Regina no quería volver a la casa de los Morales. Después de buscar en internet los trámites para casarse, fue directamente al Registro Civil a sacar su constancia de residencia y, con la constancia, su identificación y Gabriel, se dirigió también a registro civil para el enlace.Como era día hábil, a las tres de la tarde no había mucha gente; terminaron en poco más de diez minutos.Cuando les entregaron el acta de matrimonio.A Regina todavía le parecía un poco irreal. «¡Estaba casada! ¡Y nada menos que con Gabriel!»«¡Con la persona que más detestaba!»«¡Qué locura!»Salió detrás de él. Tras bajar los escalones de la entrada, Gabriel se detuvo de pronto, se volteó hacia ella.—Voy contigo a tu casa por tus cosas.Ella tardó un instante en reaccionar.—¿Qué cosas?La expresión de Gabriel denotó cierta impaciencia mientras la observaba.—Somos marido y mujer, ¿recuerdas?«Marido y mujer...»Regina por fin comprendió: quería que recogiera sus cosas para mudarse con él.«¿No iba todo dem
Gabriel, con una expresión indescifrable, inquirió:—¿Solo para eso querías verme? ¿Para hablar de esto?—No... no es eso. Tengo otras cosas importantes que decirte, pero antes necesito aclarar este punto. ¡Es muy importante para mí!Regina lo miró con una fijeza cargada de seriedad.Él le sostuvo la mirada un instante.—No —respondió con sequedad.Un alivio fugaz recorrió a Regina, pero la duda persistió.—Pero te vi con ella en la reunión de exalumnos esa noche...«Y hasta dejaste que te tomara del brazo.»Eso último no se atrevió a decirlo en voz alta.—Tú también estabas ahí, ¿o no?Una sonrisa que no llegaba a sus ojos, cargada de escepticismo, se dibujó en los labios de él.—¿Y tu novio sabe que te viste conmigo para hablar de esto?—¡Luis no es mi novio!Regina se apresuró a explicar:—Su prima me pidió que lo acompañara, como un favor. No quería que él pagara todo en la reunión.Gabriel rio con un tono de burla.—Pero «qué considerada» eres.Ella esperó un momento. Al ver que n
—¿Cómo puedes seguir defendiéndolo a estas alturas?Regina no defendía a Gabriel, simplemente exponía los hechos. En aquel momento, su única obsesión era vengarse de Jimena, y por eso había actuado así. Más tarde, también por venganza, se había acercado a Gabriel, con la intención de conquistarlo.Y al final, había terminado por arrastrar a Mateo, quien ahora convalecía en un hospital…¿Acaso no era esto el karma?—Aunque tú lo hubieras provocado, habías bebido, ¿no es así? Él estaba sobrio, ¿verdad? Sus familias se conocen, por edad ¡prácticamente es como si fuera tu tío! ¿No crees que es un canalla por haberse aprovechado de ti?—Creo que él también había bebido.Andrea estuvo a punto de replicar que un hombre borracho difícilmente podría… pero al ver el estado de Regina, prefirió no seguir discutiendo. Suspiró y le preguntó:—Bueno, ¿y ahora qué piensas hacer?«¿Qué hacer?» La cabeza de Regina era un torbellino de ideas confusas. Mantenía la mano sobre el vientre. Bajó la mirada un
Después de llevarle comida a Mateo, Regina, de camino a casa, pasó por una farmacia. Necesitaba algo para el estómago; últimamente, todo lo que comía lo devolvía, y la indigestión era constante. Mientras esperaba a que el farmacéutico le diera sus medicamentos, oyó la voz de una muchacha detrás de un estante:—Este mes no me ha bajado la regla, creo que estoy embarazada, ¿qué hago?A Regina se le heló la sangre. Algo hizo clic en su mente y abrió los ojos de par en par, aterrada, mientras se llevaba una mano al vientre.—Te dije ese día que usaras condón, pero tú con que eran mis días seguros y no pasaba nada. Acabo de buscar en internet y dice que igual una puede quedar embarazada. Ahora devuelvo todo, seguro que sí estoy embarazada, ¡cien por ciento! No me importa, no quiero ser madre soltera. Ve a hablar con tus papás para que vengan a mi casa a pedir mi mano. ¡Tenemos que casarnos antes de que se me note la panza!—¿Qué? ¿Que tus papás no aceptan lo nuestro? ¿Y aun así te acostaste
Sebastián, al escucharlo, también percibió que Andrea estaba particularmente extraña ese día. Su hermana casi nunca le marcaba a esas horas, y mucho menos para preguntar específicamente por Gabriel. Sacudió la ceniza del cigarrillo y le dedicó una mirada socarrona al aludido; sus labios esbozaron una sonrisa llena de sorna.—Parece que tu tiempo de juego con nosotros se está acabando.Luego, se dirigió a Andrés.—Llámale a tu hermano para que se una....Para sorpresa de todos, Andrea llegó sola. Sebastián la vio entrar sin compañía y su expresión mostró extrañeza.—¿Y eso que vienes sola?—¿Pues quién más iba a venir? Obvio vengo sola.Andrea observó que estaban jugando al póker y se sentó junto a su hermano.—¿Y tu amiga del alma?—¿Mi amiga?Ella miró a Sebastián y, como si una idea la iluminara, volteó hacia el individuo distinguido y atractivo que estaba enfrente. Con un tono que denotaba una súbita comprensión, canturreó:—¡Ahhh! Te refieres a Regi, ¿verdad?El nombre de «Regi» r
Regina no era ajena a esa idea.Pero conociendo a Gabriel, que accediera a un favor así indicaba que Elena tenía un lugar especial para él.Recordó cuando Gabriel, delante de Luis, se había presentado como su novio. Aunque sabía que lo había dicho para protegerla, una parte de ella siempre creyó que había algo más.Ahora, esa ingenua alegría le parecía patética.Regina sintió los ojos anegarse en lágrimas mientras sus pensamientos se arremolinaban.—¡Que sea novio de quien se le antoje, es su problema! No voy a volver a pensar en él. No es que me falten pretendientes, ¡tengo de sobra! ¡No voy a estar perdiendo el tiempo con ese tipo!—¡Mañana… mañana mismo me consigo un novio!Andrea, al verla en ese estado, suspiró para sus adentros y prefirió cambiar de tema....El crepúsculo apenas comenzaba a ceder ante la noche.Las luces del privado 1997 ya estaban encendidas. Sebastián Sáenz prendió un cigarrillo; la brasa carmesí dibujaba una línea fina que titilaba en la penumbra. Dejó el cel