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Capítulo 2

Author: Crystal K
—Vaya, miren quién está aquí. Nuestra futura reina.

La voz aguda y burlona de Scarlett resonó en el campo de entrenamiento.

Todos los lobos que estaban entrenando se quedaron paralizados. Decenas de ojos se clavaron en mí. Algunos mostraban curiosidad, otros, respeto, pero la mayoría rebosaba hostilidad.

—¿Qué ocurre, Su Santidad? —Scarlett blandió su espada de entrenamiento con una sonrisa burlona—. ¿Acaso temes que una simple beta como yo pueda arañar esa piel tan preciada? ¿O es que la gran Santa solo sabe esconderse en su guarida y soñar?

Una oleada de risas ahogadas vino desde la multitud.

—No estoy aquí para entrenar —respondí con calma.

—¡Por supuesto que no! —La risa de Scarlett se hizo más fuerte, más odiosa—. ¿Qué puede hacer un omega frágil que ni siquiera puede transformarse correctamente, además de murmurar unas cuantas profecías crípticas?

Cada palabra era como una aguja envenenada, apuntando justo donde más vulnerable era.

En mi vida pasada, habría soportado esta humillación en silencio.

Incluso habría esperado ingenuamente a que Kane viniera a defenderme.

Solo ahora lo entendía. El respeto no se gana esperando a que te lo den. Se conquista.

—Dije que no voy a pelear —dije dándome la vuelta, negándome a perder más mi tiempo.

—No te vayas, Santa —me provocó Scarlett, siguiéndome—. Al menos deja que todos vean el poder legendario de la Santa...

Se acercó sigilosamente. Justo cuando estaba a punto de pasar a su lado, lanzó un grito agudo y se echó hacia atrás con dramatismo.

¡CRASH!

Se estrelló contra un armero cercano, haciendo que el equipo de entrenamiento cayera al suelo con un estrépito.

—¡Ah! —Scarlett se agarró el hombro, su rostro se contrajo de dolor al instante mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos—. ¡Me maldijo! ¡Mira está celosa, así que usó su magia para atacarme!

Ni siquiera me molesté en darle un vistazo.

—¿Qué está pasando aquí? —La voz de Kane resonó con una autoridad indiscutible.

Se abrió paso entre la multitud. Cuando vio a Scarlett «retorciéndose de dolor» en el suelo, sus ojos ardieron de furia.

—¡Mira! ¡¿Qué le hiciste?!

Ni siquiera preguntó. Simplemente corrió hacia Scarlett, atrayéndola hacia sí con una mirada de puro dolor.

—No hice nada.

—¡Estás mintiendo! —Scarlett lloró, acurrucada en los brazos de Kane, mientras me señalaba con un dedo tembloroso—. ¡Está celosa de que me ames, así que intenta hacerme daño!

La mirada de Kane se clavó en mí, fría como una hoja, llena de disgusto y decepción.

—¿Siendo Santa, atacas a una simple miembro de la manada? Mira, me has decepcionado más de lo que puedo expresar.

Los murmullos de la multitud se hicieron más fuertes, más osados.

«¿Cómo pudo la Santa hacer algo así?».

«Parece que el poder sí que corrompe».

Ya es suficiente.

Pero la chica que lo resistió está muerta. La mujer que está aquí ahora es una vengadora que se ha arrastrado todo el camino de vuelta desde el infierno.

Levanté lentamente la mano, rozando mi sien con la punta de los dedos mientras el poder comenzaba a fluir por mi cuerpo.

—¿Quieren ver mi poder? —Mi voz era suave, pero con una calma escalofriante—. Entonces..., como deseen.

El don de la profecía, activado.

Esta vez, estaba tejiendo su mayor temor en una pesadilla viviente, y la estaba introduciendo directamente en su mente.

Yacía en un charco de lodo y sangre, con el pecho desgarrado por las garras del Alfa de la Manada Luna de Sangre. Sus entrañas calientes se derramaron sobre el suelo. Podía oler el sabor metálico de su propia sangre, sentir cómo su vida se le escapaba, poco a poco.

Y entonces, pudo ver al lobo gigante bajar la cabeza y clavarle los dientes en la garganta.

Le impuse la visión en la mente, una «experiencia» directa de su propia muerte.

—¡¡¡AHHH!!!

Scarlett dejó escapar un grito espeluznante, se zafó de los brazos de Kane y se aferró frenéticamente al suelo.

Se arañaba la garganta con las manos, los ojos desorbitados por el terror más puro e intenso.

—No... no me mates... sangre... duele... ¡ayúdame!... —Gritó, perdida en su propia carnicería.

El vínculo mental no se había roto del todo. Su agonía atravesó a Kane como una ola brutal.

Las imágenes sangrientas y la desesperación de morir inundaron su mente como un tsunami.

Su rostro palideció de un tono cadavérico y su cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente.

—¡Detente! —Se agarró la cabeza y cayó de rodillas con un rugido gutural y animal—. Mira, te lo ordeno... ¡DETENTE!

El campo de entrenamiento quedó en completo silencio.

Todos estaban paralizados, aterrorizados por la grotesca escena.

El poderoso Alfa Kane estaba de rodillas, implorando clemencia.

Y Scarlett, la mujer a la que tanto atesoraba, estaba completamente destrozada por el miedo, retorciéndose en el suelo como un insecto moribundo.

Bajé lentamente la mano. Una ola de mareo me invadió.

Mi espíritu de loba palpitaba con un dolor sordo y punzante.

Este era el precio de abusar de mi don.

Pero me limité a mirar, fría e indiferente, a las dos figuras temblorosas en el suelo.

—Ante mi poder —resonó mi voz con claridad por todo el recinto—, harían bien en aprender un poco de respeto.
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