En mi vida pasada, obligué a Diego Ramírez, hijo de una familia en quiebra, a casarse conmigo usando como excusa el hijo que llevaba en mi vientre.El día de la boda, su amor verdadero dejó una carta de despedida antes de lanzarse al mar:“Al final, el verdadero amor nunca puede vencer al poder. Me rindo.”Cuando Diego recibió la noticia, no mostró la menor reacción; incluso sonrió mientras terminaba la ceremonia conmigo.Pero medio año después, el día del aniversario luctuoso de esa mujer, nos llevó a mí y a mi hijo de tres años a bucear.Me arrancó la manguera de oxígeno a mí y a mi hijo a cien metros bajo el agua, y los dos fuimos ahogados vivos.Tras mi muerte, vi cómo colocaba mi cadáver frente a la tumba de su amada, pidiéndole perdón.“Carmen, ya vengué tu dolor. Si allá, donde descansas, lo supieras, ¿te daría alegría?”Al abrir los ojos de nuevo, regresé a aquella noche en que usé a mi hijo para obligarlo a casarse conmigo.***A medianoche, Diego apareció, y con él se coló un
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