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Capítulo 3

Author: Sergio
Respondí con indiferencia:

—Solo salí a buscar algo de comer.

Y en ese momento, Mónica se acercó con Marco.

—Eva, Marco acaba de decir que quiere comer paella. Si no te molesta, ¿por qué no vienes con nosotros? Como una disculpa de mi parte.

—No me gusta...

Antes de que pudiera terminar la frase, Iván ya había aceptado por mí, y enseguida me ordenó que fuera a sacar el coche.

Como ya había decidido marcharme, no quería discutir más con Iván.

Así que siguió su orden y fui a sacar el coche.

Cuando sacó el coche, Iván se subió al asiento trasero junto a Mónica y Marco, como si fuera lo más normal.

Hasta que el coche estuvo en marcha, se notó la situación.

Iván, con algo incómodo, trató de explicarse:

—Marco todavía es muy pequeño y me apega mucho, por eso...

Lo interrumpí con impaciencia mientras miraba por el retrovisor a la familia armoniosa en el asiento trasero:

—Están bien así sentados juntos atrás, el asiento del copiloto siempre es el más peligroso.

Mis palabras dejaron a Iván algo atónito.

Porque esas mismas palabras las había dicho él mismo antes.

Cuando discutíamos por quién debía sentarse en el copiloto, él me respondió con fastidio:

“¿Qué tiene de especial el copiloto? Ni siquiera es seguro.”

Durante todo el trayecto, me sentí como una extraña mirando cómo jugaban y se reían los del asiento trasero.

Al llegar al restaurante, los tres entraron primero.

Cuando terminé de aparcar y entré, vi que en la mesa solo había tres juegos de cubiertos.

Iván me miró con cierta incomodidad, y justo cuando iba a levantar la mano para pedir otros cubiertos.

De repente, Marco rompió a llorar y gritó:

—¡No quiero comer junto con la tía mala! ¡Mamá dice que ella quiere quitarme a mi papá! ¡No quiero...!

Mónica se apresuró a taparle la boca y me miró con una expresión de disculpa.

—Eva, lo siento. Es solo un niño, no te lo tomes a pecho.

Iván abrazó a Marco con ternura para calmarlo.

Y al mirarme, tenía una expresión como si yo fuera la que había hecho algo malo.

Solté una risa suave, miré a Marco y le dije:

—Pequeño... tu papá siempre será tu papá. No te lo voy a quitar.

Mis palabras cambiaron la expresión de Iván bruscamente.

Antes de que pudiera decir algo, me di la vuelta y fui a sentarme sola en una mesa de rincón.

Comí sola una paella.

Las risas de ellos, no muy lejos, seguían llegando a mis oídos.

Pero no lograba quitarme el apetito.

En el camino de volver a casa, recibió una llamada de Iván.

—Eva, ¿dónde estás? Ya terminamos de comer. Espéranos en el estacionamiento.

Al escuchar su tono tan natural, lleno de derecho, no podía entender cómo era yo en su corazón.

¿Después de tratarme así... aún esperaba que volviera con ellos juntos?

—Ya estoy en la puerta de casa —respondí con frialdad.

Mis palabras hicieron que Iván se enfadara de inmediato.

—¡Eva González! ¿Qué significa esto, si salimos juntos, porque te vas primero?

Respondí con calma:

—¿No iban a ir al cine?

Mis palabras lo dejaron sin respuesta.

Antes de salir del restaurante, ya había visto en el Instagram de Mónica:

“Marco siempre quería ir al cine con mamá y papá. Por fin se hizo realidad.”

Con una foto de los tres adjunta.

Un amigo comentó debajo:

“¡Por fin están juntos! ¡Felicidades!”

Y Mónica le respondió con un emoji de tímido.

Iván guardó silencio unos segundos, y al final respondió con torpeza:

—Podríamos haber ido juntos al cine. Dijiste que nunca he ido contigo al cine, ¿no?
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