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Lo Que Ellos Me Hicieron Por Ella
Lo Que Ellos Me Hicieron Por Ella
Author: 258w

Capítulo 1

Author: 258w
Al regresar a Nueva Alameda, nunca imaginé que la primera persona conocida que vería sería precisamente mi antigua mejor amiga, Sofía Martínez.

«Sofía Martínez, presidenta de Corporación Cumbre, ingresó a los dieciocho años a la prestigiosa universidad de Nueva Alameda con calificaciones sobresalientes. Tras graduarse, construyó su imperio desde cero y en apenas tres años se posicionó entre las nuevas élites empresariales...»

En el primer piso del Edificio Cumbre, entre dos ascensores, la pantalla repetía continuamente los logros empresariales de esta nueva estrella de Nueva Alameda.

Después de tres años sin vernos, había perdido esa inseguridad de quien recién llega del campo. Con su vestido de alta costura emanaba cierta distinción. Y yo no pude evitar pensar que la riqueza realmente transforma a las personas.

Ese día se celebraba la licitación de proyectos de la Corporación Colosal en Nueva Alameda, y en el vestíbulo ya había periodistas al acecho.

Intenté ignorarla manteniendo la mirada baja, pero ella se acercó.

—Señorita Rodríguez, ¿realmente eres tú? Casi no te reconozco —dijo, alzando la voz—. Hace tres años te fuiste al extranjero tan repentinamente, ¡pensé que nunca regresarías!

Sofía hablaba tan fuerte que incluso los periodistas que observaban a distancia podían oírla con claridad.

Tras sus palabras, sentí varias miradas inquisitivas sobre mí.

—... los Rodríguez... señorita...

—Consorcio Correa... matrimonio...

—... perseguir... marido... quiere...

Entre aquellos murmullos deliberadamente bajos, ocasionalmente llegaban a mis oídos fragmentos sueltos de conversaciones.

Miré a Sofía de reojo mientras ella continuaba como si nada:

—Has vuelto tan repentinamente, sin avisar, ¿acaso escuchaste que...? O, lo siento, he hablado de más —se interrumpió, aparentemente notando su indiscreción. Sin embargo, su disculpa, llena de falsa preocupación, evidentemente buscaba alimentar los malentendidos.

Algunos periodistas atrevidos ya gritaban preguntas:

—¿Es cierto que Juan Rodríguez, diseñador principal de Joyas Rodríguez, y Ángel Correa, presidente del Consorcio Correa, planean proponerle matrimonio, señorita Martínez?

—Señorita Martínez, si el señor Rodríguez y el señor Correa le propusieran matrimonio simultáneamente, ¿a quién elegiría?

—Bueno... esos son solo rumores de internet por ahora —dijo Sofía, evadiendo la pregunta—. Espero que todos se expresen con sensatez. Además, Juan y Ángel son excelentes personas. Actualmente, somos buenos amigos.

En ese momento se abrió el ascensor, y ella se inclinó levemente con una sonrisa, diciendo:

—Disculpen, debo subir a prepararme para mi discurso en la licitación de Corporación Colosal.

Dicho esto, se giró hacia mí y me preguntó amablemente:

—¿Quieres subir conmigo, señorita Rodríguez?

Apenas dudé un segundo cuando los periodistas, frustrados por no obtener respuestas de Sofía, dirigieron su atención hacia mí.

—Señorita Rodríguez, se dice que antes de irse al extranjero estaba persiguiendo al presidente del Consorcio Correa. ¿Ha vuelto repentinamente porque escuchó que el señor Correa planea proponerle matrimonio a la señorita Martínez?

—Tenemos entendido que el señor Rodríguez es su hermano, señorita. ¿Aceptaría a la señorita Martínez como su cuñada?

—Si el señor Correa realmente le propone matrimonio a la señorita Martínez, ¿qué piensa hacer? ¿Impedirlo o darles su bendición?

Sus miradas eran como lobos hambrientos, con respiraciones intensificadas por la avidez y la urgencia.

A la mayoría de los periodistas no les importaba la verdad; solo buscaban generar polémica. Por lo que estaba segura de que si respondía, en menos de una hora, habría toda clase de especulaciones sobre mí inundando las redes sociales.

Recordando la imagen de cierta persona celosa, finalmente le hice un gesto a Sofía.

—En ese caso, subiré primero.

Antes de que se cerraran las puertas del ascensor, alcancé a ver una sonrisa burlona en las comisuras de sus labios, visible solo para mí.

Aparté la mirada y me volví hacia los periodistas, preparándome para sacar mi invitación cuando, a lo lejos, resonó un grito furioso:

—¡Valentina! ¿Quién te ha permitido venir aquí? ¿Acaso pretendes hacer lo mismo que hace tres años y seguir robándole proyectos a Sofía?

Las cámaras giraron hacia la voz.

Ángel, mi exprometido, avanzaba furioso hacia mí.

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