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Capítulo 19
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Una Bala por su Verdadero Amor Capítulo 21
Seis meses después. París. El día de mi boda.Llevaba el vestido que Julian había ayudado a diseñar: un encaje sencillo, salpicado de perlas diminutas como gotas de rocío. Antes de la ceremonia, llegó otro paquete anónimo.Adentro había un diseño de joyería original del maestro del Art Nouveau, Alphonse Mucha. Un juego de alejandritas. Era invaluable.La alejandrita cambia de color según la luz, “una esmeralda de día, un rubí de noche”, un símbolo de la doble vida y una eventual reconciliación. La tarjeta tenía una sola línea escrita con su letra delicada y familiar: “Para la mujer que siempre debiste ser”.Supe que era su último adiós. Cerré la caja y la dejé a un lado. Luego, me abroché el sencillo collar de girasol que Julian había tallado para mí.Mi verdadero tesoro. De esos que no necesitan de la oscuridad para brillar.En la iglesia, caminé hacia el altar del brazo de mi madre, hacia Julian, que me esperaba allí. Cuando el sacerdote preguntó si lo aceptaba, lo miré a los ojos, l
Una Bala por su Verdadero Amor Capítulo 20
ELARADos meses después, Julian y yo estábamos en el aeropuerto.Nos mudábamos a París para empezar una vida nueva.El pueblo de Oregón era hermoso, pero la aparición de Dante había sido como una gota de tinta que manchaba el océano entero.Necesitaba romper con todo. Un verdadero nuevo comienzo.Dante no volvió a aparecer después de esa noche.Pero sus regalos para expiar su culpa nunca pararon.Bocetos de diseños restaurados que yo creía destruidos hacía mucho tiempo.Documentos de una fundación de arte creada a mi nombre.Incluso la escritura del Grand Coastal Hotel en Chicago.Cada regalo era una cadena más, un intento de arrastrarme de vuelta al pasado.Devolví todo sin abrir, con una sola nota adjunta.“No quiero nada de ti. Tu culpa es un peso que solo tú debes cargar. Déjame en paz.”***Antes de abordar, Julian fue a documentar nuestro equipaje. Me quedé sentada sola en la sala de espera.A lo lejos, lo vi. Estaba de pie al otro lado del control de seguridad, con un sencillo a
Una Bala por su Verdadero Amor Capítulo 19
DANTEUn pueblo costero en Oregon. Durante tres días, fui un fantasma en su nueva vida. Un voyerista entre las sombras, desesperado por verla aunque fuera un segundo.La vi. Ahora llevaba el cabello corto, con un corte definido. Usaba sencillas blusas blancas.El sol de la tarde se derramaba sobre su perfil concentrado, cubriéndola con un halo dorado. Ya no era la muchacha que a mi lado siempre parecía estar al borde del colapso. Ahora irradiaba luz.Vi a un tipo amable que pasaba a recogerla del trabajo todas las tardes. Le quitaba la maleta de herramientas y luego le tomaba la mano. Ella entrelazaba sus dedos con los de él. Con toda naturalidad.Los vi en el supermercado, discutiendo en broma sobre qué marca de leche comprar. Cada sonrisa que le dedicaba era una puñalada que se retorcía en mis entrañas.Los celos eran como una enredadera venenosa que me estrangulaba el corazón hasta dejarme casi sin aire. Pero, al mismo tiempo, sentí una retorcida sensación de alivio.Estaba bien. Es
Una Bala por su Verdadero Amor Capítulo 18
DANTELa mano me tembló. El revólver bañado en oro que estaba a punto de decidir el destino de Isabella cayó con un estruendo metálico al suelo.Isabella se abalanzó hacia el arma como si fuera su única salvación. Se arrastró hasta mí y se abrazó a mis piernas, con la cara cubierta de lágrimas y mocos.—¡Por favor, escúchame! ¡Sé dónde está! ¡Te juro que sé dónde está!Lentamente, bajé la vista hacia la mujer patética que tenía a mis pies, con la mirada desprovista de toda emoción.—Repítelo.—¡Que sé dónde está!Isabella creyó haber encontrado una moneda de cambio y levantó la cara, con una chispa de esperanza.—¡Mi gente la encontró antes que la tuya! Está en un pueblito costero de Oregon. Se cambió el nombre a Elena Morrison y abrió un estudio de diseño. ¡Dante, lo sé todo!Una mano invisible me estrujó el corazón, apretando con tanta fuerza que casi detuvo mis latidos. No solo había encontrado a Elara. Su expresión me decía que había algo más, algo mucho peor.—¿Qué. Le. Hiciste?M
Una Bala por su Verdadero Amor Capítulo 17
DANTEPasé dos años tejiendo una red enorme para atrapar a la familia Rossi. Les cancelé sus tratos, financié a sus enemigos y los dejé sufrir una muerte lenta y agónica.Creía que lo hacía por mi orgullo, por el apellido Costello. Hasta que Luca puso frente a mí un informe de investigación de hacía dos años, cubierto de polvo.—Jefe, según nuestros últimos hallazgos… la filtración de las fotos en la ceremonia del hotel y el juego de la ruleta rusa… no fueron accidentes.Levanté la mirada, con un destello de confusión en los ojos. Luca tragó saliva con dificultad, su voz sonaba tensa.—Fue Isabella. Ella sobornó al equipo técnico para humillar públicamente a la señorita Vance. Conspiró con Valenti para organizar ese juego. Lo usó a usted. Usted fue el arma que ella usó para torturar… y quizá matar… a Elara.—CRASH.El vaso de whisky que tenía en la mano se hizo añicos.Los fragmentos de vidrio se me clavaron en la palma. La sangre, mezclada con el licor, goteó sobre la alfombra carísim
Una Bala por su Verdadero Amor Capítulo 16
DANTEHace dos meses, sonó la línea interna de mi oficina.La voz de Luca sonaba insegura.—Jefe.—Encontramos a alguien en Roma… Alguien que debería estar muerto.Sentí una presión en el pecho, tan fuerte que me costó respirar. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.—¿Quién?Escuché mi propia voz, pero sonaba lejana, como si no fuera mía.—Antonio Ricci.Tres días después, en una casa de seguridad sin ventanas a las afueras de Nueva York, vi a Antonio.Dos guardias lo metieron a rastras. Parecía un esqueleto dentro de una camisa holgada, pero su mirada aún ardía en desafío. Tenía el aspecto de quien ya había aceptado su muerte.Les hice una seña a los guardias para que salieran. Nos quedamos solos en el enorme cuarto de concreto.No dije nada. Me limité a caminar en círculos a su alrededor, como un depredador estudiando a su presa. La atmósfera en el cuarto era asfixiante.Mi pistola estaba sobre la mesa. Su metal reflejaba la luz blanca y cruda del único foco que colgaba del tec
