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Capítulo 3

Author: Flora
Marta acababa de salir de la empresa y vio a Liliana bajando del coche.

El asistente de Guillermo, Ricardo, le abrió la puerta, y ella le entregó varias bolsas.

—Distribúyelo estos a las secretarías —ordenó con la jefa absoluta.

Ricardo las aceptó con respeto.

—Gracias, señorita García.

Liliana asintió con dulzura y, al girarse, sus ojos se encontraron con los de Marta.

La mirada de Marta se entornó.

Liliana vaciló un instante antes de acercarse:

—Marta —dijo con voz meliflua, fingiendo ser una hermana mayor comprensiva.

Cuando la familia García la recuperó, dijeron que Liliana era una hora mayor que ella.

Aquella voz dulce era para Ricardo de la atrás.

Pero su mirada hacia Marta destilaba desafíos.

Al acercarse, Liliana bajó su tono y dijo:

—Eres su prometida, pero me ha pedido que venga a verle a la empresa. ¿En qué posición crees que estés?

El rostro de Marta se heló.

—Si yo quiero, puedo ocupar cualquier posición de la familia Rodríguez. —replicó con una risa fría—, y tú, ¿te atreves a buscarlo en otros lugares de la familia Rodríguez que no sea esta empresa?

El rostro de Liliana se crispó.

Sus ojos brillaron como un veneno.

Claramente, los mayores de la familia Rodríguez no permitirían que el Guillermo se casara con una hija adoptada de la familia García.

La reacción de Liliana satisfizo a Marta.

—No complacientes —bufó Liliana, mirándola con odio—. Mientras que yo estoy aquí, no vais a celebrar esa boda nunca.

Marta esbozó una sonrisa indiferente y dijo:

—No es el único hombre del mundo, no tengo por qué casarse con él sí o sí.

Un hombre que guarda dos mujeres en su corazón, sería mejor cancelar esa boda.

¡Ante posible!

Liliana palideció.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Liliana incrédula.

“¿No amaba a Guillermo? Hace dos años armó un escándalo por él. ¿Ahora finge indiferencia?”, pensó Liliana.

—¿No me has entendido? — Marta se burló—. Puedo buscarme otro hombre que no sea Guillermo, pero tú, solo tienes a él, quién quiere casarse contigo, y ni siquiera puede darte una boda grande y pública.

Liliana, ya pálida, se enfadó aún más.

Al ver su máscara de dulzura hecha añicos, Marta se sintió satisfecho.

¿Jugar sucio con ella? Parece que ya ha olvidado cómo la traté hace dos años.

Para no perderse más tiempo, Marta quería irse.

Pero Liliana empezó a actuar, la agarró de la muñeca:

—Marta, solo volví para curarme la enfermedad, no para arruinarte y Guillermo, no me malinterpretes.

—Suéltame —espetó Marta, asqueada por el contacto.

¡Paf!

Al liberarse, Liliana cayó al suelo como un sapo estrellándose, actuando como si fuera algo muy grave.

Antes de que Marta pudiera reaccionar, una voz iracunda de Guillermo retumbó:

—¡Marta Fernández!

Ajá, por eso comenzaba a actuar, su amante del drama había llegado.

Marta miró a Liliana, que seguía actuando, y luego a la fuente arquitectónica cerca de la entrada.

Con una sonrisa siniestra, Marta agarró el pelo de Liana.

—¡Aaah! — Liliana gritó por el dolor.

¡Splash!

—Ugh… ¡Cof, cof!

Marta hundió su cabeza en el agua helada, presionando su pecho contra el borde de la fuente.

La asfixia arrasó los sentidos de Liliana, que forcejeó como loca.

Marta, impasible, seguía, no le permitió respirar.

¿Quería actuar y culparla? Pues ella ayudará a realizar la.

—¡Socorro! ¡Aa… ugh! —Liliana chilló al ser levantada brevemente, y segia ser sumergida de nuevo.

No queria matarla, pero tampoco queria dejarla.

Una y otra vez, Liliana no pudo resistirse.

Guillermo, al ver la escena, corrió hacia ellas y rugió:

—¡Estás loca, Marta!

Liliana estaba tan ahogada que sentía que su pecho iba a explotar y sus manos se movían para salvarse a sí mismo.

Guillermo dio un paso adelante y empujó a Marta directamente, salvándose.

—¿Estás bien? —preguntó, mirando a Liliana con ternura.

Liliana estaba pálida, y tosiendo.

Ella no podía ni hablar por el dolor de pulmón.

Guillermo lanzó una mirada fría a Marta.

Marta se acercó y pisó directamente el tobillo de Liliana.

—¡Aaah!

—¡¿De qué estás loco?! —rugió Guillermo, empujándola de nuevo.

Marta retrocedió, pero inmediatamente, avanzó y golpeó la cabeza de Guillermo con su bolso.

Guillermo se quedó aturdido por el golpe y se enojó aún más, hasta que otro golpe llegó y lo dejó casi inconsciente.

Antes de que él pudiera reaccionar, Marta le dio dos patadas más a Liliana en las piernas.

Pulmones ahogados, y piernas hinchadas…
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