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Capítulo 52

Penulis: Violeta
Felipe palideció, sin esperar que ella no solo presentara excusas, sino que además encontrara sus fallas en los detalles.

Con las palabras de Celia, los directivos comprendieron lo ocurrido. Sin embargo, este tipo de "acoso laboral" les parecía trivial. Mientras no afectara sus intereses, preferían hacerse de la vista gorda.

Sira apretó los puños con fuerza y se mordió sus labios antes de ceder.

—Fue un descuido de mi parte. Lo siento, Celia. Después de la reunión, haré que te incluyan al grupo.

Celia asintió, aceptando muy naturalmente la solución.

—Mil gracias.

Sira dejó de sonreír, desvió la mirada y sus ojos se tornaron fríos.

Una hora después, terminada la reunión, Celia regresó a su oficina. Pronto recibió la notificación de invitación al grupo enviada por Sira. Echó un vistazo a la pantalla pero lo ignoró, continuando con la organización de documentos para su traslado.

En ese momento sonó su celular. Era una llamada de Rosa. Dudó un largo rato antes de responder:

—Hola, dime.

—C
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    —Señorita Sánchez, quiero cortejarte.Alfredo estaba muy cerca de Celia. Su piel sin ningún tipo de imperfecciones era más suave y tersa que la de una mujer; sus ojos brillaban con vivacidad, su nariz era alta y recta, e incluso las líneas de sus labios eran atractivas.Celia recordaba que, la primera vez que ella lo había visto, había creído que era un hombre apuesto. Sin embargo, en ese momento, su gusto se inclinaba cada vez más por los rasgos gallardos y esculpidos como los de César.No obstante, frente a la directa y repentina declaración de Alfredo, Celia quedó confundida.—Pero, Alfredo, tú...Le pareció demasiado repentino. Por un momento, no supo cómo responderle.—Lo siento por ser precipitado. Al principio, planeaba decírtelo después de tu divorcio. No necesitas darme una respuesta inmediata. Solo quería expresarte mis verdaderos sentimientos. No tengo prisa por tu respuesta —añadió Alfredo con voz suave pero con una mirada decidida.Ella apretó con fuerza los labios y guard

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    Alfredo se acercó a ella, susurrándole al oído:—En comparación con ella, creo que no querrás que César sepa lo desenfrenada que eres en mi cama, ¿cierto?Sira se paralizó, sin atreverse a decir ni una sola palabra más.—Siempre y cuando me escuches, aseguro que obtendrás lo que deseas.Después de decir estas palabras, Alfredo se dio la vuelta y salió de la habitación sin mirar atrás.Sira quedó inmóvil en su lugar, pálida. Al principio, cuando negoció la cooperación con Alfredo, nunca pensó que terminaría en la cama con él. Si no hubiera sido porque esa noche, cuando estaba borracha, y las cosas se les fueron de las manos, ¡jamás le habría dejado esa prueba en su contra!Bueno, eso ya no importaba. Para convertirse en la señora Herrera, aún necesitaba la ayuda de Alfredo. La familia Suárez no era tan adinerada o poderosa como los Herrera, pero al menos Alfredo podía satisfacerla de manera física. Y, además, era una persona habilidosa. Si no fuera por su valiosa ayuda encubierta, elim

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    La expresión de César se ensombreció, arrinconándola entre el auto y su pecho.—¿Tanto deseas divorciarte de mí?Ella levantó la cabeza para mirarlo a los ojos. —Sí —Le dio una respuesta firme.Él la observó de arriba a abajo, con una mirada que parecía intentar penetrarla.Celia sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. Sintiéndose incómoda bajo su mirada, apartó la cara a un lado.—Cuando tengas una decisión, dímela.Dicho esto, apartó con rabia su mano. Apenas dio dos pasos adelante, la voz grave de César llegó desde atrás. —¿Quieres divorciarte de mí por Alfredo Suárez?Celia se detuvo por un momento. Por un fugaz momento ella cambio de expresión, pero pronto recuperó la normalidad.—¿Y qué si lo es? ¿Y qué si no?—Incluso si él te usa y te engaña, ¿también le creerías?Celia guardó silencio. César se acercó a su espalda, mirándola una y otra vez.—Él no quiere ayudarte con sinceridad. Más te vale pensarlo bien. ¿En serio vas a divorciarte de mí por un hombre así?Celia ap

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    César se aflojó la correa del reloj. Después de unos minutos, se rio.—Quien te instigó a hacer esto fue Sara Dorado, ¿cierto?Paco no se atrevió a ocultarle nada y afirmó con un leve gesto. Sara no lo había contactado por llamadas, sino que había enviado a alguien a buscarlo en la comisaría. Y como ella nunca había aparecido, logró evitar sospechas.La sonrisa de César desapareció. Su mirada se fijó en Nicole y le ordenó:—Dicen que Manuel Cruz busca la reelección, ¿cierto?—Sí —respondió Nicole, respetuosa.—Creo que la Administración Fiscal necesita un nuevo director.Después de decir estas palabras, César se fue sin mirar atrás.***Por la noche, toda la ciudad parecía un mar animado de luces titilantes.Celia salió del baño luego de ducharse. La pantalla de su celular, que había dejado en la mesa, se encendió. Se acercó apresurada y la revisó. Era un mensaje de César."Estoy afuera de tu casa".El entrecejo de Celia se tensó. Se acercó a la ventana y vio su auto estacionado frente

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    Celia no esperó ese pensamiento de Rosa e intentó explicarle, sintiendo impotencia.—Mamá, Alfredo y yo no tenemos el tipo de relación que piensas…—Lo sé. Solo espero que lo consideres cuando llegue el momento adecuado. — Rosa la persuadió con mucha paciencia tomando su mano—. La relación se profundizará con el paso del tiempo.Celia quedó sin palabras. ¡Ni siquiera se había divorciado ..!Pronto, Alfredo regresó después de la llamada. Su semblante estaba serio, aunque no lo había controlado.—Lo siento mucho, Celia, señora. Tengo algo urgente que atender, así que no podré quedarme a cenar.Rosa se sintió un poco decepcionada por eso. Había querido promover el proceso de la relación entre los jóvenes durante la cena… Bueno, ella no tenía tanta prisa, así que le hizo un lindo gesto sonriendo para despedirse.—Está bien, no te preocupes. Venga cuando tenga tiempo libre.Alfredo le echó un rápido vistazo a Celia y luego se fue sin decir nada más.***En las afueras desoladas del distrit

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    Si Sira no hubiera mencionado esos asuntos, quizás Celia no se habría enojado tanto. Pero al sacarlos a relucir, la expresión de Celia se nubló por completo. Especialmente, ella los había mencionado con su actitud falsa e hipócrita.—Sira, ¿de verdad crees que eres inocente?Sira la miró desconcertada mientras ella continuaba:—Mis padres nunca te habían visto. Dices que fueron a buscarte para obligarte a alejarte de César, ¿cierto? Pero, dime, ¿cómo te encontraron? ¿Por qué obtuvieron tu contacto? ¿Tú estabas con tu hijo en esa cafetería y mis padres, por casualidad, pudieron localizarte con tan perfecta precisión?Sira, sintiéndose culpable, desvió la mirada.—Pues... quién sabe...Celia abrió su álbum de fotos y le mostró una captura de pantalla de un mensaje de texto.—¡Fuiste tú quien citó a mis padres! Tú los provocaste deliberadamente, ¡y luego empujaste a tu propio hijo de la azotea para incriminarlos!En medio de los susurros de acusación, Sira, con los ojos enrojecidos, repli

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