Capítulo 02

Al escuchar estas palabras, no pude evitar pensar, con el corazón revuelto, que solo había bastado una sola foto, para que me odiaran.

Vanessa se detuvo un momento, antes de seguir leyendo:

«Pero parece que no me odia tanto.

Se limpió el sudor de las palmas y me extendió la mano, pero la rechacé.

Se quedó pasmada, me preguntó bajito si no le caía bien.

Justo cuando iba a responder, los regaños de mis padres me explotaron en mis oídos.

—Vanessa apenas regresó —dijo mi mamá—, ¿no puedes quitarte un poquito esa actitud de niña rica?

: —¿Sabes cómo vivió Vanessa por más de veinte años? —preguntó papá—. ¡Si no hubiera sido por el error del hospital, la que debería haber sufrido eso eres tú!

Me quedé desconcertada.

La noche anterior me habían dicho que, aunque Vanessa regresara, me seguirían tratando como si fuera su hija biológica.

No pensé que solo por no darle la mano a Vanessa, ya estarían diciendo lo que de verdad pensaban.

Pero...

Solo vi que Vanessa tenía callos en las manos, me dio pena que se sintiera mal.»

Cuando Vanessa leyó hasta ahí, sus ojos se nublaron por un momento, y se mordió el labio sin darse cuenta.

Mi mamá reaccionó, alzando la cabeza de golpe.

—Yo... sí dije eso, pero después ella se pasó tanto de la raya, que yo... Si de verdad pensara en Vanessa, ¿por qué no se explicó en ese momento? ¡A mí me parece que después solo se estaba justificando!

—Ya olvídalo, ya murió, al menos pagó su deuda —la consoló mi padre en voz baja, abrazándola.

Mauricio frunció el ceño e interrumpió:

—Yo creo que claramente no quería aceptar a Vanessa, tenía miedo de que, al regresar, ella perdiera su posición.

Vanessa sonrió, sin decir nada, antes de pasar a la siguiente página.

La foto era de Mauricio agachado amarrándome las agujetas.

«15 de marzo de 2024.

Hoy vino Mauricio, lo primero que me dijo fue que quería cancelar nuestro compromiso, alegando que, ya que había regresado la verdadera señorita de los González, la familia Mendoza no podía casarse con una falsa como yo.

Pero antes me había dicho que se casaría conmigo porque me amaba.

Nos conocemos desde hace más de veinte años, ¿acaso eso no vale más que ser hija biológica o no?

¿Por qué cambió cuando regresó Vanessa?

Sin pensarlo salí corriendo, quería preguntarle por qué. Pero lo escuché hablando por teléfono con un amigo:

—Jimena es una impostora, ¿de verdad se creyó el cuento? Ella solo era para pasar el rato. Para un matrimonio arreglado se necesita una verdadera heredera.

No sé qué le dijeron del otro lado, pero de repente soltó una carcajada y respondió:

—Sí, es una lástima. Cinco años con ella, la traté tan bien, pero nunca me dejó ni tocarla, haciéndose la santa. Pero Vanessa… se ve que es más fácil de conquistar.

Ahí me di cuenta de que todo su amor del pasado era falso.

Me dolió muchísimo.

Pensé en decirles a mis padres, pero en cuanto les mencionaba a Mauricio, pensaban que otra vez quería competir con Vanessa, y no me daban ni la más mínima oportunidad de hablar.

¿Y qué pasaría con Vanessa? No puedo quedarme con los brazos cruzados viendo cómo se casa con semejante basura.

Pero ¿me creería?»

Al leer hasta ahí, Vanessa miró a Mauricio sin querer.

Él tragó saliva, antes de defenderse:

—¡Seguro estaba celosa de que te fueras a casar conmigo, por eso escribió esas mentiras!

El señor y la señora. Mendoza también se pararon de un brinco, gritando, furiosos:

—¡Si mi hijo hubiera dicho eso, ¿cómo explicas que Jimena le haya puesto drogas a para meterse en su cama?!

Los murmullos no tardaron en llegar.

—¡Claro! El día del cumpleaños de Vanessa, Jimena drogó a Mauricio a propósito, ¡y al día siguiente tuvo el descaro de pedirle que se casara con ella! ¡Eso no se lo quita nadie!

Vanessa asintió:

—Sí, ¿por qué haría eso?