A Sofía se le congeló la sangre. ¿Alejandro ya se había enterado tan rápido? Pero no podía ser, tampoco iba con espías por todos lados. Sofía lo siguió sin cambiar la expresión. Cuando llegaron al elevador, le preguntó:—Señor Montoya, ¿a dónde vamos?—Javier organizó una fiesta en su yate, ya que nos lo encontramos, vamos a ir.Sofía se relajó. Entonces Alejandro no sabía nada, y como se iban en un par de días, todo quedaría enterrado cuando salieran de San Rafael.El yate de Javier era gigantesco y lujoso. El señor Santos tenía contactos por todos lados: políticos, empresarios, gente del espectáculo. Alcohol caro, comida exquisita, mujeres hermosas, todo brillante y glamoroso. Entre aplausos y música, el yate se dirigía hacia aguas internacionales, puro lujo y desenfreno.Alejandro llevaba puesto un conjunto negro casual que hacía que su piel se viera increíble, Sofía también iba de negro, por casualidad iban vestidos igual.Nada más subirse al yate, Sofía escuchó los chismes de toda
Read more