Share

Amante En La Sombra
Amante En La Sombra
Penulis: Flora Arbol

Capítulo 1

Penulis: Flora Arbol
—¿Qué?! ¿Señora Castillo, quiere abortar? ¡Pero si esta mañana, al saber del embarazo, estaba tan emocionada que quería compartir la noticia con su novio!

El médico me miró incrédulo. Su exclamación resonó en la consulta vacía.

Agaché la cabeza, clavando los dedos en el dobladillo de mi vestido.

—No pregunte, por favor. Quiero abortar.

El médico me observó detenidamente. Al final, soltó un largo suspiro.

—Señora Castillo, no sé qué pasó, pero se le ve emocionalmente inestable. Espere a calmarse y reconsiderelo.

Me devolvió el formulario de consentimiento. Su mirada se posó en la ecografía.

—Al fin y al cabo… es una vida.

Alcé la vista. En el informe, esa pequeña sombra negra me nubló los ojos de lágrimas otra vez.

Tras un largo silencio, guardé los papeles en el bolso y salí del hospital.

Caminaba a casa como un alma en pena, perdida en mis pasos, cuando un Ferrari rojo frenó en seco frente a mí.

Unos zapatos de cuero impecables pisaron un charco y apareció el rostro de Santiago.

Corrió hacia mí con un paraguas, me atrajo bruscamente contra su pecho y me cubrió con su saco.

—¿No sabes salir con paraguas? Con lo frágil que eres, ¿qué harás si te enfermas?

Miré su perfil, marcado por la preocupación. Por un instante, volví a aquellos primeros días de amor, cuando me consentía como un tesoro.

Pero sabía, con claridad dolorosa, que era imposible volver atrás.

Observé su traje azul marino. Una sonrisa amarga se dibujó en mis labios.

Lo había encargado especialmente hacía un mes, para mi fiesta de cumpleaños.

Y hoy, en mi cumpleaños, se lo puso pero no para celebrarme a mí.

Esta tarde, mientras preparaba la fiesta, me invadió una náusea violenta. Creí que era mi gastritis, pero el médico me dio otra noticia: estaba embarazada.

Descubrir esta vida en mi vientre justo hoy. Lo sentí como un regalo del destino.

Regresé rápidamente a casa para compartirle la noticia a Santiago. Pero él había desaparecido sin aviso.

La sirviente notó mi confusión:

—El señor fue al aeropuerto a recibir a alguien muy importante. Dijo que si tenía hambre, cenara sin esperarlo.

¿Sin esperarlo? ¿En mi cumpleaños? ¿El mismo que me prometió una celebración magnífica?

Conteniendo la rabia, pregunté:

—¿Qué persona tan importante?

La mujer vaciló un instante.

—No estoy segura. Solo sé que salió muy contento. Se arregló mucho frente al espejo.

Su respuesta despertó en mí una inquietud sorda.

Después de dudar un momento, le pedí a mi chofer que me llevara al aeropuerto.

El lugar estaba abarrotado, pero Santiago era fácil de encontrar: alto, apuesto, siempre imán de miradas.

Y allí estaba, en el centro de la multitud.

Pero no me acerqué. Porque mi hermano, Lorenzo Castillo, también estaba con él.

Santiago sostenía un ramo de flores, clavando la vista en la salida. Su boca fina, apretada. Parecía nervioso.

Jamás lo había visto así.

Ni cuando casi descubrió nuestro secreto frente a mi hermano, había perdido su aplomo.

¿Quién lo tenía así?

Miré fijamente la salida. Una joven de aire seductor apareció.

Santiago le hizo una seña:

—¡Camila!

La chica se quitó las gafas de sol y caminó hacia ellos. Pero no aceptó las flores. Pasó de largo frente a Santiago y tomó del brazo a mi hermano.

En ese instante, vi con total claridad una profunda amargura en los ojos de Santiago.

Aunque Santiago había sido un mujeriego, solo jugaba con ellas. Ni amargura, ni siquiera molestaba en consolarlas.

Observé a esa chica con más atención. Camila Rojas…

Ahí cayó.

De pequeña viví en el extranjero. Mi hermano siempre me hablaba de sus dos mejores amigos: Santiago y Camila. Eran el trío inseparable de la ciudad.

Pero por lo que veía lo de Santiago y ella no era solo amistad.

Con esa duda, llamé a mi hermano mientras recogía el equipaje:

— Lorenzo, Santiago dijo que Camila volvió. ¿Qué son ellos? Lo veo tan alterado que hasta canceló juntas.

Lorenzo se sorprendió, luego rio:

—¿Hasta eso te contó? Vaya, sí está emocionado. Salieron años. Fue una pasión intensa. Camila se fue del país cuando más la amaba. Santiago se volvió loco.

—Ese Santiago frío que ves pero en esos días lloraba y se quejaba conmigo sin parar. Hasta amenazó con suicidarse. Y luego empezó a buscar tantas amantes que se le parecían.

—¿Amantes que se le parecían? —mi mano, en el celular, tembló.

—Sí. Quizá no has visto a Camila, pero cuando la conozcas, verás lo mucho que se le parecen todas sus ex.

—Oye, hasta me parece que tú también te pareces un poco a ella. ¡Pero mi hermana es mucho más linda, claro!

Sus palabras se desvanecieron en mis oídos.

Un zumbido crecía dentro de mí. Con cada palabra, mi cuerpo se enfriaba más. Levanté la vista, miré a aquella mujer.

La había conocido.

—¿Lucía? ¿Sigues ahí? Oye, ¿y por qué preguntas eso?

No tuve fuerzas para responder. Solo dije suavemente:

—Solo cuido de mis intereses laborales. Es normal. Y no le digas a Santiago que pregunté.

Tras su confirmación, colgué.

La pantalla negra del celular reflejó mi rostro.

Miré otra vez a la mujer a lo lejos.

¿Me parecía?

Una sonrisa forzada se escapó de mí.

El hoyuelo en mi mejilla idéntico al de ella.

Sí. Nos parecíamos demasiado.

No supe cómo salí del aeropuerto. Solo recordaba la lluvia intensa afuera.

En casa, Santiago me secó el cabello con una toalla, me preparó una sopa caliente y me la dio con sus propias manos.

Acariciándome el pelo, habló distendido:

—Cariño, ¿sabes? Hoy casi me delato. Tu hermano dijo que un amigo quiere conocerte, que quiere presentártelos. Salté y le dije que no, rotundamente. Se quedó helado.

Sonreí, pero mis ojos permanecieron fríos.

—¿Y? ¿Se dio cuenta?

—¡Claro que no! Tu hermano es tan despistado. Jamás imaginaría que su mejor amigo estaba con su hermana. ¡Si lo supiera, no saldría con los cuatro miembros intactos!

Al oír su tono burlón, sujeté su mano.

—Santiago, ¿de verdad me ves como tu novia?

Él se sorprendió, luego rio. Se arrodilló frente a mí, me tocó la mejilla con suavidad.

—Si no fuera así, ¿por qué me enfadaría tanto cuando tu hermano quiso presentarte a alguien?

Al mencionar a ese hombre imaginario, su rostro se ensombreció. Me atrajo contra su pecho, sus labios rozaron mi cuello.

—Pensar en que pudieras estar con otro. Aunque fuera cenando juntos me duele demasiado.

Su aliento caliente en mi piel hizo que mi cuerpo cediera.

Pero justo cuando empezaba a rendirme, lo empujé.

—Santiago, estoy cansada.

Se sorprendió. Creyendo que me había resfriado, me llevó en brazos a la cama.

Solo cuando me dormí, me tocó la frente para asegurarse de que no tenía fiebre, y entonces salió.

Mirando la puerta cerrada, abrí los ojos lentamente.

Enterré la cara en la almohada y lloré hasta que me faltó el aire.

¿Qué novia…?

Solo era una sustitución de Camila.

Recordé cuánto Santiago decía amar mi sonrisa, cuánto me pedía que sonriera más. ¡Me daba asco!

Las lágrimas nublaron mi vista. La fiebre empezó a subir.

En medio del mareo, un recuerdo muy lejano vino a mí.

A los dieciocho años, mi hermano y Santiago me recibieron al volver al país. Fue amor a primera vista con ese hombre alto y apuesto.

Después, renuncié a la vida de señora ociosa. Le rogué a mi hermano que me metiera a hacer prácticas en la empresa de Santiago.

Al inicio, no teníamos contacto. Santiago siempre en negocios o en el circuito de carreras, con una mujer distinta en el asiento del copiloto.

Hasta un cóctel empresarial. Alguien de la competencia lo drogó. Sintiéndose mal, escapó tambaleante hacia el baño.

Preocupada, lo seguí. Pero lo perdí de vista. De pronto, unas manos fuertes me jalaron a un cuarto de almacén.

Grité y forcejeé, pero me calmé al reconocer su aroma a bosque.

Atrás, él jadeaba. Su camisa blanca, desabrochada en tres botones. El pecho, enrojecido por la droga. Se veía sensual.

Tragué saliva. Él lo notó.

Rió bajito, me levantó la barbilla. Su voz, ronca y lenta:

—¿Te gusta?

Azorada, quise negarlo. Pero él me jaló de vuelta, apretó mi mano contra su pecho.

—Si te gusta… ayúdame.

Antes de que respondiera, sus labios encontraron los míos. Mis ojos se abrieron desmesurados hasta que me rendí a ese beso que era a la vez conquista y contención.

Al despertar, estábamos desnudos en la cama. Santiago, recostado de lado, me miraba.

Aunque los efectos ya se habían ido, el deseo no se iba de sus ojos.

Ese día, dijo:

—Me haré responsable.

Y cumplió. Dejó su vida disipada. Se dedicó a ser mi novio.

Yo, por mi parte, rechacé varios matrimonios arreglados. Me quedé en su empresa. A su lado.

Cada vez que mi hermano veía a otras señoras vacacionando en Barcelona, mientras su hermana trabajaba sin descanso, me preguntaba qué tenía de especial esa empresa.

Mil veces quise confesar. Pero Santiago, siempre tan complaciente, se negaba rotundamente. Creí que temía la reacción de mi hermano.

Hoy, por fin, entendí.

Mi hermano fue testigo de su historia de amor con Camila. Lo vio sufrir y desesperarse por ella.

¿Cómo iba a entregar a su hermana a ese hombre?

Santiago no se atrevía a que Lorenzo lo supiera.

Pero ya no necesitaba temer.

Porque Santiago y yo iban a terminar.

Para cuando Camila regresó, ya se lo devolví por completo.

Y respecto a todos aquellos años de amor y tiempo compartido supe cargarlos, y también supe soltarlos al final.
Lanjutkan membaca buku ini secara gratis
Pindai kode untuk mengunduh Aplikasi

Bab terbaru

  • Amante En La Sombra   Capítulo 16

    Yo estaba recostada en la cama cuando Samuel se acercó y, con naturalidad, levantó mi blusa.Al instante me puse tensa, pero él solo sonrió:—¿En qué estás pensando?Su mano recorrió la cicatriz y luego comenzó a trazar algo sobre un papel.—Eres mi nueva obra.—Y serás mi favorita.Sus yemas de los dedos acariciaban mi abdomen, despertando un hormigueo que me recorría la piel.No pude soportarlo más y tomé su mano, le tiré del cuello de la camisa y lo atraje hacia mí.—Samuel, ¿qué somos ahora?Él me miró a los ojos y dijo con seriedad:—Si tú quieres, al siguiente segundo podemos ser novios. En un año, marido y mujer.Sonreí, rodeé su cuello con mis brazos y lo besé.Al notar mi iniciativa, Samuel se encendió de inmediato.Tomó mi rostro entre sus manos y profundizó el beso. Su forma de besar era igual que él: intensa, desenfrenada y llena de posesión.Justo cuando nos separamos, Lorenzo entró en la habitación.—Ah… olvidé algo… ustedes… sigan.Oí la risa suave de Samuel.

  • Amante En La Sombra   Capítulo 15

    Tras clarificar las cosas con Samuel, mi vida perdió la tranquilidad.Comenzó a visitarme con mayor frecuencia, mostrándose más directo que nunca.Su forma de cortejarme no era como la de Santiago, quien intentaba conquistarme con gastos lujosos y palabras dulces.Samuel dedicaba noches enteras a revisar mis conceptos de diseño y compilaba toda su experiencia en escritos que solo yo podía leer.Pero también instaló cámaras de seguridad en la entrada de mi villa y desplegó guardaespaldas, todo para mantener a raya a un cierto demente.Sin embargo, ni la vigilancia más estricta pudo contra la determinación de Santiago.Ese día, mientras salía a una reunión, un coche frenó de golpe frente a mí.Varios hombres bajaron, me cubrieron boca y nariz, y me arrojaron con violencia dentro del vehículo.Al despertar, me encontré en una casa que conocía demasiado bien.—¿Quién les dio permiso de atarle las manos? ¡Tiene las marcas en la piel! —Santiago le propinó una patada en el pecho a un

  • Amante En La Sombra   Capítulo 14

    Después de enviar el mensaje, Santiago nunca respondió.Entonces publiqué una actualización de estado visible para todos en mis redes sociales:"Nada relacionado con Santiago vuelva a contarme. Ya hemos terminado."Resultaba irónico: nunca habíamos anunciado nuestra relación, y la primera vez que lo hice públicamente era para declarar su final.Poco después de publicarlo, recibí muchos me gusta, entre ellos uno de un perfil desconocido:Samuel.Se había registrado en la plataforma apenas tres minutos antes.De inmediato, todos centraron su atención en él. Después de todo, era conocido por su hermetismo. Jamás había tenido cuentas en redes sociales."¡Es la cuenta del gran maestro! ¿Él y Lucía acaso…?""¿Soy la única que piensa que hacen buena pareja?"***Mientras revisaba los comentarios, sonó mi celular.Era Lorenzo.Me contó que Santiago había bebido hasta tal punto que lo llevaron de urgencia al hospital y ahora estaba en cuidados intensivos.—Lucía, dime ¿esto te alegr

  • Amante En La Sombra   Capítulo 13

    El tiempo pasó volando. La boda entre Santiago y Camila estaba programada para el día siguiente.Originalmente no lo sabía, pero Camila apareció en mi puerta y me arrojó la invitación a la cara.Al darse la vuelta, se encontró con Samuel. Tras un cruce de miradas, ella soltó una risa fría.—Lucía, ¿acaso tienes algún gusto peculiar? ¿Solo seduces a los amigos de tu hermano?Luego, lanzó una mirada desafiante a Samuel:—Señor Fernando, le aconsejo que despierte. No se deje engañar por esta mujer. Su exnovio es mi prometido. Cuando terminaron, fue bastante dramático. Ni siquiera pudo retenerlo mintiendo sobre un embarazo.Camila enfatizó maliciosamente la palabra embarazo. A mí no me importó, porque era la verdad, y un embarazo no era nada de lo que avergonzarse.El rostro de Samuel se ensombreció.—¿Y?—¿Tan orgullosa estás de recoger la basura que otro desechó?—¡Tú!El rostro de Camila se sonrojó al instante, pero no se atrevió a hacerle nada a Samuel.—¡Espera a que sea la S

  • Amante En La Sombra   Capítulo 12

    Acepté su invitación.Al ver el vestido de noche exquisito que me envió, sentí como si estuviera soñando. El giro de los eventos había superado toda expectativa.Pero lo que no imaginaba era que una sorpresa aún mayor me aguardaba.Me encontré con Camila y Santiago en la recepción.Al verme de nuevo, Santiago claramente se sobresaltó.En apenas unos días, parecía haber adelgazado mucho. Su ojo aún en recuperación, cubierto con un parche negro, le daba un aire intrigante.Había que admitirlo: dondequiera que estuviera, se convertía en el centro de atención.Hasta que Samuel entró al salón.Esa noche llevaba un traje de violeta con gemelos dorados, luciendo una elegancia aristocrática.La violeta, precisamente mi color favorito.No pude evitar observarlo durante un largo rato. Al volverme, mis ojos se encontraron con la mirada fija de Santiago.Él parpadeó, desvió la vista de inmediato como si una corriente eléctrica lo recorriera, y no me dirigió ni una mirada más.Sonreí co

  • Amante En La Sombra   Capítulo 11

    El punto de vista de primera persona:El concurso sacudió por completo el mundo del diseño.No solo por su prestigio inmenso.Sino porque Diske había mostrado el rostro.Y era un rostro absurdamente guapo.Como sus obras habían ganado todos los premios, todos asumían que sería un anciano lleno de experiencia.Pero resultó ser increíblemente joven. Mi primera impresión fue que no se parecía a un artista, sino a un director.Traje impecable, labios siempre fruncidos, mirada fría que transmitía cierta severidad.No pude evitar sentirme nerviosa.Los concursantes anteriores presentaron sus obras y abandonaron el escenario. Cuando me tocó a mí, mis palmas sudaban ligeramente.Bajo los focos, deslicé un anillo frente al juez.El público se quedó perplejo.Era una pieza extremadamente sencilla.En su centro, un corte imperfecto simulaba una grieta.Los jueces fruncieron el ceño al unísono. Solo Diske esbozó una sonrisa.—Esto es una falta de respeto. Siguiente, por favor.—¡Est

Bab Lainnya
Jelajahi dan baca novel bagus secara gratis
Akses gratis ke berbagai novel bagus di aplikasi GoodNovel. Unduh buku yang kamu suka dan baca di mana saja & kapan saja.
Baca buku gratis di Aplikasi
Pindai kode untuk membaca di Aplikasi
DMCA.com Protection Status