Sin embargo, Miguel no prestó atención alguna a las palabras de Gloria, su mirada no se apartaba de mí.Su voz sonaba suplicante: —Sara, escúchame por favor, realmente estoy arrepentido. Fui yo quien se equivocó, yo quien no te valoró. Te ruego que me des una oportunidad.—¿Oportunidad? —me reí con frialdad, mirándolo con desprecio—. Miguel, ¿de verdad crees que tienes derecho a mencionar esa palabra?—Sé que me equivoqué, no debí ignorarte, no debí creer en lo que otros me decían. Toda la culpa es mía, estoy dispuesto a cambiar, te suplico que me perdones... —su tono se volvió cada vez más desesperado, casi implorando—. Haré lo que sea si me aceptas de nuevo.Gloria, al ver esto, palideció de rabia. Conteniendo su furia, interrumpió: —Miguel, me dijiste que solo me amabas a mí, tú...—¡Cállate! —la interrumpió Miguel con frialdad, con una mirada glacial que nunca antes había mostrado—. Ya te lo dejé claro hace tiempo: no importa lo que digas, ya no tiene nada que ver conmigo.Gloria p
Read more