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De un momento a otro, todas las miradas se clavaron en Samantha y su compañero.Los gerentes de ambos se apresuraron a intervenir, aclarando que eran pasantes y que reforzarían su capacitación sobre los protocolos de la empresa.Bajo el escrutinio de los presentes, Samantha se encontró con la oscura e insondable mirada de Bruno, sin comprender el motivo de esa hostilidad inesperada.Afortunadamente, apartó la mirada enseguida, pero su expresión se volvió seria, proyectando un aura que intimidaba.La junta matutina concluyó, dejando una sensación de nerviosismo en el aire. Bruno fue el primero en salir de la sala de juntas.Como también eran pasantes, Samantha y el joven se quedaron hasta el final. Gracias a su plática entusiasta, ella se enteró de que se llamaba Daniel. Estudiaba Finanzas en la Universidad Sterling y apenas la semana pasada había comenzado su pasantía en Grupo Diamante.Era un chico extrovertido, así que no tardó en preguntarle:—Por cierto, ¿cómo te llamas? ¿Tú tambié
—Chávez pidió el día. Acompáñame a la junta de la mañana.Samantha se quedó confundida. Según el protocolo del Grupo Diamante, una interna como ella no tenía por qué asistir a la junta directiva de la mañana. Pero tampoco estaba en posición de negarse.Con un cuaderno nuevo en mano, siguió a Alexa Vega, la gerenta, hasta la sala de juntas y tomó asiento en el lugar más apartado.Puntual, Bruno entró a la sala, vestido con un traje impecable. Al sentarse, los diamantes incrustados en su reloj de lujo atraparon la luz, emitiendo destellos discretos.—Empecemos.Su voz indiferente bastó para que una tensión inmediata se instalara en la sala. Uno por uno, los directores de área comenzaron a presentar sus informes de manera metódica.Desde su asiento al final de la mesa, Samantha lo observó a la distancia. Tenía una presencia imponente, casi inalcanzable. Un aura de autoridad tan marcada que lo aislaba, haciendo que la gente evitara por instinto cruzar su mirada.El colega sentado a su lado
Pasaron dos días. Samantha no volvió a ver a Bruno.Durante el fin de semana, empacó la ropa que él le había preparado. Se llevó las prendas que ya había usado y dejó las nuevas en el vestidor.La vez pasada había elegido un departamento cerca de la Universidad Sterling. Estaba a solo unas cuantas paradas de autobús y el residencial quedaba saliendo de la estación, lo cual era bastante práctico.Al entrar con la clave, descubrió que el supuestamente pequeño departamento del que le había hablado el asistente de Bruno tenía más de doscientos metros cuadrados. La decoración era elegante y minimalista, muy al estilo de Bruno.No le pidió a David que contratara a nadie para redecorar. Tener un lugar donde vivir ya era suficiente; el estilo no le importaba.Los muebles eran de la misma marca que los de Skyview. Incluso en el balcón había un sillón idéntico al que tanto le gustaba.Le dio un vistazo rápido a la distribución: tres recámaras y dos áreas comunes. Aparte de la suite principal, qu
Ella se mantuvo cabizbaja, sin responder.—Si me permite un comentario, el señor Fuentes es generoso.Lo sabía de sobra.Bruno le había organizado cada paso de su futuro.Después de todo, se había acostado con un hombre tan atractivo y brillante por tanto tiempo, y al terminar, le daba una casa, un auto, dinero y un trabajo. ¿Quién podría superar una oferta así?Sin molestarse en revisar los detalles del acuerdo, levantó la mirada y le preguntó a David:—¿Cuáles son sus condiciones?David la observó con la mirada que se le dedica a una persona astuta. Con una sonrisa, pasó las páginas del documento hasta la penúltima y, mientras le indicaba que la leyera, comenzó a resumirle las exigencias de Bruno.Su tono se volvió serio.—No puede revelarle a nadie su relación con el señor Fuentes. No debe provocar a la señora Rosas ni a la señorita Robles. Y…Hizo una pausa deliberada antes de mencionar el tercer punto.—De ahora en adelante, si ve al señor Fuentes, evítelo.En pocas palabras, quer
Samantha estaba tan absorta en la alegría de haber conseguido las prácticas en el grupo financiero más importante del país, que no notó la compleja expresión que cruzó por un instante la mirada de Bruno.No tardó en resolver el asunto de su trabajo en la cafetería. Su jefe y sus compañeros fueron muy amables, y todos la felicitaron cuando supieron que haría sus prácticas en Grupo Diamante.***A la mañana siguiente, Samantha se levantó y se esmeró en elegir un atuendo sencillo pero elegante. Luego, fue a tocar a la puerta de la recámara principal, pero la encontró vacía.Revisó su celular, pero no tenía ningún mensaje.Qué raro. Todavía faltaba mucho para la hora de entrada. ¿A dónde se habría ido Bruno tan temprano?No fue sino hasta que llegó a Grupo Diamante para su primer día que se enteró de todo: Bruno se había ido de viaje de negocios al extranjero con su equipo, sin una fecha de regreso definida.Lo más extraño era que David, su asistente personal, no lo había acompañado. En lu
Eran las siete de una calurosa tarde de verano, y el cielo aún conservaba los últimos destellos del día. De espaldas a ella, hablaba por teléfono frente al ventanal que cubría toda la pared. Llevaba un traje oscuro hecho a la medida.Tenía una figura impecable, un centro de atención natural. Cada uno de sus gestos irradiaba un poder sobrecogedor; bastaba con su presencia para capturar todas las miradas. Samantha no fue la excepción.Esta vez, antes de que Bruno se diera la vuelta, ya se había recompuesto. La vio a través del reflejo en el cristal. Se giró un poco y le hizo un gesto con la mano para que se acercara.Junto a Bruno, frente al ventanal, observaba el ir y venir incesante de los autos y las miles de luces que salpicaban la ciudad. Esa sensación de tener el mundo a sus pies, de que todo se rendía ante ella, resultó seductora para Samantha.La llamada terminó. Bruno se volteó hacia ella y, con su voz profunda e intencionada, preguntó:—¿Lo ves?Al encontrarse con su mirada osc







