La posada rara vez recibía visitantes. La mayoría del tiempo, me la pasaba bastante tranquila, y, sin embargo, Lucas era generoso con mi sueldo.Después de pagar el alquiler, me quedaron mil dólares en efectivo.Al primer mes, compré un celular nuevo y conseguí una tarjeta SIM, que Lucas me ayudó a tramitar usando su identificación.No pude evitar preguntarle:—¿No te preocupa que pueda ser una delincuente, o una fugitiva buscada por la policía?Lucas bajó la vista y me miró con una sonrisa burlona.—¿Tú, con esos bracitos de palo, una asesina? Vamos, Clara, entre tú y yo, el que más pinta de asesino soy yo.Hizo una cara de peligro por un instante, pero yo no sentí miedo. Lucas, debajo de su aspecto frío, tenía un corazón cálido y amable.La vida pasaba tranquila y sin problemas.Un día, mientras barría el suelo, Lucas veía videos en su celular con el volumen demasiado alto. De pronto, escuché claramente los nombres de Diego y Bruno. Mi espalda se tensó y, sin querer, tiré el cubo d
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