Capítulo 2

Acto seguido, inventé una excusa y salí de esa sofocante habitación.

Las risas y las conversaciones detrás de mí se interrumpieron en el momento en que la puerta se cerró, dejando solo el frío y vacío eco del pasillo.

Fuera del club, el viento de medianoche golpeó mi rostro con una sensación de frío.

Me quedé en silencio junto a la calle mientras esperaba mi auto, y mis pensamientos volvieron diez años atrás.

Cuando tenía quince años, mi madre descubrió accidentalmente que mi padre tenía una familia por otro lado, con una hija ilegítima de mi edad.

La noticia destruyó a mi madre de inmediato. Su loba no pudo soportar la traición de su pareja y desapareció. Ella se desmayó y se enfermó.

Antes de que yo pudiera procesar la repentina destrucción de mi familia, una mujer llamada Rebecca llevó a Selene a nuestra casa, desgarrando descaradamente cada pedazo de estabilidad que alguna vez tuve.

Conocí a Ethan durante ese período, el cual había sido el más oscuro y desesperado de mi vida.

Él era el famoso problema de la escuela, rebelde y sin miedo.

Sin embargo, esa misma persona estaba dispuesta a darme pañuelos cuando me escondía en los rincones para llorar.

Él avanzaba sin dudarlo cuando los rumores me atacaban, alejando a todos con la actitud más feroz.

Ethan me decía con su tono único, impaciente pero firme: —Aria Greenwood, ¿por qué estás llorando? ¿Acaso eres tan débil? ¡Levanta la cabeza!

Lo que me sorprendió fue que en realidad se quedó conmigo, ayudándome a salir paso a paso del pantano en el que se había convertido mi vida.

Lo que me dio aún más seguridad fue que cuando se enfrentaba a Selene, que ya había aprendido a hacerse la inocente y lamentable, ganándose a casi todos en nuestra clase, Ethan ni siquiera se molestaba en mirarla.

Selene solía dejar caer deliberadamente sus libros cuando él pasaba por allí, o lo miraba con esos ojos de ciervo como si quisiera decirle algo, solo para encontrarse con el desdén descarado de Ethan y un brusco “lárgate”.

Esa era una de las pocas cosas en las que podía ganarle a Selene durante aquellos años grises.

Su favoritismo era mi único armamento.

Naturalmente, nos convertimos en pareja.

Poco después, Selene pareció desaparecer por completo de nuestro mundo.

Cuando la salud de mi madre empeoró y estaba en su lecho de muerte, tomó las manos de Ethan y las mías, sus ojos estaban llenos de preocupación y renuencia cuando dijo: —Ethan, te confío a Aria. Espero que puedas completar la Ceremonia de Marcaje antes de que cumpla veinticinco años, para que tenga a alguien en quien confiar.

En ese entonces, los ojos de Ethan estaban enrojecidos. Él apretó mi mano con fuerza y le hizo la promesa más sincera a mi madre.

—No se preocupe, señora. Yo juro que marcaré a Aria como mi pareja con una ceremonia adecuada antes de que cumpla veinticinco años.

Después de que mi madre murió, me aferré a esa promesa como si fuera mi única esperanza.

Pensé que la vida finalmente se estaba compadeciendo de mí, y que las cosas irían mejorando gradualmente.

Hasta hacía seis meses, que Selene volvió a aparecer.

Ethan y yo estábamos inspeccionando uno de los proyectos del territorio de la manada, y mientras pasábamos por la sala de descanso, Selene salió corriendo con una taza de café y chocó directamente contra Ethan, derramándoselo todo encima.

Ella estaba usando un traje viejo y descolorido, parecía cansada, y se disculpaba repetidamente. Cuando miró hacia arriba y vio a Ethan, sus ojos se llenaron inmediatamente de lágrimas.

Sus labios temblaban como si quisiera decir algo, pero al final, solo susurró suavemente: —Ethan, hace mucho que no nos vemos.

El hombre se quedó atónito por un momento, luego frunció el ceño, y su tono tenía ese desdén habitual cuando cuestionó: —¿Por qué tienes que ser tú? ¿No puedes ver por dónde caminas?

Cuando regresamos, incluso me abrazó y se quejó de su mala suerte.

No sé cuándo empezaron a enredarse de nuevo.

En el momento en que me di cuenta de que algo estaba mal, Selene ya se había convertido en su secretaria, usando la excusa de “mi familia quebró, la vida es difícil, solo necesito una oportunidad”.

Hice escenas, me quejé y grité histéricamente, intentando obligar a Ethan a despedirla, pero la forma en que me miraba fue cambiando gradualmente de explicación a reproche.

—Aria, no fue decisión de Selene ser una hija ilegítima. Sé razonable, y no sigas echándole en cara las diferencias de tus padres. Ella ahora está pasando por un mal momento, solo necesita un trabajo —comentó Ethan.

Cada discusión abrió una profunda grieta entre él y yo, e incapaz de detenerlo, lo vi alejarse cada vez más.

Mientras tanto, él y Selene, trabajando bajo el mismo techo, tenían innumerables horas y espacios a los que yo no podía acceder.

La imagen de ese joven haciendo su sincera promesa en la habitación del hospital años atrás volvió a surgir ante mis ojos, tan vívida que se sentía como si fuera ayer.

Actualmente, quedaban cinco días para cumplir veinticinco años.

El frío viento sopló, trayéndome de regreso a la realidad.

En ese momento, llegó mi auto, abrí la puerta y me subí.

Nadie realmente podía vivir sin otra persona en su vida.

“Ethan Stormwind, ya no quiero esperarte más”. Me dije a mí misma.