Share

Capítulo 2

Author: Violeta
Valeria se sorprendió, y luego la miró en los ojos.

—Cuando decidiste hacer el trato conmigo, no lo dijiste así. ¿Te has arrepentido?

Sí, ella se arrepintió.

Celia bajó la cabeza para ocultar la amargura que llenaba su mirada.

—Perdóneme por decepcionarla.

Valeria cerró los ojos y suspiró.

—Vale, si quieres, hazlo. Ya te di la oportunidad. No lograste que César se enamorara de ti, pero la familia Herrera ya no te debe nada.

Una punzada de tristeza y frustración la atravesó. Celia le respondió con una sonrisa y la voz ronca.

—Gracias.

***

Cuando Celia regresó a la Villa Serenidad, donde vivía, se encontró con Sira y su hijo, seguidos de César. Llegaron en el auto de César… Al verlos, Celia se quedó pasmada, y Sira la miró con sorpresa.

—¿Celia? ¿También vives aquí?

Celia miró instintivamente a César, quien ni siquiera mostró una expresión especial. Precisamente su calma indiferente le clavó un cuchillo en el corazón.

Villa Serenidad era un barrio de lujo en el centro de la capital, parte de los negocios del Grupo Haus Inversiones de la familia Herrera. César le había dado un apartamento allí como una compensación. Como se ubicaba cerca de la clínica, ella lo aceptó. Pero, nunca esperó que él también hubiera acomodado a Sira y su hijo aquí.

Qué ridículo… Él parecía tener mucha prisa.

—Sí, qué casualidad. —Le respondió Celia, esforzándose por controlarse.

Justo cuando iba a marcharse, Sira le hizo una pregunta.

—Dicen que ya estás casada. ¿Dónde está tu esposo?

Celia se detuvo bruscamente. ¿Su esposo? Posó su mirada en César y vio la fugaz expresión sombría que apareció en su cara. Qué ridículo. ¿Él tenía tanto miedo de que Sira supiera de su matrimonio?

Pensando, habló calmadamente.

—No tengo esposo.

En los ojos siempre serenos de César pasó un brillo de descontento.

—¿No tienes esposo? Pero ya estás casada, ¿no es así? —Sira seguía sonriendo.

¿Qué ella ya estaba casada? Sí, según la información del sistema de la clínica, ella estaba casada. Sin embargo, nadie había visto a su esposo.

Forzó una sonrisa de burla y les dijo:

—Es solo una broma que hice cuando puse mi información. No tengo esposo.

¿Dijo que ella no tenía esposo? Al escucharlo, todo el ser de César emanaba un aura cargada de peligro.

Celia ya había renunciado y había decidido alejarse, tampoco se molestó en publicar su matrimonio oculto durante años.

Dejándolos atrás, Celia entró en el edificio sin mirarlos más.

***

En la noche, Celia empacó todas sus pertenencias en dos maletas grandes, y luego las colocó en el vestidor.

Su mirada se posó en la foto de su boda, en la cual ella, vestida de novia, abrazaba a César con una sonrisa radiante, en contraste con la expresión indiferente del novio.

En ese momento, ella creía que él no sonreía porque era una persona seria. Así que, aunque solo tomaron esa foto, la valoraba mucho. Ahora ya entendía la verdadera razón: César no era una persona tan seria como pensaba, y no sonrió solo porque ella no era digna de recibir su sonrisa.

Ella tomó el marco y le dio una última mirada, luego lo arrojó a la caja de cartón, donde había colocado las cosas que iba a abandonar. Tras sellarla, la dejó también en el vestidor.

Al salir del dormitorio, escuchó algunos sonidos que llegaban de la sala y entendió que César había regresado.

Cuando llegó a la sala de estar, lo vio colgando su abrigo en el perchero de la entrada y cambiándose de zapatos. Suspiró hondo y se le acercó, preguntándole:

—¿No vas a explicarme lo de hoy?

Se refirió a por qué había acomodado a Sira y su hijo en el mismo barrio.

César se quitó la corbata y le dirigió una mirada con impaciencia e indiferencia.

—¿Por qué debería? Este barrio está cerca de la clínica. Si tú puedes vivir aquí, ¿por qué ellos no pueden?

Con la corbata colgada en su brazo, él clavó la mirada en ella.

—Celia, escucha, ya conseguiste lo que querías. No seas tan codiciosa.

Esas palabras la decepcionaron. ¿Qué ella era codiciosa? Podía ser… Para él, ella logró ser su esposa, y ahora ella "cuestionó" su decisión relacionada con Sira y su hijo… Todas estas acciones reflejaron su "codicia".

Dicho esto, César estaba a punto de entrar en el dormitorio, pero Celia lo detuvo.

—Creo que debemos hablar un poco.

César se paró y luego se dio la vuelta con evidente impaciencia. Le hizo una pregunta llena de indiferencia:

—¿Y qué más quieres esta vez?

—Quiero divorciarme de ti.

Mientras hablaba, ella se quitó el anillo y lo apretó en la mano.

—Te devolveré la libertad.
Continue to read this book for free
Scan code to download App
Comments (1)
goodnovel comment avatar
Diana Tapia Sánchez
me gustaría encontrar una historia de este estilo que no fuera tan larga, todas las novelas de este cliché. (no sé si escribí bien) son largas
VIEW ALL COMMENTS

Latest chapter

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 426

    Celia esperó un buen rato en la calle hasta que por fin encontró un taxi. El conductor se volvió y le preguntó:—Señorita, ¿adónde va?Ella dudó unos segundos. Ya era demasiado tarde para molestar a Luna, así que no le quedaba más opción que regresar a su antigua residencia.—A Jardín Rosal, por favor.***Al día siguiente, cuando Nicolás salió de su casa, vio dos bolsas de basura frente a la puerta de la casa de Celia. Se acercó, dudó un momento y luego intentó tocar el timbre. Poco después, Celia abrió la puerta.Parecía que se acababa de despertar. Tenía el pelo recogido de manera desaliñada, la máscara de dormir aún en la frente y vestía un holgado camisón de color amarillo claro. Era la primera vez que la veía en ese estado.Al verlo, Celia se despertó de inmediato.—Doctor Gómez, buenos días…—¿Cuándo regresaste?—Pues… anoche.Nicolás la miró fijamente, como si hubiera adivinado algo, y arrugó el entrecejo.—¿Discutieron?Ella negó con la cabeza.—No.Él entrecerró los ojos, per

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 425

    Cuando la fiesta terminó, ya eran altas horas de la noche, y de repente comenzó a llover. Todos se agruparon bajo el alero esperando sus taxis, y luego se fueron uno tras otro hasta que solo quedaron Celia, Nicolás y Dylan.—Nico, yo también me voy ya. ¡Lleva tú a Celia a su casa! —se despidió Dylan, su auto había acabado de llegar.En ese momento, solo quedaban Celia y Nicolás. Él se volvió hacia ella y le preguntó:—¿Quisiste hacerme preguntas durante la cena?Ella vaciló, dudando un momento antes de preguntar con cautela:—Cuando eras pequeño, ¿alguna vez fuiste secuestrado?—¿Miranda te dijo algo?Celia guardó silencio. Nicolás lo entendió todo al ver su expresión. Suspiró con impotencia.—Pensé que lo recordarías por ti misma.—¿Realmente eras tú? —Celia se quedó estupefacta—. Pero en aquel entonces las noticias informaron que…—Solo informaron que había dos supervivientes. —La interrumpió él, sonriendo con amargura—. Mis padres, para evitar manchar la reputación de la familia, op

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 424

    Miranda le dio unas palmaditas en el hombro.—En cuanto termine, vendré a charlar un poco con ustedes.Luego, se dirigió a todos:—Si quieren pedir algo más, díganme, ¿de acuerdo?Dicho esto, regresó al interior. Celia pasó un rato en el patio, y luego fue a buscarla con la excusa de ir al baño. La mirada de Nicolás se posó en su espalda y se quedó sumido en sus pensamientos.Dentro, Miranda estaba limpiando las copas en la barra. No había nadie más allí. El ambiente contrastaba mucho con el bullicio del exterior. Al oír el tintineo de la campanilla de la puerta, ella levantó la cabeza y, al ver a Celia, le sonrió con suavidad.—¿Cómo van tus problemas psicológicos? No han empeorado, ¿cierto?Celia le sonrió, sintiéndose un poco avergonzada.—No.Miranda permanecía sonriendo.—Me alegra mucho. Eso significa que tu situación es controlable. No tienes que tomar tanta medicación ni enfrentarte a tantos síntomas físicos.Celia asintió mirándola, y luego recorrió toda la sala con la mirada.

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 423

    En ese momento, César se detuvo de pronto y también volvió a mirarla. Al verla quieta en su lugar, le preguntó con suavidad:—¿Qué sucedió?Celia retiró la mirada.—Nada. Es que no siento frío.Ella le respondió y salió por la puerta sin esperar su respuesta. César la observó desaparecer poco a poco. Al fin, relajó la mano que había estado apretando con fuerza. De hecho, de vez en cuando se cuestionaba a sí mismo: ¿sería capaz de dejarla ir o, incluso, de cederla a otro?***Se quedaron en un restaurante al aire libre. Era un negocio de cocina privada que solo atendía a clientes habituales. Dylan, que tenía un amplio círculo de conocidos, resultaba ser viejo amigo de la dueña del lugar, así que lo había elegido para la reunión.Apenas Celia entró en el patio, todas las miradas de la mesa se posaron en ella, lo que la sobresaltó.Aparte de Dylan, solo conocía a tres personas. Las otras cuatro parecían ser de otros departamentos. Era la primera vez que las veía, y en ese momento se sinti

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 422

    Sira volvió en sí y rio con desconfianza.—No hables como si pudieras sacarme de aquí.Beatriz se acercó a ella.—No puedo sacarte de aquí de manera directa, pero… ¿qué pasaría si tuvieras un informe de evaluación psiquiátrica?Al instante, un brillo de esperanza iluminó los ojos de Sira. Levantó la cabeza y miró a Beatriz, quien se enderezó y recuperó la distancia.—Si quieres mi ayuda o no, eso depende de ti.—Habrá condiciones, supongo —replicó Sira, escrutándola con cautela—. No me ayudarías sin motivo.Beatriz sonrió.—Tienes razón. Sí hay una condición.***En el estudio del hotel, César estaba redactando un documento cuando recibió una llamada de Yael.—Buenas, dime.—Óscar insiste en ver a su mamá. Hace al menos seis años que no la ha visto, ¿lo recuerdas?Los dedos de César se detuvieron sobre el teclado. Había dejado que Óscar se recuperara en la casona, pero él rara vez se había ocupado de sus asuntos Especialmente después de enterarse de lo que había hecho su madre, ya no h

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 421

    Sergio dejó de sonreír. Varios segundos después, dejó de lado la taza sobre la mesa con disgusto.—Ella me ocultó el embarazo y dio a luz a ese niño sin mi permiso. Aunque él lleve mi sangre, no lo reconozco. Si quieres usarlo para chantajearme, no serviría de nada.Beatriz no esperaba una actitud tan despiadada hacia madre e hijo. Se obligó a sonreír.—Qué palabras más hirientes. Después de todo, yo te vi crecer.Sergio se secó la comisura de los labios con un pañuelo y se rio con sarcasmo.—Quién sabe. —Su expresión se tornó seria mientras se ponía de pie—. Tengo otros asuntos que atender, así que no me quedaré a comer. Adiós, tía Beatriz.Una vez que Sergio se marchó, la sonrisa de Beatriz se desvaneció. En ese momento, recibió una llamada. La persona al otro lado le dijo:—No puedo ayudarte con este asunto. Las investigaciones son muy estrictas, no quiero arriesgar mi propio futuro por ello.Beatriz arrugó el entrecejo, pero finalmente no insistió.—Entendido. Buscaré otra manera.

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status