El asistente apenas se movía para cerrar la puerta cuando, de repente, Isabel apareció y entró a la oficina de Andrés.Él la miró con frialdad. —¿Qué haces aquí?Con la ropa arrugada y la voz entrecortada, Isabel murmuró entre sollozos:—Señor García, me equivoqué… estaba cegada por la envidia. Envidiaba que Valeria tuviera un esposo como usted.Andrés, irritado, levantó la mano para llamar a seguridad. Isabel, desesperada, se aferró a la mesa.—¡Señor García, por favor, perdóneme! Ahora nadie en la industria me quiere contratar, no encuentro trabajo… yo…—¿Ya terminaste? —Andrés la interrumpió con impaciencia.Isabel se quedó callada. Andrés la miró con desdén justo cuando los guardias de seguridad entraban a la oficina.—¡Señor García, señor…! —balbuceó Isabel, y de pronto gritó con furia—. ¡Andrés García, eres un imbécil! ¡No creas que eres tan importante!Los guardias la arrastraron mientras ella pataleaba y lloraba histéricamente.Andrés, cansado de aquel espectáculo, lanzó una mi
Baca selengkapnya