Tras más de diez horas de un viaje agobiante, Ethan arribó a Puerto Mist, en la Zona Neutral, cubierto de polvo y abatimiento. Ignorando la necesidad imperiosa de descanso, se aferró a la fotografía y siguió las pistas hasta una posada junto al mar.“¡Es aquí! ¡Aquí fue donde apareció la señal mágica por última vez!”Ethan se detuvo frente a la puerta de madera azul, con el corazón de lobo golpeándole el pecho como martillo. Se alisó la ropa, tomó una bocanada de aire y alzó la mano para llamar.Toc, toc, toc. Nadie respondió.—¿Ivy? Soy yo, Ethan. Sé que estás ahí adentro. Abre la puerta, por favor. ¿Podemos hablar?Siguió un silencio.Entró en pánico. Ethan comenzó a golpear el panel de la puerta con desesperación.—¡Ivy! ¡Sal! Sé que me equivoqué. Puedes golpearme, insultarme, ¡pero por favor no te niegues a verme!El escándalo atrajo a la dueña de la posada. Una mujer oso, de figura robusta, se acercó y preguntó en una lengua común con mucho acento:—¿A quién busca?—¡A la loba que
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