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Capítulo 3

Autor: Choco Bean
Con el tiempo, su empresa creció y ganó muchísimo dinero, pero jamás volvió a mencionar lo de comprarme un auto.

Ahora que lo pienso, si de verdad me hubiera amado, ¿cómo pudo ignorar mis necesidades?

Ese día fui a la compañía de Lucas a presentar mi renuncia.

Apenas estacioné en el sótano, vi que un equipo de grabación estaba montando todo para filmar.

Lucas estaba impecablemente arreglado, de pie junto a Lidia y su hijo Mateo. Los tres sonreían como si fueran una familia feliz.

En cuanto entré con mi auto, las miradas se giraron hacia mí.

—¡Vaya, Lucas! —exclamó, alguien sorprendido—. Tu empresa sí que es grande, hasta tienes empleados que vienen en un auto así de lujoso.

Sentí todas esas miradas clavarse en mí.

Me bajé con calma, como si nada, y caminé directo hacia ellos.

Los ojos de Lidia brillaban de celos.

El rostro de Lucas cambió de inmediato. Bajó la voz y me dijo:

—¿Qué haces aquí? Está el equipo de grabación… si tienes algo que decir, espera a que se vayan

Yo sonreí y, con voz clara, solté:

—Señor Lucas, vengo a renunciar.

Él se quedó paralizado, sin saber qué responder, cuando Lidia se adelantó fingiendo sorpresa.

—Ay, qué casualidad. Tienes el mismo collar que el mío.

Fue ahí cuando noté que en su cuello también colgaba un collar de zafiro, idéntico al que mi papá me había regalado.

De inmediato alguien comentó:

—¿No que ese collar era una pieza única?

—Exacto. Si no mal recuerdo, Lidia dijo que era un regalo sorpresa de Lucas por su aniversario.

No me alteré ni un poco, porque sabía bien que el mío era auténtico.

Lidia, consciente de que estaba en desventaja, se echó a llorar apoyándose en Lucas y, mirando a la cámara, se quejó:

—Julia, sé que te gusta mi esposo y que siempre has soñado con quitarme el lugar, pero no puedes obsesionarte con él de esa manera.

—Ya sabías que él me regaló un collar único y fuiste y compraste una imitación para presumir que también te lo dio a ti. No es la primera vez que haces estas cosas, por favor, ten un poco de dignidad y no destruyas mi familia.

Estaba asombrada de su capacidad para fingir. Si no supiera la verdad, hasta yo me lo hubiera creído.

Entonces alguien señaló mi coche y soltó:

—Seguro ese auto también es rentado. Se nota que quiere aparentar ser una niña rica para atrapar al Señor Lucas.

Furiosa, saqué de mi bolso la tarjeta de circulación y la puse frente a todos.

—Ese auto es mío, así que dejen de inventar.

De pronto, otra voz fuerte se alzó:

—¡Vaya! No solo intentas ser la amante de mi cuñado, también robaste dinero de la empresa.

Era el director financiero, David, el hermano menor de Lidia. Él consiguió ese puesto porque Lucas accedió a darle trabajo, a pesar de que yo me había opuesto. Había dicho que en contabilidad debía haber alguien de confianza, pero Lucas insistió en que siendo el hermano de Lidia, también era de los suyos

Nunca imaginé que algún día se volvería contra mí.

Cuando entré a la compañía, Lucas no quiso hacer pública nuestra relación, según él, para que nadie pensara que era una empresa familiar. Pero si alguien lo sabía bien, era David, y aun así se atrevía a inventar semejante mentir.

Antes de que pudiera defenderme, varias cámaras se enfocaron en mi rostro

—Tranquila, Lidia, aquí estamos. Odio a las mujeres que se meten con hombres casados. Vamos a desenmascararla —gritó alguien.

Incrédula, volteé a ver a Lucas. Su cara mostraba incomodidad, movió los labios varias veces, pero lo único que dijo fue:

—Luego hablamos.

Negué con la cabeza, decepcionada.

—Lucas, eres un maldito desgraciado.

Me di la vuelta para irme, pero David volvió a alzar la voz:

—Lucas, hoy mismo revisé las cuentas y faltan varios millones. Fue ella quien movió ese dinero, y hasta está su firma. Ese auto seguro lo compró con la plata que se robó

Para mi sorpresa, Lucas me sujetó del brazo y, furioso, me reclamó:

—¿Cómo pudiste hacer esto? ¡Me decepcionaste por completo!

Se me heló la sangre. Con los ojos rojos me solté de su mano y le respondí:

—¿Prefieres creer en las mentiras de estos dos farsantes antes que en mí, que estuve a tu lado siete años?
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Último capítulo

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    —Qué divertido juego. ¿Cómo podría quedarme fuera yo?Tres días después, mi papá organizó una gran fiesta de reconocimiento para anunciar oficialmente mi identidad.A esa fiesta llegaron las personalidades más importantes de todos los sectores, incluso los medios de comunicación más influyentes.Entre los invitados también estaba el oficial Ulloa, que tantos años nunca dejó de ayudar en la búsqueda de mi paradero.Mis padres no paraban de sonreír, rodeados por todos los que venían a felicitarlos.Justo cuando todos se acercaban, una voz discordante se escuchó entre la multitud.Era Lucas.En teoría, en un evento así, alguien como él jamás podría entrar, pero a propósito había hecho que consiguiera una invitación.Sabía bien que ahora estaba contra la pared y que conectarse con el hombre más rico de la ciudad era su única salida.Con una sonrisa forzada y una copa de vino en la mano, se acercó a mis padres.—Felicidades.Mi papá frunció el ceño.—¿Y tú quién eres? Guardias, ¿cómo dejan

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