solo suya. Ese destello se desvaneció, reemplazado por una mueca de desprecio mientras me miraba por encima del hombro.

—Renata, pensé que solo eras vanidosa. No sabía que también estabas loca.

Se giró y tomó la mano de Jenna; su agarre era casi posesivo, como si ella fuera un premio que realmente hubiera ganado por mérito propio.

—Esta noche tengo otro anuncio —su voz retumbó por todo el campamento—. ¡Jenna será mi Luna!

Alzaron las muñecas. Tatuajes de la Manada Blackmoon con tinta fresca marcaban su piel: las lunas crecientes negras que los identificaban como compañeros destinados.

—¡Felicidades, Alfa!

—¡Felicidades a nuestra futura Luna!

La manada se abalanzó hacia adelante, ofreciendo sus bendiciones.

Jenna se recargó en Riven, sonriéndome con malicia.

—¿Ves? —susurró, su voz como una caricia venenosa en mi oído—. Aquí es donde se para una verdadera Luna. ¿Tú? Tú solo eras una piedra en el camino. Cuando mucho, una herramienta desechable.

Riven la envolvió en sus brazos y le besó la frente.

—De ahora en adelante, la Manada Blackmoon tiene una sola Luna. Y es Jenna.

Lo vi todo, y sentí que algo moría dentro de mí.

Cinco años de devoción. Cinco años luchando codo a codo. Cinco años soportando cada tormenta. A sus ojos, yo solo era un peón para descartar.

Retrocedí tambaleándome, alejándome de la gran fogata y de la multitud alegre. El viento aullaba sobre la nieve; el aire helado fue una brutal cachetada de realidad.

“¿Era poder lo que querías? ¿Estatus? ¿Gloria?”

“Te di todo eso”.

“Pero fuiste codicioso. Tuviste que pisotear mi dignidad y robarme todo”.

Miré hacia atrás, a la pareja abrazada bajo la luz del fuego.

“Si puedes ser así de despiadado, no me culpes por lo que viene”.

“Te saqué de la basura y te elevé hasta los cielos”.

“Ahora, te arrastraré al infierno. Y yo misma te voy a enterrar”.
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