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Capítulo 2

Autor: Alyssa J
Cada vez que le donaba esencia de lobo a Victoria, necesitaba varios días de reposo para recuperar fuerzas. Esta vez no fue la excepción. Sin embargo, la casa estaba vacía: todos se habían ido al hospital para hacerle compañía a mi hermana y nadie se acordó de dejarme siquiera un plato de comida caliente.

Salí de mi habitación con un plato vacío, con la esperanza de encontrar un pedazo de pan para controlar el hambre, cuando una caja de cartón duro voló repentinamente hacia mi cara. Como mi espíritu de loba seguía aletargado, no pude esquivarla. La caja me dio en la frente, haciéndome sangrar.

—¡Ember! ¿Qué demonios estás haciendo? ¿Por qué no revisas los mensajes que te mandamos?

Mamá estaba parada en la sala con las manos en la cintura. Detrás de ella venía Victoria, con un chal grueso y con las mejillas sonrosadas, sin rastro de enfermedad.

Victoria corrió hacia mí, extendiendo la mano como si quisiera limpiarme la sangre de la frente, pero deliberadamente clavó las uñas en la herida, haciéndome retroceder por el dolor. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se volvía hacia mamá.

—Por favor, no te enojes. Tal vez no vio el mensaje. Estaba tan agotada después de donarme esencia ayer que se quedó dormida...

—¿Dormida? —Mamá se enfureció aún más y me señaló acusadoramente—. ¡Revisa el grupo! ¡Mandamos mensajes a las seis de la mañana diciéndote que prepararas el pastel de chocolate que tanto le gusta a Victoria para recibirla! Ni siquiera te tomaste la molestia de contestar. ¿Lo haces solo para llevarnos la contra?

Saqué mi celular solo para descubrir que la pantalla estaba negra. Estaba segura de haberlo conectado anoche, pero ahora no encendía. No necesité pensarlo mucho para saber que Victoria había desconectado el cargador mientras yo dormía y había escondido el celular debajo del sofá. Quería que nuestros padres pensaran que los ignoraba adrede.

—No vi el mensaje, se me acabó la carga —dije, frotándome la frente punzante con voz ronca.

—¿Se acabó la carga?

Finn entró desde la calle sosteniendo mi celular con la pantalla encendida; era obvio que Victoria acababa de dárselo.

—Esto tiene batería, ¿no? Ember, ¿podrías dejar de poner pretextos? Que den de alta a Victoria es algo muy importante, ¿no podías poner un poquito de atención?

Victoria jaló la manga de Finn.

—No regañes a mi hermana. De todas formas, no tengo antojo de pastel. A ella le gusta pintar, tal vez se quedó despierta hasta tarde anoche y se le olvidó revisar el celular...

—¿Pintar?

Finn soltó una carcajada seca, paseando la mirada hacia la puerta de mi cuarto, donde había dejado el cuadro inconcluso de un bosque con manadas de ciervos la noche anterior. Pero ahora el lienzo estaba hecho pedazos y había pintura salpicada por todos lados.

—¿De qué sirven esas pinturas basura? La última vez Victoria me dijo que pintaste un bosque sin ella y comentaste que “no querías quedarte con una carga”. ¿Así es como te comportas siendo su hermana mayor?

Me quedé pasmada. Ese cuadro era un regalo para Grayson, porque una vez me comentó que quería llevarme a conocer un bosque. Anoche guardé la pintura en mi cajón, pero ahora estaba destruida. No había mucho que adivinar: Victoria otra vez.

—¡Yo nunca dije eso! ¡Está mintiendo! —No pude evitar alzar la voz.

Mamá se abalanzó sobre mí, señalándome la frente.

—¿Cómo te atreves a contestar así? Victoria se porta tan bien, ¿crees que nos mentiría? Mírate nada más: lo único que haces es encerrarte en tu cuarto, pintando o perdiendo el tiempo, no te importa tu hermana para nada. ¿Cómo terminamos con una hija tan desconsiderada?

En ese momento, Grayson entró. Al ver la herida en mi frente, arrugó la frente y se apresuró a acercarse como si quisiera tocarla, pero Victoria le atrapó la mano.

—No te preocupes, mi hermana nada más chocó con algo sin querer —dijo Victoria, mirándolo con inocencia—. Le acabo de decir que quería que caminara conmigo en el jardín, pero no se veía con muchas ganas... ¿La interrumpí?

Grayson se detuvo y, al voltear a verme, sonaba resignado.

—Victoria acaba de salir del hospital y quiere que la acompañes. Ve con ella, ¿sí? Está delicada y necesita que alguien la cuide.

Observé la confianza en los ojos de Grayson y sentí una punzada en el corazón. Veía la herida en mi frente, veía lo pálida que estaba, y aun así creía en las palabras de Victoria. Los recuerdos de mi vida pasada me golpearon: ella siempre me tendía trampas así, y Grayson siempre decía: “Todavía es joven, tenle paciencia”.

—No voy a ir —dije dando un paso atrás, esquivando la mano de Grayson—. No me siento bien, quiero descansar.

—¿Qué te pasa? —respondió mamá—. ¡Victoria es mucho más delicada que tú y no se está quejando de sentirse mal! Ember, te lo advierto, hoy vas a ir al jardín con Victoria quieras o no, ¡o te quedas sin cenar!

Victoria me echó una mirada furtiva, con una sonrisa apenas visible en los labios. Sabía que mientras se hiciera la víctima, todos se pondrían de su lado.

Al mirar a la familia contra mí, de pronto me sentí ridícula. Preferían creerle a una hermana supuestamente enferma que mentía constantemente antes que confiar en mí, la hija que usaban como su banco de esencia de lobo. Aunque Grayson tenía momentos en los que se preocupaba por mí, siempre estaba cegado por la fachada de Victoria.

—Está bien, iré.

Respiré hondo y regresé a mi habitación por una chamarra. En el umbral, escuché a Grayson preguntarle a Victoria en voz baja:

—¿Chocaste con ella hace rato? Esa herida se ve muy fea.

Los ojos de Victoria se llenaron de lágrimas y se le quebró la voz.

—¡Yo no fui! Nada más trataba de ayudar a mi hermana a levantar su plato, ella chocó conmigo sin querer y se cayó... Es mi culpa, ojalá no hubiera tocado el plato.

Me quedé paralizada a medio paso y la última esperanza que me quedaba se desmoronó. Así que había sospechado algo, pero las lágrimas de Victoria siempre pesarían más que mis quejas.

En el bolsillo de mi chamarra tenía una copia del contrato de compra del bosque que había hecho en secreto ayer. El papeleo estaría listo en dos días y entonces podría escapar de esta familia asfixiante.

En cuanto a Grayson... si nunca iba a despertar y darse cuenta de lo que estaba pasando, entonces tampoco quería ese “amor”.
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