Compartir

Capítulo 2

Autor: Choco Bean
Yo, impaciente, la interrumpí de golpe:

—Basta, no perdamos más tiempo, entremos de una vez.

En estos siete años me había topado muchas veces con Lidia, y sabía bien que no era esa mujer inocente y encantadora que aparentaba ser. Una mujer que ha sobrevivido diez años en el mundo del espectáculo no puede ser tan simple.

Por eso ni ganas tenía de ver su actuación, me di la vuelta y caminé hacia adentro.

Lo que no esperaba era que ella también entrara.

Cuando vi cómo su mirada se clavaba en el acta de divorcio, entendí que estaba allí para supervisar.

En los divorcios pasados, Lucas siempre dejaba escrito que se iría sin nada, con tal de darme confianza.

Pero esta vez, la que quedaba en blanco era yo.

Lucas me explicó que, si había algún cambio en sus bienes, eso afectaría a la empresa que estaba a punto de salir a bolsa.

No firmé porque le creyera, sino porque ya no tenía fuerzas para discutir más.

Después de recoger el acta, salí a la puerta a tomar un taxi.

Lucas corrió tras de mí y me detuvo del brazo:

—¿Hasta cuándo piensas quedarte en casa de tus papás? Dame la dirección, quiero llevarles algo de cortesía.

Yo contesté con frialdad.

—No hace falta.

Él notó que esta vez mi actitud era distinta, y sin querer apretó más fuerte mi mano.

Con inseguridad preguntó:

—Julia, ¿verdad que vas a volver a casarte conmigo?

En ese momento, Lidia se acercó con gesto desesperado:

—Lucas, el niño tiene fiebre, ¿qué hacemos?

Solté su mano y les dije:

—Les deseo éxito con la grabación.

Después me subí al auto.

Cuando arrancó, ya no pude contener las lágrimas.

Miré el acta de divorcio en mis manos, tan familiar, y sentí el corazón doler como si me lo atravesaran agujas.

Me lancé de lleno al remolino de su amor, sin dejarme ninguna salida.

En aquel entonces, mi compañera de la universidad me advirtió:

—Un hombre divorciado no es confiable, no seas tan ingenua en creerlo todo.

Pero yo respondía con firmeza:

—Lucas no es como los demás, él sí me ama de verdad. Ya sé lo que vas a decir, que un hombre tan exitoso nunca está solo, que siempre hay mujeres rondándolo. No importa, estoy preparada. Le dije que, aunque llegue a tener aventuras, mientras me lleve en el corazón, yo lo voy a perdonar. Nunca pensé que después de entregarle siete años de mi juventud, lo único que recibiría sería un corazón destrozado.

Al bajar del coche, fui directo a la mansión de mis padres.

Apenas abrí la reja, mi mamá salió sonriente a recibirme y, con misterio, me pidió que cerrara los ojos.

Obedecí y me dejé llevar de su mano hacia adelante.

—Ahora sí, ábrelos.

Frente a mí había un Ferrari, y a un lado estaban mi amigo Diego y mi papá.

Mi padre sonrió y dijo:

—Hija querida, en realidad era un regalo mío, pero Diego insistió en darte la sorpresa, así que al final te compré esto.

Entonces, como si sacara un truco bajo la manga, me mostró un collar de zafiros.

Ese collar lo había visto hacía unos días en las noticias, se decía que un comprador misterioso lo había adquirido en una subasta por una cifra millonaria.

Jamás imaginé que era la sorpresa de mi papá.

Se me humedecieron los ojos, y al ver las sonrisas de los tres frente a mí, sentí un nudo en la garganta.

Tal vez todo era cosa del destino, al perder el amor, la vida quiso llenarme con el cariño de mi familia y la compañía de mis amigos.

Después comimos juntos, y Diego se marchó porque tenía asuntos en la empresa.

Mi mamá me llevó al sofá y me susurró confidencias:

—Hija, yo creo que Diego te aprecia de verdad. Tu papá dice que es un buen muchacho, con principios y con su propio negocio. Ya que te divorciaste, ¿por qué no lo consideras?

No pude evitar soltar la risa.

—Mamá, no anden de casamenteras, a él no le gustan las mujeres.

Ella sonrió con aire enigmático y no dijo más.

Al día siguiente, manejé mi nuevo auto con el corazón lleno de emociones.

Recordé que cuando apenas empezaba con Lucas, su empresa apenas estaba despegando. Sabía lo difícil que era para él, así que nunca le pedí regalos caros ni gasté su dinero.

Cuando me gradué, me casé con él y entré a trabajar en su compañía: le ayudaba a tratar clientes, era su asistente y lo cuidaba en todo. Y cuanto más veía su esfuerzo, menos me atrevía a gastar en mí misma. Una vez me propuso comprarme un auto para moverme, pero yo ni lo pensé y lo rechacé.
Continúa leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la App

Último capítulo

  • Detrás de las mentiras   Capítulo 9

    —Qué divertido juego. ¿Cómo podría quedarme fuera yo?Tres días después, mi papá organizó una gran fiesta de reconocimiento para anunciar oficialmente mi identidad.A esa fiesta llegaron las personalidades más importantes de todos los sectores, incluso los medios de comunicación más influyentes.Entre los invitados también estaba el oficial Ulloa, que tantos años nunca dejó de ayudar en la búsqueda de mi paradero.Mis padres no paraban de sonreír, rodeados por todos los que venían a felicitarlos.Justo cuando todos se acercaban, una voz discordante se escuchó entre la multitud.Era Lucas.En teoría, en un evento así, alguien como él jamás podría entrar, pero a propósito había hecho que consiguiera una invitación.Sabía bien que ahora estaba contra la pared y que conectarse con el hombre más rico de la ciudad era su única salida.Con una sonrisa forzada y una copa de vino en la mano, se acercó a mis padres.—Felicidades.Mi papá frunció el ceño.—¿Y tú quién eres? Guardias, ¿cómo dejan

  • Detrás de las mentiras   Capítulo 8

    Dos meses después, la empresa de Lucas estaba a un paso de salir a bolsa. Eufórico, compró todo tipo de tendencias pagadas para calentar el ambiente.El programa de Lidia también estaba a punto de estrenarse, y ya habían sacado el tráiler.Ese día reservé un salón privado en un lujoso restaurante, y Diego se encargó de llevar a mis papás hasta allá.Mi papá, desconfiado, preguntó:—¿Qué se traen ustedes dos, que hasta vienen con tanto misterio?Yo sonreí con calma:—Papá, mamá, lo que queremos es que disfruten una buena langosta mientras ven el mejor espectáculo de sus vidas.Dicho esto, encendí la televisión del salón y proyecté desde mi celular.De inmediato abrí el primer tema en tendencias."¡Resulta que la amante era Lidia! ¡Un giro escandaloso!"El contenido lo había editado yo misma. Adjunté las cinco actas de divorcio y reconciliación con Lucas, junto con cada acuerdo firmado.Incluí también la prueba de paternidad entre Lucas y Mateo, además de una tabla comparativa de fechas,

  • Detrás de las mentiras   Capítulo 7

    Lidia sí que sabía mover las piezas. Si hasta el que perdió el dinero ya dejó el asunto, ¿qué excusa tendría yo para llamar a la policía?No quise seguir enredándome. Subí directo a la oficina, hice que Lucas me firmara la renuncia y luego me fui con Diego.En el camino, Diego me preguntó:—¿Quieres que corte todos los negocios con ellos?Negué con la cabeza.—No. Hazme un favor y averigua si Mateo es realmente hijo de Lucas. Si no lo es, lo tomo como el último acto de piedad de mi parte. Si lo es, entonces esperas mi señal.—Está bien.—Por cierto, ¿lo que dijiste anoche todavía va en serio?Lo miré con suspicacia:—¿Qué cosa? ¿Qué fue lo que dije?—¿De verdad no recuerdas nada?Al ver mi cara de total desconcierto, su expresión se volvió triste, aunque no insistió más.Tres días después, Diego vino a verme con un informe.Aunque ya me había preparado mentalmente, mis manos temblaban al abrirlo.Y cuando leí que confirmaba la relación de padre e hijo, las lágrimas se me desbordaron.L

  • Detrás de las mentiras   Capítulo 6

    Se me volvieron a cerrar los puños.Lidia, con una sonrisa en el rostro, se adelantó a saludarme.—Qué coincidencia, Julia, también estás aquí. Vine con el niño para hablar con Lucas sobre los detalles de la grabación.Mateo, abrazado a la pierna de Lucas, me miró con miedo:—Papá, me asusta esta señora, ¿puedes pedirle que se vaya?Lucas tosió con incomodidad y me explicó:—Es solo por la grabación, le pedí que me llamara así, no lo malinterpretes. Ya que están aquí, deberías disculparte con ellos.Lo miré con una risa fría, clavándole los ojos:—¡Por favor! La que anda metiéndose con mi esposo a cada rato es ella. ¡Ella es la que tiene que pedir perdón!El rostro de Lucas se ensombreció:—¿De verdad tienes que complicar tanto las cosas?Pero Lidia lo tomó del brazo y lo calmó:—Déjala, si no quiere disculparse, no importa, no es nada grave.Después caminó hasta mi auto y empezó a acariciarlo con fascinación.—Lucas, ya sabes que tu imagen pública es la de un esposo fiel y enamorado.

  • Detrás de las mentiras   Capítulo 5

    —¡Lucas, te conozco hace tantos años y jamás pensé que podías ser tan estúpido!—¡Si hubiera sabido, todo lo que te di en tantos años se lo hubiera dado mejor a un perro!Lucas soltó un suspiro.—Julia, no digas cosas por rabia. Si devuelves el auto y pides disculpas a mí y a Lidia, voy a seguir tratándote como antes.Exclamé sorprendida:—¿Qué? ¿Y ella qué demonios es para que yo tenga que disculparme?—Julia, deja ya de escándalos, ¿sí? ¿Sabes lo incómoda que la dejaste ayer con tu aparición repentina? Si no fuera porque tuvo la rapidez de inventarse esa historia, nuestro matrimonio habría salido a la luz, y entonces la habrían acusado de meterse en el hogar ajeno. ¿Sabes lo importante que es la reputación para una artista?—Además, con tu actitud asustaste tanto a Mateo que se puso a llorar. Tienes que ser responsable. Ven y pídeles perdón.Furiosa, grité contra el celular:—¿Así que lo importante es que no digan que ella arruinó una familia, y que a mí me destrocen a insultos no cu

  • Detrás de las mentiras   Capítulo 4

    —¡Lucas, qué bien lo hiciste! ¡No quiero volver a verte nunca más!Subí llorando al auto, pisé el acelerador y me fui.Sola en un bar, empecé a vaciarme botella tras botella, con las lágrimas corriéndome sin parar.Cuando ya estaba tan borracha que casi no podía mantenerme consciente, Diego apareció.—¿Cómo pudiste beber tanto?Me aferré a su brazo y solté un llanto desgarrador.—Ya decidí dejarlo, ¿por qué igual me duele tanto?—Julia, deja de mirar atrás —me dijo él, acariciando suavemente mi cabello—. Si miras hacia adelante, quizá la felicidad ya te esté esperando.Levanté la cabeza y le solté un puñetazo.—Miro hacia adelante y solo apareces tú, pero como no te gustan las mujeres y no puedes estar conmigo, ¿para qué demonios me sirve?Tonta, ¿de verdad creíste que no me gustan las mujeres? Si tú quieres, me caso contigo y pasamos la vida juntos, jamás me divorcioLe di otro golpe y, entre palabras arrastradas, grité:—¡Eres de lo mejor! ¡Me caso contigo! Vamos a estar juntos, ¡que

Más capítulos
Explora y lee buenas novelas gratis
Acceso gratuito a una gran cantidad de buenas novelas en la app GoodNovel. Descarga los libros que te gusten y léelos donde y cuando quieras.
Lee libros gratis en la app
ESCANEA EL CÓDIGO PARA LEER EN LA APP
DMCA.com Protection Status