Compartir

Capítulo 3

Autor: Violeta
César no esperaba que ella le propusiera el divorcio y su expresión se ensombreció todavía más.

—Nunca estaré de acuerdo con eso.

Celia se sorprendió. ¿No quería divorciarse? Acaso…

En ese momento, él añadió:

—La abuela tampoco estará de acuerdo.

Luego, el estruendo del golpe de la puerta llegó a los oídos de Celia.

Ella se congeló en su lugar por un buen rato, sintiendo como si tuviera un nudo en el pecho que le bloqueaba el aire. Todos sus previos pensamientos le parecían tan ridículos y graciosos.

¿Cómo era posible que este rechazaría el divorcio por ella? Solo se preocupaba por el desacuerdo de su abuela. Lamentablemente, ella había obtenido su aprobación.

Los dos no terminaron bien y, al final, durmieron en diferentes habitaciones. A la mañana siguiente, cuando Margarita, la empleada doméstica, llegó a trabajar, César ya había salido de la casa.

Celia fingió, como si no hubiera pasado nada, y desayunaba sola. Cuando Margarita terminó la limpieza y salió del cuarto, le preguntó a Celia con curiosidad:

—Señorita, ¿parece que hay muchas cosas menos en la casa?

Celia se detuvo por un momento: incluso la empleada lo descubrió, pero su supuesto esposo no le había preguntado nada. Era evidente que a él no le importaba nada.

Ella le sonrió con amargura.

—Esas cosas ya son viejas, así que las tiré a la basura. No son importantes.

Al escucharlo, Margarita no insistió más.

***

Al mediodía, Celia recibió una llamada de Samuel, informándole sobre una cirugía urgente. El paciente estaba en una situación muy crítica, y el único cirujano experto en neurocirugía estaba de viaje. Así que, en ese momento, ella era la única capaz de hacerse cargo de eso.

Celia acudió a la clínica, se cambió el uniforme y entró a la sala de emergencias. Todos los médicos principales estaban allí, así como Sira.

Todo el espacio estaba impregnado de un fuerte olor a sangre. A diferencia de otros médicos que se acercaron a examinar la herida del paciente, Sira ni siquiera se atrevió a acercarse, esforzándose por controlar las ganas de vomitar.

—Celia, qué bueno que has llegado. —Le dijo el anestesista mientras se acercaba. —El paciente se cayó de un andamio. Acaba de ser traído a la clínica y ahora está en coma.

Al ver la grave condición del paciente, Celia no pudo evitar contener la respiración. Una varilla de acero de veinte centímetros le atravesaba la cabeza y salía por uno de sus ojos; aunque el paciente estaba inconsciente, aún tenía signos vitales. Ya era un verdadero milagro.

Conteniendo las náuseas, Sira le dijo a Celia:

—¿En serio puedes arreglar la situación? Con un pequeño error, ¡el paciente perderá la vida!

—Si yo no puedo, ¿tú puedes?

La pregunta de Celia hizo que la cara de Sira se tornara sombría.

Celia se puso los guantes y ordenó a los otros médicos:

—Primero, debemos realizar una craniectomía para descomprimir su cerebro y limpiar los coágulos de sangre.

El anestesista y los demás asistentes ya estaban listos. Sira dudó.

—¿Debería quedarme a ayudar?

—Sal de aquí. —Le respondió Celia.

Había visto cómo Sira reaccionó ante la situación y sabía que su presencia no serviría de nada.

—Pero…

—Sira, ahora la vida del paciente está pendiente de un hilo. Debes salir a calmar a su familia. —La urgió uno de los médicos.

Ningún cirujano de la Clínica Central se atrevía a hacer esta cirugía, porque cualquier pequeño error podría arruinar toda su carrera profesional. Además, todos habían visto cómo se comportaba Sira; si no fuera por su respaldo poderoso, ya la habrían reprendido.

Avergonzada, salió del quirófano.

***

Después de confirmar que no había daños en el tronco encefálico y que no había lesiones vasculares significativas, Celia y todo el equipo tardaron cinco horas en sacar la varilla de la cabeza del paciente, y luego realizaron una cirugía de reconstrucción de cráneo.

El proceso no terminó hasta atardecer. Cuando vieron que los signos vitales del paciente se estabilizaban, se aliviaron. Al terminar, los demás médicos se apresuraron a informarle a su familia. Celia, por su parte, fue a la oficina del director.

Samuel estaba muy emocionado por el éxito de la cirugía.

—Celia, gracias.

—No puedo darme todo el crédito. Todo el equipo cooperó muy bien y el paciente tiene mucha suerte, porque la varilla no dañó ninguna estructura importante del cerebro. De lo contrario, ni Dios lo podría ayudar.

Samuel asintió y luego intentó retenerla.

—¿Realmente no vas a reconsiderar tu solitud de traslado?

Él reconocía mucho las habilidades de Celia: no solo era la cirujana más joven, sino que también era mujer, algo muy raro en el campo médico. Rivale era una ciudad muy pequeña y las remuneraciones allí no estaban al mismo nivel que en la capital. Si ella dejaba un puesto tan bueno para ir a trabajar en la Clínica Santa María de Rivale, sería una lástima.

Celia le sonrió, rechazando su propuesta con la cabeza.

—Ya lo he decidido. No se preocupe, si necesita mi ayuda en el futuro, vendré si tengo tiempo libre.

Al escucharla, Samuel no insistió más.

Celia salió de la oficina y se encontró con César. Se detuvo y quería decirle algo, pero él pasó por ella sin mirarla, mientras le decía:

—Doctora Sánchez, tengo algo que decirte.

Se dirigieron juntos al balcón. Como acababa de terminar una cirugía difícil, Celia le preguntó muy cansada:

—¿Qué quieres decirme…?

—¿Por qué la pusiste en vergüenza en el quirófano?
Continúa leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la App
Comentarios (1)
goodnovel comment avatar
Claudia Serrano
Que imbécil es, presume que es buena doctora no supo cómo resolver la situación sino todo lo contrario le dió ganas de vomitar pero en lugar de que César le llamara la atención ve a reclamar a Celia.
VER TODOS LOS COMENTARIOS

Último capítulo

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 496

    Celia se mantenía de pie, observando discretamente los cambios en las expresiones de cada persona. Podía sentir que todos en esta familia llevaban una máscara. Aunque compartían lazos de sangre, la atmósfera le resultaba extrañamente indiferente. Ante los intereses, ¿acaso todos los lazos familiares eran frágiles?A diferencia de ella, Ben dio un sorbo de té, ignorando la tensión como si ya hubiera anticipado esta situación. El hombre que había permanecido en silencio habló en ese momento, bromeando. —Enzo, tienes la lengua tan afilada como siempre.—Gracias por tus elogios, Miguel.Miguel volvió su mirada hacia el anciano en el asiento principal.—Padre, Enzo por fin recuperó a su hija. Celia, al igual que Ben, lleva nuestra sangre. ¿Qué le parece?Ferlín dejó su taza de té con despacio. Su mirada era distante. En lugar de responderle , miró a Celia. Su voz era grave, pero llena de autoridad.—¿Te llamas Celia Sánchez? Es cierto que te pareces mucho a Nieve. Con razón Enzo te protege

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 495

    Celia colgó la llamada y, en ese momento, alguien llamó a la puerta. Se acercó a abrirla.—¿Ben? —Parpadeó, sorprendida.Él le tendió una vela aromática.—Papá me pidió que te la diera —explicó.Ella la tomó.—¿Esta vela me ayudará a relajarme?—Sí, es para que duermas mejor, ya que has cambiado de ambiente. —Sonrió Ben con ternura—. Mañana por la mañana iremos con papá a visitar a nuestro abuelo. Descansa bien para lo de mañana.Celia también sonrió.—Entendido.Con la aromaterapia, Celia tuvo un buen sueño. A la mañana siguiente, después de desayunar con la familia, salieron juntos. Dentro del auto, Enzo, al notar su nerviosismo, la tranquilizó con suavidad.—No te preocupes, Ben y yo estamos contigo. Será solo una visita normal a tu abuelo. No nos quedaremos durante mucho tiempo.—Exacto. Y si no te cae bien alguien, no tienes que fingir amabilidad —añadió Ben.—Así es. —Enzo hizo eco—. Que sepan que mi hija no es fácil de intimidar.Celia no pudo evitar reírse ante la divertida rea

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 494

    Mientras Celia cruzaba el patio, Nieve se lanzó hacia ella y la estrechó entre sus brazos con fuerza. Celia se tensó por unos segundos antes de enterrar su cara en el hombro de Nieve. En ese instante, toda la angustia acumulada en su corazón emergió de nuevo, mezclada con la añoranza que había sentido durante años.—Mamá… —murmuró.Nieve, como si percibiera su dolor, sonrió y le acarició la espalda con suavidad, consolándola.—Mi niña, mamá está aquí…***A las nueve por la noche, Lía abordó el avión. Había comprado un asiento en clase ejecutiva. Mientras buscaba su lugar, se sentó y notó que el hombre sentado en el asiento de al lado le resultaba familiar. Al observarlo, se tapó la boca con la mano.—¡Dios mío!Otros pasajeros volvieron la mirada hacia ella. Avergonzada, Lía bajó la cabeza y juntó las manos en un gesto de disculpa antes de girarse hacia el hombre.—¿¡Qué haces en este vuelo!? —preguntó sorprendida.Nicolás apoyó la cabeza en una mano, con evidente impotencia y cierta

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 493

    Antes de que Jacob lo refutara, Celia intervino.—Acabo de llegar a Ficus y no quiero llamar demasiado la atención. Cualquier mesa libre me parece bien.Jacob cedió. El gerente los acompañó a una mesa tranquila y cómoda en el salón. Y fue entonces cuando Celia se encontró con una persona familiar que no había visto durante mucho tiempo. La sorpresa del otro fue también evidente; incluso tuvo que verla varias veces para asegurarse de que era ella antes de acercarse. Demasiado asombrado, Alfredo tardó varios segundos en reaccionar.—Debes estás en Rivale, ¿no? ¿Por qué…? —preguntó con sorpresa.—Es que necesito un cambio de ambiente —respondió Celia con una sonrisa cortés pero distante—. Y usted, ¿por qué está aquí?—Estoy de viaje de negocios.—Ah, ya veo.—Llevo tanto tiempo sin verte… ¿Has estado bien?Al decirlo, Alfredo se dio cuenta de que había hecho una pregunta inadecuada. De inmediato, explicó con una sonrisa incómoda:—No lo malinterpretes. La verdad es que… me casé.Celia no

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 492

    La habitación quedó sumida en un silencio tenso. Al percibir el ambiente, Lía y Yael no pudieron evitar contener la respiración y decidieron retirarse discretamente. César miró a Marta.—¿Le importo? —preguntó.—Si no me importaras, ¡no habría hecho todo esto por tu bien!Él sonrió con amargura.—Desde pequeño, me he exigido cumplir sus estándares, aunque nunca me ha dicho cuáles son exactamente. ¿Acaso convertirme en el heredero de los Herrera no es suficiente? ¿Tengo que casarme también con la mujer que usted apruebe?Marta no esperó estas preguntas.—Siempre dice que ha hecho todo por mi bien, pero ¿de verdad lo es? Solo lo hizo por la atención de papá. Desde niño, si me portaba lo suficientemente bien, él volvía a casa. ¿No es así?Apenas terminó de hablar, su cabeza giró por un impacto. El sonido de la cachetada rompió el silencio. Marta temblaba de furia. Al darse cuenta de lo que había hecho, sintió un inmediato arrepentimiento, pero no supo cómo enmendarlo. En su confusión, Cés

  • Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró   Capítulo 491

    Al ver esa cara tan familiar, Celia se quedó petrificada por un instante. Había imaginado innumerables veces la posibilidad de que él siguiera con vida, pero ahora... allí estaba, frente a sus ojos.Cuando ella estuvo desmayada, él estaba a su lado… ¡No había sido una ilusión! ¡Él siempre había estado a su lado! Pero en ese momento, en vez de alegría, una oleada de rabia e indignación la invadió. Apretó los puños sin poder evitarlo.—¡Deja de hacer teatro! Ya lo viste antes, ¿no? —le dijo a Jacob, con voz cargada de exasperación.Jacob se atragantó, rascándose la cabeza con incomodidad, sin poder crees que tan mala hubiera sido su actuación. Celia giró sobre sus talones y regresó al dormitorio por su cuenta.—Señorita, él...Jacob no sabía qué hacer. ¿Debería echarlo o dejarlo entrar? La mirada de César se posó en él.—Quiero hablar con ella a solas.—Eso no me parece adecuado… Ella ha dicho que quiere verlo.—Te pagaré el doble.Jacob contuvo la respiración y, sin dudarlo, se hizo a u

Más capítulos
Explora y lee buenas novelas gratis
Acceso gratuito a una gran cantidad de buenas novelas en la app GoodNovel. Descarga los libros que te gusten y léelos donde y cuando quieras.
Lee libros gratis en la app
ESCANEA EL CÓDIGO PARA LEER EN LA APP
DMCA.com Protection Status