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Capítulo 73

Penulis: Violeta
En el pasillo de la clínica, Sira le envió a Celia una foto de con Óscar, acompañada de un mensaje provocador.

"Celia, César está con nosotros. No irá a verte. No pierdas más tiempo esperándolo."

Ella no le respondió, pero a Sira no le importó. Al menos su plan había funcionado y había logrado su objetivo: retener a César.

De pronto, escuchó unos sonidos. La puerta de la habitación se abrió. Sira guardó el celular y se le acercó a César con una sonrisa.

—¿Óscar sigue durmiendo? —le preguntó.

—Sí. Quédate con él. Tengo asuntos pendientes. —le dijo en tono neutro.

La sonrisa de Sira se desvaneció al instante. Antes de que pudiera irse, lo tomó del brazo.

—¡César!

Sabía adónde iría, y eso la inquietó. Había regresado del extranjero después de seis años, pero aún no había recuperado su lugar en la vida de él, tampoco había obtenido lo que quería. No permitiría que otra mujer se lo quitara.

César se volvió a mirarla, confundido.

—¿Qué ocurre?

—Me preocupa que Osqui se asuste si despierta y
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    Celia, al borde del ahogo y afectada por el ligero mareo del alcohol, se sentía muy débil en el abrazo de César. Él rozó con suavidad su lóbulo con la punta de la nariz, y sus labios ardientes se posaron cerca de su cuello. Pero, ese beso no se posó en ella durante mucho tiempo. Al notar que ella intentaba quitarle la máscara, él tomó su mano y murmuró:—¿Me besaste y ahora quieres quitarme la máscara?Celia arrugó el entrecejo.—César Herrera, deja de fingir.—¿Cómo me llamaste?—Dije César…De pronto, unos pasos resonaron desde la sala, acercándose. Celia retiró la mano rápidamente, se separó de su abrazo y se arregló nerviosamente el vestido.—Señor Mendoza, ¿por qué está aquí? —preguntó Miguel, confundido.La forma en que Miguel se dirigió al hombre enmascarado sorprendió a Celia. —¿Señor Mendoza?Miguel miró a César y luego a la perpleja Celia, pensativo. César se ajustó la manga y le sonrió.—Solo buscaba un lugar para descansar y me encontré con la señorita por casualidad. Pare

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    Celia apareció tomada del brazo de Ben. Llevaba un vestido largo de terciopelo azul marino, con un diseño de lazo en el escote y una cinta de seda en forma de moño que caía desde su nuca hasta la espalda desnuda. La cintura ceñida y la falda bien ajustada delineaban perfectamente sus curvas. Ni siquiera necesitaba joyas deslumbrantes. Con estar allí, ya irradiaba una belleza elegante y llamativa que hacía imposible apartar la vista de ella. Enzo brindaba con los invitados distinguidos mientras les decía:—Bienvenidos al banquete. Mi hija acaba de llegar a Ficus y aún no está familiarizada con la ciudad. En el futuro, en asuntos profesionales, espero que puedan ofrecerle un poco de ayuda. —Señor Rojas, no se preocupe. Quizás en el futuro todos necesitemos la ayuda de sus hijos, ¿cierto?—Claro, claro —respondió Enzo con gran cordialidad. Ben se volvió hacia Celia.—Mi hermanita es muy hermosa. Tendré que vigilarla muy bien para que ningún joven descarado intente ligar con ella. —¿Jó

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    De regreso, Enzo se rio a carcajadas dentro del auto.—¡Y temía que te intimidaras! ¡Pero manejaste la situación con gran aplomo! —le dijo a Celia muy contento.Ella se aferró a su brazo.—No dejaré que mi papá y mi hermano queden en vergüenza.Enzo hizo un gesto, despreocupado.—A nosotros no nos importa su actitud. No nos afectará.Su actitud detrás de estas palabras era clara: sin importar si ella cometía un error, la respaldarían sin condiciones. Celia bajó la mirada, sintiendo una calidez en su interior. Sus padres y su hermano la amaban mucho, y sinceramente.—Por cierto, el banquete de bienvenida para ti tendrá que ser fastuoso. Ben, te encargo esta tarea, ¿vale? —propuso Enzo.Ben sonrió y aceptó.—Enseguida contactaré con el hotel para hablar del menú.Luego, volvió su mirada hacia Celia.—Si tienes alguna petición especial, no dudes en decírnosla.Celia apretó ligeramente los labios antes de responder.—No tengo ninguna petición especial. Si papá quiere, organiza el banquete

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