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Capítulo 4

Penulis: Shirley
Cuando volví en mí, me di cuenta de que mi cristal de comunicación parpadeaba. La voz de mi padre se escuchó, estaba tan emocionado que no podía disimular.

—Ya te preparé mi estofado especial y también hice venado asado.

Respiré hondo, no dije nada más y hui de ahí.

***

Mi padre y yo pasamos toda la tarde preparando un festín digno de una guerrera, cocinando a fuego lento su estofado de caza, una receta secreta.

Los platillos se enfriaron sobre la mesa. Kade nunca llegó. Los pocos enlaces mentales que le envié quedaron sin respuesta.

Ver la decepción apagar el brillo en los ojos de mi padre me dio vergüenza. Puse cualquier pretexto y salí al balcón para forzar la activación de mi vínculo mental con Kade.

Esta vez, el enlace se conectó rápido. Fui al grano.

—¿Ya estás en camino? Mi papá te ha estado esperando un buen rato.

Su tono era el de alguien que apenas se acordaba del asunto.

—Perdón, la junta se alargó. Se me fue el tiempo...

A través de la conexión se coló el sonido de música a todo volumen y las risas de un grupo de lobos.

Era la música ambiental y suave, característica de los clubes privados de lujo.

—Prueba esto. Le pedí al chef que te lo preparara especialmente a ti —susurró la voz empalagosa de Selena a través del enlace.

—¿La comida de un veterano? Qué anticuado. Seguramente ni sabe usar las especias correctas.

Alguien bromeó.

—¿A poco Selena ya se puso celosa?

—Tú tranquila. Anya no es competencia. Su papá es un guerrero acabado. Ni siquiera consiguió honores de verdad en la guerra.

Las risas burlonas de sus amigos me dejaron helada. Escuché el impaciente murmullo de Kade, como si estuviera revisando su teléfono constantemente.

Dijo, con un claro tono de fastidio:

—Ya déjenla en paz.

Escuché el chasquido de un encendedor, seguido de su voz, enronquecida por el humo.

—Acabo de ascender como Alfa. No puedo quedar mal por irme antes de una junta importante. Otro día se lo compenso a tu papá, ¿sí?

¿Me creía tan tonta como para pensar que estaba en una junta con el ruido de un club privado de fondo?

Cuando iba a responder, escuché una voz apremiante del otro lado.

—Ya deja de perder el tiempo. Selena te está esperando.

Kade apagó su cigarrillo. Su voz era de ternura falsa.

—Pórtate bien. Tú siempre eres tan comprensiva. Te lo compenso en la noche cuando vuelva.

Tras cortar la comunicación, volví al comedor, fingiendo normalidad. Dije con una sonrisa forzada:

—Le salió una junta urgente.

La mesa estaba llena de la comida que mi padre había preparado. El estofado seguía a fuego lento, y su aroma inundaba el ambiente.

—Vamos a comer nosotros.

Mi padre preguntó, mirándome.

—¿No vamos a esperarlo?

—No lo vamos a esperar.

Nos sentamos en silencio. Mi padre me sirvió un tazón. Preguntó:

—¿Tú crees que el Alfa de verdad te quiere?

La cuchara se me quedó suspendida en el aire.

—Un Alfa que te quisiera de verdad no dejaría que pasaras por una situación tan vergonzosa tú sola, y menos en una ocasión importante.

La voz de mi padre era tranquila, pero cada palabra se sentía como un clavo enterrándose en mi corazón. Intenté defender a Kade una vez más.

—A lo mejor de verdad le salió algo urgente...

Mi padre negó.

—Hija, yo ya he visto muchas cosas. Anya, quiero verte como una Luna en toda regla antes de morir. Pero si su unión no se basa en el respeto, prefiero que sigas tu camino sola.

Hizo una pausa y me miró.

—Y recuerda que el honor de un guerrero es más valioso que un amor que no te valora.

Dejé la cuchara y abracé a mi padre.

—Papá, ya sé qué tengo que hacer.

***

Cuando regresé a nuestro hogar, Kade ya estaba ahí; de alguna manera había llegado antes. Salía de la cocina con un vaso de licor de lobo, un líquido potente y de un rojo intenso, como la sangre.

En cuanto me vio, su mirada se clavó en la maleta de lona que yo traía a mi lado y sus pupilas se contrajeron.

—¿Qué es esto? Me enteré de que te vas a la manada Silver Crest.

No lo negué. Kade acortó la distancia en un solo paso, repentino, y me atrajo hacia sus brazos.

—No vas a ir a ningún lado sin mi permiso.

Me besó con fuerza, un movimiento brusco, como si estuviera marcando su territorio. Le mordí el labio con fuerza.

—Suéltame, Kade.

Soltó un siseo de dolor y se detuvo, pero enseguida se agachó, me levantó con un solo brazo y me echó sobre su hombro. Me arrojó sobre el sofá afelpado. El impacto me dejó sin aire y aturdida.

Antes de que pudiera recuperarme, Kade ya estaba sobre mí.

—La manada Silver Crest. Ni se te ocurra. Eres mía. Ya te marqué.

Su aliento cálido rozó mis pestañas temblorosas. Me resistí como pude.

Al sentir la resistencia de la mujer entre sus brazos, Kade me apretó la muñeca.

Su otra mano se aferró a mi cintura inquieta y su rodilla inmovilizó mis piernas tensas, bloqueando mi escape.

Luego inclinó la cabeza y selló mis labios, mientras sus dedos, expertos, encendían fuegos sobre mi piel.

No era que no se diera cuenta de mis emociones; estaba acostumbrado a resolver los conflictos así, con fuerza bruta y primitiva. En cuatro años como su compañera secreta, cada vez que surgía un problema, este orgulloso Alfa nunca se rebajaba a consolarme.

Y yo siempre había sido la que cedía ante su temperamento de Alfa. Pero esta vez era diferente. Me había estado engañando desde el principio.

Disipé la niebla posesiva de mi mente y lo empujé con todas mis fuerzas.

—Se acabó.
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