Sebastián casi lo soltó sin pensar, pero se detuvo justo a tiempo.—¡... Todo este circo tuyo es ridículo!Como Sofía se había enamorado de Diego y hasta quería casarse con él, Sebastián la consideraba una “ilusa”, de esas personas que pierden el juicio cuando se enamoran.Gabriel sería un canalla, pero era experto en aparentar. Un hombre guapo y millonario. Ahora que Sofía estaba recién divorciada, era probable que, si Gabriel la perseguía, ella cayera otra vez en las redes del amor.Por el momento, Sofía no mostraba interés alguno, pero Sebastián prefería curarse en salud.Sofía no podía creerlo.—¿Desde cuándo él trata mis problemas como si fueran un chiste?Los que sí la veían como motivo de burla eran Miguel, Nicolás, Isabella y esa gente. Gabriel había dado algunas explicaciones coherentes y parecía ser genuino en sus palabras.En definitiva, se expresaba mejor que Sebastián.—Ay, por favor, te podrían vender el puente de Brooklyn y ni cuenta te darías.Pero Sofía contraatacó con
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