—¡Lucas, qué bien lo hiciste! ¡No quiero volver a verte nunca más!Subí llorando al auto, pisé el acelerador y me fui.Sola en un bar, empecé a vaciarme botella tras botella, con las lágrimas corriéndome sin parar.Cuando ya estaba tan borracha que casi no podía mantenerme consciente, Diego apareció.—¿Cómo pudiste beber tanto?Me aferré a su brazo y solté un llanto desgarrador.—Ya decidí dejarlo, ¿por qué igual me duele tanto?—Julia, deja de mirar atrás —me dijo él, acariciando suavemente mi cabello—. Si miras hacia adelante, quizá la felicidad ya te esté esperando.Levanté la cabeza y le solté un puñetazo.—Miro hacia adelante y solo apareces tú, pero como no te gustan las mujeres y no puedes estar conmigo, ¿para qué demonios me sirve?Tonta, ¿de verdad creíste que no me gustan las mujeres? Si tú quieres, me caso contigo y pasamos la vida juntos, jamás me divorcioLe di otro golpe y, entre palabras arrastradas, grité:—¡Eres de lo mejor! ¡Me caso contigo! Vamos a estar juntos, ¡que
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