Recordó cuando se conocieron.Ella era solo una pequeña asistente, ropa sencilla, cara sin maquillaje, pura como una flor de azucena.No le gustaban las cosas de lujo, no era vanidosa, él se sintió profundamente atraído por esa pureza.Pensó que ella era el amor verdadero de su vida.Milena Cruz escupió: —¿Quién no ama el dinero? Si no tuvieras dinero, ¿crees que te habría seducido?—¡Deja de soñar! ¡Púdrete aquí tú solo!Se arregló la ropa despeinada, se dio la vuelta para irse.Las heridas que tenía en el cuerpo todavía le podían servir para buscar la compasión de Xavier, a lo mejor hasta podía salvar esa relación.Apenas llegó a la puerta, dos policías la detuvieron.—Buenas, según la confesión de los ladrones del caso de asalto en casa de los Guzmán del 1 de marzo, usted como sospechosa necesita acompañarnos.Milena Cruz se asustó al instante: —No, no tiene que ver conmigo, no tiene que ver conmigo...Gustavo detrás de ella gritó apretando los dientes:—¡Eras tú! ¡Eras tú! ¡Tú me c
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