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Secretos Calientes de la Tutora Privada
Secretos Calientes de la Tutora Privada
Penulis: Violeta Díaz

Capítulo 1

Penulis: Violeta Díaz
Mi nombre es Blanca Torres. Soy una tutora privada que va a domicilio y también una mujer de treinta años con antojos. Mi esposo tiene buenas cualidades en ese aspecto, pero debido a su edad, poco a poco ha dejado de satisfacerme como antes. Yo comencé a sentir un vacío en mi cuerpo que cada día se hacía más intenso.

Al principio, solo lo sentía por las noches, pero con el tiempo, incluso de día tenía una gran necesidad de sentir algo dentro de mí.

Para aliviar esa ansiedad constante, compré bragas con cadenas de perlas. La fricción al caminar, aunque fuera de forma limitada, al menos me producía un leve alivio.

Pero yo sabía que a base de eso solamente no sería suficiente. Cuando éramos jóvenes, mi esposo y yo experimentamos mucho en la cama y eso hizo que mi cuerpo fuera muy sensible. Mientras más me estimulaba, más antojos tenía y en la actualidad, cuando no podía satisfacer mis necesidades, era insoportable.

Sobre todo porque esos últimos días le había estado dando clases particulares a un estudiante universitario muy atlético. Medía un metro ochenta, era muy guapo y le gustaba ir al gimnasio. Cada vez que iba a darle clases, él salía de entrenar con el torso desnudo.

El fuerte aroma de su cuerpo me enloquecía y no podía evitar imaginarme agarrando sus pezones y montándome sobre él.

Dicho estudiante universitario se llamaba Andy Moreno.

Ese día, cuando fui a darle clases, parecía estar de mal humor. Yo estaba detrás de él, enseñándole a tocar el piano de forma práctica, pero no podía concentrarse y se equivocaba en las notas.

Yo tampoco estaba del todo concentrada. No podía evitarlo. Su torso desnudo, con la piel bronceada y cubierta de sudor, emitía un calor intenso y el aroma de su sudor me volvía loca.

Cuando me doblé para enseñarle, pude ver sus pectorales hinchados después del ejercicio.

“¡Quisiera lamerlos!”. Pensé.

En ese momento Andy presionó una nota fuerte y se levantó bruscamente.

Me asusté y me golpeó los pechos con su espalda. Pero no me dolió, en cambio, sentí una sensación de hormigueo muy placentera.

Estaba distraída, pero no olvidé preguntarle: —¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?

—No, no pasa nada. Es que me separé de mi novia y estoy de mal humor. Profe, ¿por qué no se toma un descanso? Yo voy al gimnasio a boxear un rato y cuando esté mejor, salgo a practicar el piano. Le pagaré el tiempo perdido al doble de su salario por hora —dijo el chico con cortesía.

Claro que yo no tenía ningún problema con eso.

Después de que él se fue al gimnasio, me senté en el lugar donde él estaba sentado. Pensando en el contacto físico que tuvimos, mi cuerpo se calentó y no podía controlarme.

No podía entender por qué la exnovia de Andy lo había dejado. Era un chico muy atractivo y seguro que era muy capaz en ese aspecto.

Pensé en lo que vi accidentalmente en su entrepierna. Era muy grande y seguro que podría... satisfacerme muy bien.

No podía quedarme sentada allí. Como no había nadie en la mansión, empecé a frotarme las piernas debajo del piano.

Pero eso solo aliviaba los síntomas, no atacaba la raíz del problema.

Abrí mi teléfono y le envié un mensaje a mi esposo: “Bebé, quiero hacerlo”.

Mi esposo respondió al instante.

“¿En serio, te has vuelto pervertida mientras das clases?”.

Con él coqueteé: “Sí, es culpa de la buena educación que me has dado”.

Mi esposo seguro tuvo algo que hacer, porque no volvió a responderme y esa conversación me dejó con las ganas a medias.

Escuchando los gritos de fuerza que provenían del gimnasio, no pude controlar mi deseo y me fui al baño con mi teléfono.

Pero, sorpresivamente, la puerta del baño no se podía cerrar.

Al principio, dudé en hacer lo que tenía en mente, pero luego pensé que ese era el baño de invitados y que nadie lo usaba.

Así que, impulsada por el deseo, me senté en el inodoro y me levanté la falda del vestido.
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