All Chapters of Divorcio pactado y libertad total: Chapter 21 - Chapter 30

Lorena se abalanzó sobre las rodillas de Cecilia, con una mirada llena de expectativa y coqueteo.En el pasado, en momentos como este, mamá la habría levantado en brazos y la habría llenado de elogios.Antes le parecían molestos esos halagos, pero después de tantos días sin recibirlos, ya empezaba a extrañarlos.Lástima que Cecilia solo murmuró un "sí" y no dijo nada más. Ni siquiera extendió los brazos para abrazarla.Su tono era plano, pero logró captar la atención de casi todos en la sala.En el pasado, Nicolás y Lorena eran el mundo entero para Cecilia. ¿Cuándo los había tratado con tal frialdad?Don Sergio frunció el ceño. Su mirada se posó en Cecilia por unos segundos, para luego descansar en el rostro desilusionado de Lorena. Un destello de preocupación cruzó sus ojos.Mientras servían la comida en la mesa, don Sergio dio la orden de comenzar.Era una cena familiar, pero en realidad era una excusa para hacerlos volver.Nicolás tenía una hermana mayor que ya estaba casada y n

Hugo, el mayordomo, sostenía un tazón de medicina herbal. El vapor que subía de la hierba olía amargo.Al ver a don Sergio sentado, con el pecho aún agitándose e incluso su mano huesuda sobre la mesa temblando, su expresión cambió de inmediato.—Don Sergio, el doctor insistió mil veces que no debe alterarse. —Si su presión arterial sube otra vez, ¿qué haremos?Nicolás permaneció de pie, su rostro aún impasible. Pero al ver los labios amoratados de don Sergio y la medicina sobre la mesa, finalmente se contuvo y no dijo nada más.Cecilia bajó la vista, observando cómo Hugo le entregaba el tazón de medicina a don Sergio.El olor amargo se volvió más penetrante, golpeando sus fosas nasales, haciéndola contener la respiración por instinto.Tal vez el sabor era realmente demasiado amargo. Mientras bebía, don Sergio frunció mucho el ceño y su garganta se movía con dificultad. Cuando terminó de tragar, exhaló un largo suspiro. Ya tenía finas gotas de sudor en sus sienes.Cecilia rápidame

Don Sergio habló más de lo habitual esa noche. Recordó anécdotas de la infancia de Nicolás y repitió cuán compatibles eran los caracteres de Nicolás y Cecilia.Cecilia escuchó con paciencia, respondiendo con suavidad y consuelo de vez en cuando, pero su actitud mantenía una distancia serena.Don Sergio pareció notarlo. Varias veces suspiró.—Bueno, ya es hora. —Lorena debe estar buscando a su mamá, puedes irte.Al ver la hora, don Sergio necesitaba descansar. Cecilia se levantó y se despidió.Al salir del estudio y cerrar la puerta, Cecilia exhaló un largo suspiro. Al darse la vuelta, chocó con Diana, quien esperaba escondida en las sombras del pasillo.Como siempre, Diana lucía esa inexplicable sensación de superioridad y hostilidad hacia Cecilia. Esta vez no fue la excepción.Cecilia la ignoró y subió las escaleras directamente.Su dormitorio estaba en el tercer piso. Al entrar al pasillo, segura de que don Sergio ya no podía oír, Diana apresuró el paso y se plantó frente a Ce

Todo porque ella insistió en tomar sopa, su mamá, sin importarle las quemaduras, se apresuró a llevársela, la cuidó hasta que terminó y solo entonces atendió sus propias heridas.Debido a eso, la cicatriz quedó para siempre. Incluso con la mejor medicina, solo se atenuó un poco, nunca desapareció por completo.Ahora, la pequeña miraba con ojos llorosos, como si fuera a sollozar en cualquier momento. Pero Cecilia ya no sentía esa punzada de dolor en el corazón como antes. Incluso fingir le parecía un esfuerzo innecesario.La "nueva mamá" aparecía todos los días en su Instagram. Y su mamá de sangre solo era recordada cuando la necesitaba.Era bastante ridículo.Cecilia sonrió. Sin decir más, rodeó a Lorena y se dirigió a la cama.Nicolás probablemente no volvería. Al menos podría descansar bien.La idea era buena, pero no contaba con la enorme rebeldía que surgiría en la pequeña porque su mamá no cumplió su capricho.—¡No me importa! ¡Quiero un cuento! ¡Mamá, cuéntame un cuento!Lo

Lo que hablaron después, Cecilia ya no tuvo interés en escucharlo. Todas las respuestas parecían ridículas ante su firme declaración a Isabella.Al oír el nombre de ella, ¿qué esperaba realmente?¿Que Nicolás volviera la mirada hacia ella? ¿O que disuadiera a su hija de su deseo de cambiar de madre?Cecilia soltó una risa amarga y murmuró para sus adentros: "Cecilia Contreras, eres una tonta." "Te tratan así y sigues esperando algo".Pero…Siete años de matrimonio, ¿acaso se pueden abandonar al instante?Podría decirse que, aunque Cecilia se esforzaba por cambiar, la mayoría de sus hábitos de vida aún eran los que había adquirido durante esos siete años.La costumbre era algo aterrador. Los sentimientos también.Cecilia respiró hondo, desechó esos pensamientos poco realistas, regresó a la habitación y se acostó en la cama con calma.Sin la indiferencia de Nicolás, sin el rechazo de su hija, una vida así no parecía tan mala.Cecilia, como una muñeca que aprende a sonreír, esbozó un