Resulta que, en su corazón, todo mi sufrimiento siempre había sido un simple espectáculo. Una actuación para quitarle a Daniela lo que, según ellos, me había sido regalado por error. Miré la sangre en mis manos y no pude evitar reírme.Una vez Daniela apenas se torció el tobillo durante la clase de educación física, y Fernando, siendo el maestro titular, se olvidó de todos los demás estudiantes y la cargó hasta la ambulancia. Incluso, cuando estuvo a punto de ser atropellado por un coche, ni siquiera se inmutó. Su corazón, sus ojos, su mundo entero, estaban llenos de Daniela, su «hermana».Pero entonces, ¿por qué yo, su hermana biológica, la que había sido empujada por las escaleras y tenía la cabeza llena de sangre, no merecía ni siquiera una mirada?Ayer, en casa de los Mendoza, cuando me negué a cederle mi lugar a la Daniela, mi padre me abofeteó sin miramientos:—Resultaste ser una mala hierba desde el principio. Le robas todo a tu hermana… ¡Deberían haberte dejado morir en e
Read more