All Chapters of Flor de Espinas: Chapter 1 - Chapter 10

A primera hora de la mañana, Fabián despertó. Había bebido tanto la noche anterior que sentía la garganta completamente seca. Extendió la mano hacia la mesita de noche, como siempre hacía, buscando su taza de té caliente… pero no la encontró.La cama también se sentía fría desde hacía rato. Apenas tuvo tiempo de sentirse extrañado por la ausencia de Ariadna, cuando de repente recibió una llamada de su hermana, Laura, quien decía que traería a unos amigos para pasar el rato.Mientras tanto, Ariadna, con las ojeras marcadas por haber estudiado toda la noche, por fin cayó rendida en la habitación de al lado, con los ojos hinchados por el cansancio. Unos gritos la despertaron. La empleada doméstica la alertó:—Ariadna, la señorita Morales dijo que cuando despertara, se pusiera el traje de baño y fuera a acompañarlos.En la piscina de la Villa Brisa Marina, Ariadna se sintió incómoda con lo revelador de su traje de baño. Apenas apareció, notó una avalancha de comentarios burlones y miradas

Antes, Ariadna siempre buscaba excusas para justificar a Fabián, pero ahora entendía que él simplemente nunca se había esforzado.—Gracias a Inversiones Morales por patrocinar esta subasta. Damos inicio formal al evento —anunció el presentador.Elisa tomó del brazo a Fabián y se sentaron juntos. La primera pieza fue un brazalete de oro. Elisa se inclinó para decirle algo al oído, y Fabián levantó la mano: de diez mil dólares, subió la puja a cien mil.—Qué generoso es el señor Morales —comentaba la gente.—Dicen que Elisa fue su primer amor, ese que nunca se olvida. Seguro volvió para recuperarlo.—Pero… ¿él no tenía a otra mujer? Entonces, ¿Elisa no sería la otra?—¿La otra? ¡Para nada! Ella es la original. A Fabián su familia lo obligó a estar con ella. Dicen que esa mujer es incluso sorda. ¿Cómo iba a estar a su nivel?Los murmullos celebraban la supuesta historia de amor, como si así pudieran sentirse parte de sus vidas. Cada palabra le dolía a Ariadna como una puñalada en el coraz

Siguiendo el consejo de Irene, Ariadna se consiguió un tutor. Aunque la idea de Irene sonaba absurda, resultó ser la más efectiva.Encontró a un estudiante universitario, especializado en lenguas, con buena preparación académica y experiencia internacional, que ahora necesitaba dinero urgente por problemas familiares.Gracias a eso, y a su disciplina, Ariadna, ahora hablaba mucho mejor el idioma. Ya no tendría problemas para vivir en el extranjero. Durante ese mes, Ariadna se enfocó por completo en sus estudios. Aparte de Irene, no tuvo contacto con nadie más.Incluso logró vender el broche de diamante rosa. El comprador, Hugo, le dejó una excelente impresión: pagó de contado y sin regatear. Sin embargo, Ariadna notó que su interés no era solo por el broche, así que dejó de contestar sus mensajes.El que sí empezó a escribirle, y mucho, fue Fabián. Antes, era Ariadna la que le enviaba mensajes largos sin recibir respuesta. Ahora era él quien le decía cosas como:—Ariadna, lo de aquel d

Cuando Elisa abrazó por detrás a Fabián, apoyando suavemente su pecho contra su espalda ancha, pensó que su ternura sería imposible de rechazar. Después de todo, ese era el hombre que casi se muere solo porque ella se fue.Pero la reacción de Fabián no fue la que esperaba. No hubo caricias. No hubo dulzura. Tampoco hubo piedad ni consideración por su dignidad.—Elisa, estás borracha.Él la apartó de inmediato. A pesar de que esa mujer que tanto deseaba le ofrecía su cuerpo perfecto, Fabián no sentía el más mínimo interés. Ni él mismo entendía qué le pasaba. Estaba con la mujer que había idealizado durante años y, aun así, ahora la rechazaba. Fue una reacción por instinto. Elisa, dolida, dejó de fingir que no le importaba.—¡Fabián, no te pases! ¿No se supone que esa sorda ya se fue? ¿Por qué me tratas así?Cuando escuchó que se refería a Ariadna como "sorda", Fabián quedó paralizado. ¿La mujer a la que había añorado con tanta nostalgia y dulzura era capaz de decir algo así? ¿Elisa siem

Incluso al final, fue Hugo el que pagó la cuenta. Mientras conversaban, terminaron hablando de la razón por la que ella se fue del país. Ariadna se lo confesó sin rodeos.—Cuando arriesgué mi vida para operarme y sentirme suficiente para él, ni siquiera tuve tiempo de compartir mi alegría. Lo primero que escuché fue que él, en la cama, decía el nombre de Elisa en vez del mío. En ese momento, me rendí.Sus palabras, tan tranquilas, solo hicieron que Hugo sintiera más lástima por ella. Él levantó su copa.—Vamos, celebremos.—¿Por qué cosa? —preguntó Ariadna.—Que puedas empezar de cero.En tres años, Ariadna terminó sus estudios antes de tiempo. Con la guía de su tutor, ya podía liderar proyectos ella sola. Dado que pensaba que jamás volvería a su país, quedarse ahí tampoco le parecía mala idea.Pero una llamada le arruinó todos sus planes. Durante la comida, Ariadna estaba distraída. Hugo se dio cuenta y preguntó:—¿Qué te pasa?—Juan, mi tutor, me ofreció un nuevo proyecto y justo es