Semua Bab Flor de Espinas: Bab 11 - Bab 20

Cuando pasó junto a ellas, Laura la detuvo, agarrándola del brazo.—¡Ariadna! ¿Para qué volviste? ¿Necesitas más dinero de mi familia? ¿En serio volviste justo antes de que el abuelo muera? Qué lista eres… ¿De verdad crees que ese viejo enfermo todavía va a defenderte? ¡Ni lo sueñes! ¡La que pidió el divorcio fuiste tú!Al ver que Ariadna no respondía, se sintió humillada. Levantó la mano para darle una cachetada, pero ella la detuvo en el aire y la miró fijamente, sin ceder como antes.—Alguien me pidió que volviera.—¿Alguien? ¿Quién querría verte a ti, una sordita cualquiera? ¡Y aunque volvieras, da igual! ¡Mi hermano se va a casar con Elisa!Ariadna miró a Elisa, quien no había dicho nada y parecía incómoda.—Ah, entonces felicidades. Gracias, señorita Vargas, por quedarse con mis sobras.—Tú…Laura, furiosa, volvió a alzar la mano, pero alguien la detuvo.—¡Basta! ¡Yo le dije que volviera!Laura se detuvo al reconocer esa voz.—Hermano…Ariadna levantó la vista y vio esa cara tan

Esa noche, Juan insistió en que fuera a la cena de celebración. Orgullosa, Ariadna miró cómo su diseño había tomado forma con éxito y, sintiendo una gran satisfacción, aceptó la invitación.Llevaba un vestido largo negro que marcaba muy bien su figura. Después de vivir varios años afuera, su estilo ya no era tan recatado como antes. Había aprendido a sacarle provecho a sus atributos. Hugo la abrazó por la cintura desde atrás y le dijo:—¿Qué voy a hacer contigo? Me dan ganas de esconderte y que seas solo para mí.Ariadna bromeó, sonriendo:—Entonces no voy.Hugo sabía lo importante que era para ella ese diseño, así que cedió.—¡Eh! Eso sí que no. Tienes que ir.Luego le ayudó a elegir un collar de perlas. La cena se hizo en uno de los hoteles de Inversiones Morales. Apenas se había hecho de noche y, entre copas y conversaciones, el ambiente estaba animado.Cuando Ariadna entró en la sala, todas las miradas se fijaron en ella. Algunos no la conocían y pensaron que era una cara nueva, li

Fabián recién entonces notó que el broche rosado que llevaba Hugo en el pecho era el mismo que él le había regalado a Ariadna hacía unos años. Siempre creyó que ella lo guardaba por nostalgia, porque no podía olvidarlo… Pero ahora lo veía en otro hombre.Los dos juntos, hasta parecían combinar con su ropa, como si fueran la pareja perfecta. Fabián, confundido, preguntó:—¿Símbolo de compromiso? ¿De qué hablas?Hugo puso con cuidado su chaqueta sobre los hombros de Ariadna, y solo después de eso, respondió con calma:—Ese broche no es solo un símbolo, también fue el comienzo de todo. De hecho, quiero agradecerle a la señorita Vargas y a usted porque pude conocer a Ariadna. Esa noche, en una subasta, yo estaba aburrido… hasta que apareció la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida. Compré ese diamante rosa, le di la oportunidad de estudiar en el extranjero y, de paso, encontré mi felicidad. ¿Cómo no voy a sentirme afortunado? Y eso de que lo guardaba para recordarlo, suena más

—¡El proyecto del Jardín Termal de Inversiones Morales ha sido acusado de copiar un diseño croata! Apenas salió la noticia, las acciones de la empresa se desplomaron y los accionistas exigieron una reunión de emergencia.Afuera de Villa del Silencio, miles de cámaras le apuntaban a Hugo y a Ariadna, quienes acababan de salir de la casa. Nadie sabía cómo, pero la prensa había conseguido su dirección, y bloquearon la entrada. Hugo protegió a Ariadna y, entre empujones y codazos, al final lograron subirse al carro. Irene la llamó, para contarle lo que estaba pasando dentro de la empresa y le sugirió que se escondiera por un tiempo. Pero Ariadna sabía que huir no iba a arreglar nada.En la junta de accionistas, Fabián era el objetivo de las críticas del papá de Elisa. Él exigía cortar todo vínculo con el equipo de Juan, cancelar el pago final y demandar a Ariadna para pedirle una indemnización millonaria por incumplimiento del contrato. Fabián, agobiado por la presión de los socios, desp

Elisa miró a su papá sin saber qué decir. Un poco nerviosa, le preguntó: —¿Papá? ¿De verdad vas a mandarme al extranjero? ¿Me vas a dejar sola?Cuando vio la pila de pruebas que tenía Fabián, el papá de Elisa suspiró, resignado. —Está bien. Acepto. Se volteó hacia su hija y le dijo: —Elisa, ¿de verdad quieres arruinar mis últimos años por esta obsesión? Lo que no es tuyo, déjalo ir. Anda, discúlpate con la señorita Luján.Pero Elisa miró a Ariadna con rabia. —¡Jamás me voy a disculpar con ella! ¡Antes muerta! ¡Ariadna, ni lo sueñes!Al verla así, su papá no tuvo más remedio que agachar la cabeza y tragarse su orgullo. —Señorita Luján, no he sabido educar bien a mi hija. Le pido que la perdone.Después de decir eso, bajó la cabeza, esperando su respuesta. Ariadna se sintió conmovida al ver a un padre tan preocupado por su hija. Pero Elisa no aceptaba haber perdido. Seguía negándose a pedir perdón. De todas formas, así fue como terminó el asunto del plagio. Fabián se acercó a Ari