Capítulo 1

Después de que terminó mi fiesta de cumpleaños número dieciocho, mi primer celo como mujer lobo adulta me llegó con toda su fuerza. Deseaba a alguien que me ayudara a calmar el impulso incesante de mi deseo de apareamiento.

Salí tambaleándome del salón de banquetes y busqué desesperadamente a mi pareja, Morgan Flint. Mis pensamientos no dejaban de girar en torno a lo que mi abuela, Talia Whitlock, me había dicho la noche anterior.

“Recuerda, Addie, eres una mujer lobo, no una humana. Cuando llegues a la edad adulta, pasarás por tu primer celo. Para sobrellevarlo, debes encontrar un compañero fuerte con quien formar un vínculo. De lo contrario, podrías morir”.

En ese momento, pensé que estaba exagerando. Pero ahora, el deseo incontrolable que recorría mi cuerpo no me dejaba más opción que creerle.

Cuando encontré a Morgan, estaba abrazado a una influencer despampanante, besándose con una pasión desenfrenada. Ni siquiera le importó cuando los descubrí.

—Mejor hay que darnos un tiempo.

—¿Qué?

Estaba atónita, no pude creer lo que acababa de escuchar.

Morgan le pellizcó la cintura a la mujer con naturalidad y sonrió como si nada.

—Me gustas, pero te falta... ser más femenina. Estás muy plana, tu cuerpo no tiene forma. ¿Qué te parece si nos esperamos un par de años? Ya que te desarrolles bien, te busco. ¿Te parece?

Aunque sentí un vacío, la sangre me ardía en las venas.

—¿Y quién te dijo que voy a querer estar contigo en unos años?

Ya era una adulta. No pasaría mucho tiempo antes de que mi figura atrajera todas las miradas. Por desgracia, Morgan nunca estaría ahí para ver esa transformación.

Era el único con el que esperaba crear un vínculo durante mi ciclo de apareamiento. Pero para mi sorpresa, quería terminar conmigo. ¿Cómo se suponía que iba a sobrevivir a mi celo sola?

Antes de que pudiera pensar en un plan, sentí deseo. Con los ojos rojos, me derrumbé en el suelo, luchando por mantener la compostura.

La expresión de Morgan mostró un destello de impaciencia al ver mis lágrimas.

—Ya madura, Addie. No intentes manipularme llorando.

Me lanzó una mirada dura. Después de echar un vistazo rápido a su alrededor, me empujó con fuerza hacia adelante.

—Qué bueno que llegaste. Ayúdame a calmarla.

A quien Morgan llamó era nada menos que su hermano mayor, Tucker Flint. La familia Flint me adoptó de niña, así que técnicamente Tucker era como mi hermano mayor. Dejó su vaso sobre una mesa y sus ojos profundos se clavaron en los míos.

Me acurruqué en el suelo, mirándolo con una actitud lastimera. Morgan, ansioso, jaló a Tucker a un lado y le susurró:

—Addie está borracha y se puso como loca. ¿Me ayudas a llevarla a su casa? Es que yo ya quedé con unos amigos y me tengo que ir.

Tucker me echó un vistazo y asintió. Morgan suspiró aliviado y le dio una palmada en el hombro a Tucker.

—Gracias por cubrirme. Como sea, en cuanto madure, voy a regresar por ella. Sé que a ti nunca te han interesado las mujeres, por eso te la encargo con confianza. Cuídamela bien. No dejes que se le acerque nadie, por favor.

Tras decir eso, Morgan atrajo a la mujer hacia él y se fue sin mirar atrás. Sus últimas palabras se me clavaron en el corazón.

Tucker se acercó y sostuvo mi mirada. Todavía aturdida, levanté la cabeza y lo observé por primera vez. Era mucho más alto y fuerte que Morgan, y su traje a la medida marcaba cada uno de sus músculos. Su aroma era una mezcla de cedro y feromonas puramente masculinas.

Con cada respiración, su presencia aliviaba el calor inquieto que ardía en mi interior. Había algo en su aroma que evocaba un espíritu afín y una presencia imponente. Mi loba recién despierta insistía en que él era el adecuado para ayudarme a superar mi ciclo de apareamiento.

Tucker se inclinó y preguntó:

—¿Quieres que le llame a un doctor?

Sus palabras tuvieron un efecto calmante, acallando por un instante el caos en mi cabeza. Pero casi de inmediato, sentí un deseo aún más intenso. Sabía que no podría resistir mucho más; mis orejas y mi cola de lobo estaban a punto de aparecer.

—... No, solo llévame a casa. Rápido —dije.