Ana dijo con ternura afectada: —¿Tan feliz te hace dormir con papá y mamá?Iván asintió repetidamente, quejumbroso: —¡Claro! Papá, mamá, ¿cuándo podrán casarse y llevarme a Alba?A Javier se le cayó el rostro al instante.Ana, fingiendo comprensión, intercedió: —Iván, ya te expliqué que mamá y papá no pueden estar juntos, o la tía se sentirá destrozada. No sigas preguntando, pones en un aprieto a tu papá.Mi padre comentó gravemente: —Es natural que el niño quiera a sus padres juntos. En mi opinión, deberían aclarar las cosas con esa muchacha.Mi mente zumbaba. Cada palabra era clara, pero juntas formaban una realidad que me negaba a creer.Al observar su rostro, prácticamente idéntico al de Javier, recordé cómo alguna vez me había maravillado de su parecido.En aquel entonces, mi madre reaccionó exaltada: —¡Qué disparate! ¿Acaso desconfías de tu esposo? Javier es tan bueno contigo, ¿cómo puedes sospechar de él?Yo, ingenua, me apresuré a aclarar: —No es eso, solo creo qu
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